Parte 2 | 19 NOV 08

¿Cómo ser madre y médica..., sin desfallecer en el intento?

Experiencias, vivencias, visiones de nuestras lectoras y un análisis sobre la compleja combinación de maternidad y medicina.
INDICE:  1. Parte 1 | 2. Parte 1
Parte 1





Se sabe que ser madre y profesional no es tarea fácil de compatibilizar. Y si se es médica, muchas veces exige un esfuerzo sobrehumano: residencias, guardias, horarios caóticos, convierten a las madres-médicas en verdaderas estrategas a la hora de repartir el tiempo entre el trabajo, los hijos, y las ocupaciones domésticas. Primero vendrán los pañales, luego los deberes, y más tarde tal vez algún conflicto adolescente. Puede que haya una niñera, un papá, una abuela, y hasta tal vez una tía o una amiga, dispuestos a colaborar.

Aún así, será difícil reemplazar completamente a una madre. Mucho menos si es la biología la que impone restricciones y responsabilidades. Embarazo y lactancia: reemplazantes abstenerse.

Madre y médica…, médica y madre, ¿difícil o imposible?

Más de doscientos cincueta mujeres que han pasado por esta experiencia responden en nuestro FORO de discusión y, a la vez, coinciden: “Difícil, pero no imposible”.

Haciendo lo posible…, haciéndolo posible

El rol de la familia parece jugar un papel esencial a la hora de intentar ser madre y profesional. El hecho de compartir la maternidad con una “paternidad solidaria” y responsable, en donde hay maridos dispuestos a colaborar, ofrece un alivio y una solución a la falta de tiempo. “Tengo la suerte de vivir en una ciudad chica que me permite trabajar full-time y ya no hago guardias. Pero cuando mis hijos eran más chicos las hacía, y mi "santo esposo" se quedaba con ellos y sigue quedándose cuando yo viajo para hacer algún curso o congreso” comenta S.N., cardióloga y madre de 5 hijos. “No existe la formula perfecta –acota- , creo que cada uno hace lo que puede y como puede, sólo debe tratar de sentirse bien con lo que hace”. L.S.A. es una médica argentina que como muchas otras mujeres, considera esencial el rol de su marido: “Comencé mi residencia cuando mi hijo que hoy tiene 19 años, tenia 18 meses. Dude en rendir examen para ingresar pero tuve un gran apoyo, el de mi esposo, que fue el primero en convencerme. Al principio fue difícil ya que vivía de guardia. Al terminar la residencia nació mi segundo hijo que hoy tiene 14 años, aunque hacia guardia tenia más tiempo. Hoy pienso a la distancia que fue lo acertado. Los chicos crecen, todas las etapas son distintas y se disfrutan diferentes, pero se puede”.

Las abuelas también tienen un rol fundamental. “Creo que mi experiencia hasta ahora es positiva, mi esposo y mi madre se turnan para ayudar y logré un día fijo de guardia que es un tema. Mi esposo ha tenido que cambiar un trabajo para poder acompañar. Yo he dejado muchas cosas por esta causa, pero creo que es una causa justa”, afirma S.V.C., especialista en medicina general.

“Ser madre y médica es complicado –afirma K.D.C, médica tocoginecóloga argentina.- pero mucho más si somos de especialidades de urgencia que hace que además tengamos que salir a cualquier hora a resolverla, en mi experiencia es fundamental el apoyo de la pareja, para que pueda ayudar en la tarea de los hijos y la casa”.

"Esta tarea de madre y médica trae consigo muchos sacrificios, y en especial a las personas que nos apoyan, en mi caso mi madre, que es la súper abuela. Es difícil, pero con amor, posible”, afirma A.G.B., anestesióloga cubana.

Pero no siempre la situación es la del marido que colabora. Más allá de la “voluntad” de los “papás”, existen cuestiones de raigambre social, que tienen que ver con la falta de “educación” o “preparación” necesarias para que un padre pueda llevar a cabo aquellas tareas relacionadas con el cuidado de los hijos. Históricamente, la educación que reciben hombres y mujeres es diferente, a la mujer suelen asignárseles aquellas tareas que tienen que ver con lo “afectivo”, mientras que a los hombres se les asigna aquello relacionado a lo “instrumental”. Y, “aunque este reparto está sometido a transformaciones constituye un ideal social que también puede serlo personal”, mencionan Ana Delgado Sánchez, Ana Távora Rivero y Teresa Ortíz Gómez, en “Las médicas, sus prácticas y el dilema con la feminidad”.

Las mismas autoras hablan, además, sobre la existencia de una suerte de “paradoja” que  se produce cuando a su vez, las mujeres, deseosas de repartir con su pareja las tareas vinculadas a la crianza de los hijos, descreen de la capacidad de los hombres para emprender dichas labores. Esto se debe según comentan a un “fuerte sentimiento de patrimonio”, es decir a una suerte de “reticencia a cederles un espacio que socialmente se espera que sea ocupado por ellas”.

