La avergonzada ‘señora A’ | 07 JUL 13

El extraño caso de la mujer que tenía orgasmos en su pie

Un estudio describe el primer caso de una mujer que sufría orgasmos en el pie. La convalecencia tras una operación provocó una alteración en su sistema nervioso que conectó sus sensaciones sexuales con un punto de la planta de su pie

Javier Salas
    

La señora A vive en Holanda desde que tenía 21 años. De madre tanzana y padre griego, acaba de cumplir los 55 en pleno disfrute de una vida sexual de lo más provechosa: una media de tres encuentros semanales con su marido. Sin embargo, a finales de 2008 su saludable vida sexual va a sufrir un giro demencial, inimaginable, inédito en la literatura científica. Tras una intervención quirúrgica complicada, pasó una temporada en cuidados intensivos. Al recuperarse, algo se había vuelto completamente loco en su sistema nervioso: comenzó a tener orgasmos, hasta cinco o seis por día, en el pie izquierdo.

No se trata de erotismo fetichista, de una parafilia centrada en los pies estimulada en sensuales masajes. Mucho se ha escrito sobre la sexualidad del pie, esa extremidad que llega a convertirse en objeto de devoción erótica. En el caso de la señora A no había sublimación freudiana, sino sensaciones físicas: siente el orgasmo allí, el clímax se desata en la planta del pie izquierdo, que asciende por su pantorrilla hasta su vagina, según describe. Estos orgasmos duran algo menos que los normales, entre cinco y seis segundos, y la dejan exhausta. Curiosamente, en los encuentros sexuales con su marido, el recorrido se produce al revés: el placentero estallido viaja desde su clítoris y su vagina hasta la planta del pie.

    La mujer llegaba a sufrir media docena de orgasmos al día provocados de forma espontánea en su pie

“[Los orgasmos] sólo se producen durante el día y se sienten como ataques espontáneos, caminando, de pie o en reposo, en sitios diferentes, ya sea en la calle, de tiendas o en el hogar”, describe el estudio en el que se recoge el caso de la señora A—dándole ese nombre ficticio—, cuya situación se había vuelto insostenible: en cualquier momento o lugar, su maldito pie izquierdo desataba un orgasmo inesperado, sin que mediara la más mínima excitación previa. Esos orgasmos podales provocaban, además, lubricación vaginal e incluso pequeñas pérdidas de orina.

Uno de los autores del estudio, el profesor Marcel Waldinger, cuenta que cuando recibió en su despacho a la señora A estaba tan abochornada por lo que le ocurría que le costaba horrores abordar el tema: “Estaba muy avergonzada, lloraba y apenas podía hablar de su problema”. Meses de pruebas después, seguía siendo presa de la vergüenza, una palabra que el estudio de Waldinger menciona hasta en cinco ocasiones. “Durante los exámenes físicos, que se hicieron en numerosas ocasiones en distintos días, tuvimos que detenernos repetidamente después de que ella tuviera uno o dos orgasmos, ya que era muy vergonzoso para la mujer y la dejaba agotada”, explica Waldinger, neuropsiquiatra y profesor de Psicofarmacología Sexual de la Universidad de Utrecht.

Tres años y medio de calvario

A lo largo de esos exámenes, los siete especialistas que llegaron a tratarla —y que firman el estudio— descubrieron que el detonador de esos orgasmos estaba localizado en un punto de la planta de su pie: cerca del nacimiento de los dedos, entre el dedo índice y corazón. Al estimular ese punto, ya fuera un fisioterapeuta con sus manos o mediante pequeñas descargas eléctricas, esa terminación nerviosa saltaba como un resorte, desatando el clímax en la señora A. Del mismo modo, la estimulación eléctrica del lado izquierdo de su vagina provocaba ese orgasmo que descendía por su gemelo hasta el pie.

     ”Estaba muy avergonzada, lloraba y apenas podía hablar de su problema”, recuerda su médico

A lo largo de las ocho páginas que tiene el estudio, los investigadores tratan de desenredar la madeja en que se había convertido su sistema nervioso. En noviembre de 2008, una operación para retirarle la vesícula biliar salió mal y tuvieron que mantenerla durante tres semanas en cuidados intensivos. Al terminar su convalecencia, aparecieron por primera vez alteraciones sensoriales en su pie izquierdo y dolores producidos por estímulos que normalmente no son dolorosos. En junio de 2010 se le recetó un medicamento para tratar de atenuar esas molestias. Dos días después, comenzaron los inéditos orgasmos.

“La única explicación plausible es que los axones más largos se dañaran tras la operación”, explica Waldinger. Los axones son las prolongaciones de las neuronas encargadas de conducir los impulsos nerviosos. Los más largos son precisamente los que pertenecen al nervio ciático, ese que conecta con la médula las sensaciones de la punta del pie. Al ser tan amplio y extenso, está especialmente expuesto a padecer daños como el que debió de sufrir la señora A. La teoría que manejan es que el nervio, comprimido durante la convalencencia, quedó dañado de forma reversible. En ocasiones, la avería es de poca entidad, lo que permite la regeneración del axón lesionado.

 

Comentarios

Para ver los comentarios de sus colegas o para expresar su opinión debe ingresar con su cuenta de IntraMed.

AAIP RNBD
Términos y condiciones de uso | Política de privacidad | Todos los derechos reservados | Copyright 1997-2024