El problema de la “seguridad” desde el punto de vista de la biologia | 15 ABR 09

El hombre, lobo del hombre

Biólogos del comportamiento y la evolución estudian el tema de la “seguridad”, que tanto obsesiona a los habitantes de muchas ciudades del mundo.

Sin ser un sociobiólogo (aunque por momentos parece acercarse bastante), Daniel T. Blumstein estudia las estrategias de seguridad que diferentes especies implementan frente a los predadores. ¿Para imitarlas, quizás?

Por Marcelo Rodriguez

Obsesionado por la “seguridad”, un biólogo estadounidense estudió lo que hacen algunos animales para librarse de la amenaza de sus predadores (aunque parezca obvio, diremos de otras especies) y asegura que hay que prestarles atención: algunas parecen más ingeniosas y hasta más progresistas que el hombre.

El concepto fundamental con que trabaja Daniel T. Blumstein, especializado en ecología del comportamiento, es que cada especie animal tiene patrones de conducta para administrar su tiempo y su energía y que, a lo largo del tiempo evolutivo –de las generaciones–, aquellos que se manejan con pautas más adecuadas al medio logran hacer perdurar, y los que no, se extinguen. Desde esta óptica serán los comportamientos más “costosos” los desfavorecidos por la selección natural y el concepto darwiniano de la supervivencia del más apto se vuelve más específico: la supervivencia del mejor administrador.

Bajo esta premisa, Blumstein, vicetitular del Departamento de Ecología y Biología Evolucionista de la Universidad de California, en Los Angeles, presentó en el último encuentro anual de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia (AAAS), realizado este año en Chicago, lo que consideró su aporte para mejorar los conceptos humanos de seguridad, basado la observación de las especies vivas que, a su entender, mejor minimizan los riesgos a los que los someten sus predadores naturales.

DOS ACLARACIONES PREVIAS

La primera: Blumstein no es un sociobiólogo. No hay en este trabajo suyo una reducción de lo humano a su carácter biológico, ni pretende salvar la distancia entre nuestro ser animal y la complejidad de la cultura interpretando las relaciones sociales como adaptaciones “naturales” para resolver las necesidades básicas, y no pone a la “seguridad” como necesidad biológica.

Tampoco podría hacerlo si quisiera, y aquí viene la segunda aclaración. La propuesta de Blumstein en su reciente conferencia “Living with predators: lessons from behavioral ecology for security (Vivir con predadores: lecciones a partir de una ecología comportamental en torno de la seguridad, AAAS, 2009) es abstraer conceptos obtenidos de la observación y el análisis de otras especies para aplicarlos; según sus propias palabras: “Para manejar amenazas terroristas, tratar con insurgencias, tanto como para el control de los actuales desafíos en bioseguridad”. Los otros animales estudiados se defienden de otras especies; el hombre, en este esquema, no. ¿Había que aclararlo?

LA FALACIA DEL “RIESGO CERO”

Blumstein plantea que siempre se vive con algún grado de riesgo y que, en todo caso, de lo que se trata es de minimizarlo. La permanente disyuntiva de los pequeños roedores de los bosques, tan codiciados por las especies carnívoras de mayor tamaño, es salir de sus madrigueras a buscar alimento o quedarse seguros escondidos en ellas, pero expuestos a morirse de hambre. Por si fuera poco, el encierro minimiza también la posibilidad de tener relaciones sexuales, lo que disminuye sus chances de procrear.

Pues bien, ante la disyuntiva entre guardarse y salir a buscar alimento y pareja, en los modelos teóricos –el ejemplo que da Blumstein se refiere concretamente a marmotas– terminan teniendo más éxito los individuos más conservadores de la especie, es decir que las marmotas que pasan el doble del tiempo óptimo en su escondrijo proliferan más que las que pasan sólo la mitad del tiempo óptimo. De ahí el consejo de “ante la duda, más vale sobreestimar el riesgo”.

SONRIA, LO ESTAMOS FILMANDO

¿Qué actitud es la correcta al ir a retirar plata de un cajero? ¿Moverse lo más rápido posible sin pararse a mirar atrás ni a los costados o mantenerse más tiempo vigilante y alerta (es decir, expuesto)? Acá el biólogo no se juega por ninguna opción, porque hay tantos animales que usan la primera estrategia como la segunda.

 

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