M.O.L., es mexicana, médica, madre de dos hijos de 7 y 9 años, y suma a esta situación, la de un marido médico: “mi marido es un gran médico y esposo, no obstante tengo que decir que la educación que ha recibido ha sido un pequeño obstáculo para que pueda adaptarse a la vida familiar. Como padres les es mucho más difícil estar en casa y ocuparse de los niños. El trabaja de tiempo completo y más; por la mañana es jefe de servicio en un Hospital y por la tarde es médico adscrito en otro, esto, no le deja tiempo en la semana más que por teléfono para la familia. Yo sé que por su carácter no sería feliz de otro modo,  después de muchas pláticas entre nosotros se ha involucrado cada vez un poco más”…” creo que esa ceguera muchas veces causada por la educación que recibieron, la vamos quitando poco a poco y sobre todo, transmitir ese cambio a nuestro hijo varón para que el día de mañana las cosas cambien”.

Ante la ausencia de ayuda familiar mucha gente recurre a la asistencia externa. E. I. M., médica clínica, da testimonio de ello y opina: “Creo que lo que hay que tener es ayuda calificada, y preverla desde el momento de la concepción. Tuve 3 hijos prácticamente en un año, 2 mellizas y luego un varón. Trabaje durante 4 hs diarias hasta que empezaron a ir al jardín de infantes. Tuve la suerte de contar con una persona que me ayudo con ellos, y de tener amigos dispuestos a dar siempre una mano. Pude retomar mi actividad de carga horaria completa prácticamente cuando ya estaban los tres en la primaria”.

¿Qué les pasa a las madres?

Sin lugar a dudas el modelo de madre de tiempo completo o  «maternidad intensiva», tal como lo denominan las sociólogas españolas Carlota Solé y Sonia Parella, fue impuesto en la sociedad durante siglos, e interfiere claramente con el nuevo y pretendido modelo de maternidad planteada como «compartida».

La lucha de la mujer moderna, en pugna por «equiparar» al hombre en ciertos aspectos, entra en contradicción con este «mandato» social que rigió durante siglos la vida en familia, y la coloca en un dilema que la mayoría de las mujeres hasta mediados del siglo pasado no enfrentaban. Simplemente la posibilidad de desarrollarse profesionalmente no formaba parte, habitualmente, de las proyecciones en la vida femenina.

Solé y Parella lo explicitan: “si bien las prácticas cotidianas rompen con el modelo de la «maternidad intensiva» y se encaminan hacia formas de maternidad «compartida» y menos presencial, el peso del imaginario de la «maternidad intensiva» sigue generando frustración y ambivalencia en unas mujeres que no están dispuestas a ver menguar su carrera profesional; pero a las que, al mismo tiempo, les gustaría poder dedicar mayor atención a sus hijos”. Todo esto se encuentra enmarcado dentro de la falta de corresponsabilidad masculina en la esfera reproductiva y es causante de que estas mujeres perciban que con la llegada de los hijos su calidad de vida es la que se deteriora y no la de sus cónyuges, afirman Solé y Parella. “Para ellos, ser «padres» y seguir una trayectoria profesional «exitosa» se plantea como algo compatible, que no implica renuncias ni a nivel práctico ni a nivel simbólico”, prosiguen.

Ese imaginario es el responsable de generar el gran dilema a la hora de la elección entre la dedicación a la carrera o la familia. Si bien estas dos posibilidades no resultan mutuamente excluyentes, por lo general ambos aspectos entran en conflicto en alguna etapa del desarrollo profesional o familiar. “El mito de la maternidad «intensiva» sigue estando bien arraigado en el imaginario colectivo de las mujeres, pese a su inoperatividad en la práctica cotidiana en muchos casos. El dilema ante aspiraciones incompatibles genera un fuerte sentimiento de frustración, estrés, angustia y culpabilidad”, recalcan Solé y Parella.

«Mami, no te vayas...»

Frustración, estrés, angustia y culpabilidad. Muchas madres han transitado por estas sensaciones.  Es el caso de C.B., médica tocoginecóloga, y madre de dos hijos: “No sólo tuve ganas de tirar todo por la ventana con respecto a mi carrera como médica más de una vez, sino que ¡me sigue pasando!” –exclama-. “Tengo momentos de mucha desesperación en los que quiero abandonar todo y ser solo mamá por muchas razones, especialmente por culpa, que creo que es una condición que acompaña permanentemente a la madre. Los momentos son muchos: cuando un hijo se enferma y está con fiebre...renunciarías a todo por quedarte con él, en los actos escolares, cuando te dicen «mami, no te vayas»…".

A.M.D.D., uruguaya y médica clínica, comenta: “La angustia por la disminución de cantidad de horas dedicadas a estudiar ir a cursos a actualizaciones a las que antes siempre iba es lo que mas me ha angustiado luego de tener familia y reintegrarme a trabajar.  Hoy con un bebé de un año lo más que hago es trabajar, pero ha bajado mi rendimiento como médico”.

 

Comentarios

Para ver los comentarios de sus colegas o para expresar su opinión debe ingresar con su cuenta de IntraMed.

AAIP RNBD
Términos y condiciones de uso | Política de privacidad | Todos los derechos reservados | Copyright 1997-2024