Implicancias de la alteración de los sistemas naturales en la salud pública | 08 ABR 18

Resguardo de la salud pública en un planeta con cambios acelerados

El uso no sustentable de los recursos naturales afecta la salud pública al aumentar los niveles de gases de invernadero, modificar las comunidades animales y vegetales y provocar la pérdida de biodiversidad
Introducción

La salud planetaria es un concepto propuesto por la Fundación Rockefeller-Comisión Lancet, para describir la afectación de la salud pública por la explotación desmedida de los recursos naturales. En este sentido, los descubrimientos científicos y tecnológicos, que sustentan el desarrollo económico y la disminución de la pobreza a nivel mundial (mayor capacidad de producir alimentos [mediante cultivo] y energía), comprometen la integridad de los ecosistemas.

De esta forma, el crecimiento acelerado de la población mundial se sostiene con el uso no sustentable de los recursos hídricos, forestales (pérdida de bosques tropicales), pesqueros y áreas de suelo fértil por degradación, y genera contaminación ambiental (liberación de dióxido de carbono [CO2] en la atmósfera, acidificación de los océanos y alteración de los ciclos biogeoquímicos del fósforo, nitrógeno y carbono, entre otros).

Estas alteraciones en los sistemas naturales redundan en la disminución de la biodiversidad. En contraposición, los avances antes mencionados han permitido aumentar la esperanza de vida y reducir la tasa de mortalidad infantil, una situación que nos interpela en el contexto de la degradación de los ecosistemas y el surgimiento consecuente de enfermedades.

Alteración de los ecosistemas: compromiso de la salud física y mental

La salud no sólo se encontrará comprometida por el descenso en el valor nutricional y variedad en la alimentación, sino por el surgimiento de enfermedades infecciosas como consecuencia de las modificaciones efectuadas por el hombre en el medioambiente

La utilización no sustentable de los recursos naturales afecta el estado nutricional de la población mundial. En este sentido, la disminución de la biodiversidad, en particular, de los insectos polinizadores, que permiten la dispersión de plantas, determinará una mayor susceptibilidad a las enfermedades no transmisibles, debido a la reducción en el consumo de verduras, frutas, semillas y nueces, el cual es esencial para lograr un estado nutricional adecuado (niveles de vitamina A y folato, entre otros).

Asimismo, el valor nutricional de los alimentos de primera necesidad respecto sus componentes: minerales esenciales (zinc y el hierro) y proteínas, disminuirá por el efecto de los niveles crecientes de CO2 en los cultivos. Esta disminución afectará de manera particular a poblaciones vulnerables como embarazadas y niños menores de 5 años, los cuales consumirán un menor porcentaje de hierro en sus alimentos. Asimismo, el CO2 y el ozono, como gases de invernadero, influyen en el cambio climático, por lo cual se provocará una reducción significativa en la obtención de alimentos a nivel mundial (se ha postulado que la mayor escasez se observará en las regiones tropicales).

La disminución de los recursos pesqueros (1% anual en el transcurso de 20 años) afectaría a las poblaciones cuya alimentación se sustenta en la utilización de este recurso (1 billón de personas).

Por otra parte, en diversas regiones, la capacidad de producción de alimentos disminuirá debido a que los recursos acuíferos y de suelo fértil resultarán insuficientes. Cabe destacar que la salud no sólo se encontrará comprometida por el descenso en el valor nutricional y variedad en la alimentación, sino por el surgimiento de enfermedades infecciosas como consecuencia de las modificaciones efectuadas por el hombre en el medioambiente.

En este sentido, el aumento en la concentración de fósforo y nitrógeno (uso de fertilizantes) dispersado por el agua en áreas de suelo distantes de las destinadas a cultivos, la deforestación, la implementación de sistemas de irrigación y la construcción de represas producen una alteración significativa en los ecosistemas, la cual puede ser propicia para la propagación de enfermedades como la malaria y la esquistosomiasis. En concordancia, se ha postulado que la pérdida de biodiversidad aumenta la susceptibilidad de los individuos a la infección por nuevos vectores de enfermedades.

En ese contexto, actividades como la caza de animales silvestres o la explotación agrícola aumentan la probabilidad de contacto con enfermedades infeccionas presentes en los animales y transmisibles al hombre. Asimismo, las consecuencias de la actividad económica (contaminación ambiental, disminución del número de especies polinizadoras y aumento en el nivel de los océanos) puede comprometer la calidad de la alimentación, la salud cardiovascular y respiratoria.

 

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