Facilita el aprendizaje del lenguaje | 07 MAR 19

La sincronización del cerebro con los sonidos del habla

Un estudio publicado en Nature Neuroscience demuestra que el cerebro de ciertas personas se sincroniza con el ritmo de la voz que escuchan, mientras que el de otras no lo hace

The Conversation 1 | Louis C Moeller | oil painting

Un estudio publicado en Nature Neuroscience demuestra que el cerebro de ciertas personas se sincroniza con el ritmo de la voz que escuchan, mientras que el de otras no lo hace. Estos dos patrones también reflejan diferencias en aspectos funcionales y estructurales de este órgano.

Investigadores del Instituto de Neurociencias de la Universidad de Barcelona (NeuroUB) y el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL) han estudiado la sincronización de los ritmos motores del habla, es decir, los movimientos coordinados de la lengua, los labios y la mandíbula que posibilitan el discurso, con los ritmos de la señal de audio del habla.

Los resultados, publicados en la revista Nature Neuroscience, muestran que el cerebro de algunas personas se adapta espontáneamente al ritmo de la voz que escuchan, mientras que otros no lo hacen.

El cerebro de algunas personas se adapta espontáneamente al ritmo de la voz que escuchan, mientras que otros no lo hacen

El trabajo revela que estos patrones reflejan diferencias en aspectos funcionales y estructurales de la red cerebral del lenguaje, así como en la capacidad de aprender palabras nuevas. Este descubrimiento podría ayudar a evaluar el desarrollo cognitivo-lingüístico de los niños.

Los humanos son muy buenos sincronizando los movimientos corporales con los sonidos (por ejemplo, cuando movemos los pies o la cabeza al ritmo de una canción). Ocurre sin esfuerzo, sin formación previa, e incluso se ha demostrado esta capacidad en los bebés.

La mayor parte de la investigación actual en este ámbito se ha centrado en cómo los movimientos corporales son impulsados por el ritmo musical, pero se sabe muy poco de cómo funciona esta sincronización en el caso del habla. 

Con el objetivo de profundizar en la vinculación entre los ritmos motores y las señales de audio del habla, los investigadores diseñaron una tarea aparentemente simple: durante un minuto los participantes tenían que escuchar una secuencia rítmica de sílabas (la, de, fum...) y, al mismo tiempo, debían susurrar continuamente la sílaba ta.

El análisis de los resultados encontró un patrón inesperado: la población está dividida en dos grupos. Mientras que algunas personas sincronizan espontáneamente los susurros con la secuencia de sílabas (buenos sincronizadores), otros permanecen impermeables al ritmo externo (malos sincronizadores).

“Este efecto es sorprendentemente robusto y muy estable en el tiempo. De hecho, hemos visto replicarse estos patrones en más de 300 personas en diversas condiciones. Por ejemplo, comprobamos que los buenos y malos sincronizadores lo eran también si volvían a realizar la misma tarea el mismo día, al cabo de una semana o al cabo de un mes”, explica Ruth de Diego Balaguer, investigadora de la Unidad de Cognición y Plasticidad Cerebral del IDIBELL y la UB.

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