Mejoran con el tiempo | 26 FEB 21

La infección por coronavirus genera linfocitos B de memoria

Una de las preguntas clave de la pandemia es saber el tipo de inmunidad que genera el virus y el tiempo que se mantiene. Hay noticias positivas.
Autor/a: Jesús Méndez Agencia SINC, España

 La infección produce linfocitos B de memoria que no disminuyen seis meses después. Además, evolucionan. Los anticuerpos que producen tienden a ser más potentes y versátiles, y podrían ser más eficaces contra nuevas variantes.

El paisaje de las defensas contra la covid va completándose prácticamente en directo. Ahora ha aparecido una nueva pieza del puzle, y son buenas noticias. Un trabajo publicado en la revista Nature muestra que la infección no solo genera anticuerpos que duran al menos unos meses, sino también linfocitos B de memoria, células capaces de volver a producirlos ante un nuevo encuentro con el virus.

Las noticias son buenas y, al mismo tiempo, también sorprendentes. A los seis meses de la infección estos linfocitos no disminuyen, incluso pueden aumentar. Además, los anticuerpos que generan tienden a ser de mejor calidad. Algunos tienen más potencia, presentan más variedad en general y parecen ser más eficaces contra algunas variantes del coronavirus.

Es decir, no solo esperan sino que evolucionan. Trabajan en la sombra.

Un paso más allá

“Hemos visto muchos estudios sobre recuentos de anticuerpos y similares en estos últimos tiempos, pero este va a un nivel más profundo y observa a las células B de memoria reales”, escribe el químico Derek Lowe en su blog de la revista Science.

“Se trata de un trabajo muy completo y muy bien hecho que va un paso más allá y añade aún más información a algo que ya íbamos teniendo claro”, resume Marcos López Hoyos, jefe del Servicio de Inmunología del Hospital Marqués de Valdecilla y presidente de la Sociedad Española de Inmunología, “y es que una vez pasada la infección permanecemos al menos un buen tiempo protegidos frente a ella”.

Los investigadores analizaron la sangre de 87 pacientes que habían superado la covid. Las muestras habían sido tomadas unos 40 días después del inicio de los síntomas, pero también seis meses después, aprovechando una visita de seguimiento.

Se trata de un trabajo muy completo y muy bien hecho que va un paso más allá y añade aún más información a algo que ya íbamos teniendo claro, Marcos López Hoyos

Aunque hemos visto muchos estudios sobre recuentos de anticuerpos, este comienza también analizándolos. Seguían presentes, pero su cantidad se redujo con el tiempo —como otros trabajos ya habían visto— y el poder de neutralización del virus se redujo hasta una quinta parte de la inicial. Sin embargo, “lo que nos interesa especialmente a los inmunólogos”, afirma López Hoyos, “no son tanto los anticuerpos como saber si se desarrollan células de memoria”.

Los anticuerpos presentes en la sangre son proteínas que se producen durante la infección o en el tiempo inmediatamente posterior a ella y luego suelen ir disminuyendo, mientras que las células de memoria son linfocitos T o B capaces de reconocer al virus si este vuelve a presentarse. Aunque no actúen de forma tan inmediata como los anticuerpos circulantes, sí pueden montar una respuesta rápida y potente contra él.

Los linfocitos T actúan contra el virus cuando este ha entrado en las células —protagonizan la llamada inmunidad celular—. Se sabía ya que el nuevo coronavirus los genera y que pueden durar al menos unos meses. Lo que no se sabía bien —aunque ya había algunas evidencias— era si se producían linfocitos B de memoria capaces de producir nuevos anticuerpos, “anticuerpos de los buenos, además”, precisa López Hoyos.

Ahora se sabe mejor. No solo se producían, sino que su cantidad no disminuía a los seis meses. “En promedio, el número de estos linfocitos que producen anticuerpos contra el talón de Aquiles del virus [la parte por la que se une a nuestras células] se mantuvo igual. Eso son buenas noticias porque son los que necesitas si te encuentras al virus de nuevo”, dice Christian Gabler, investigador de la Universidad Rockefeller, en Nueva York, y primer firmante del artículo.

Además, otro trabajo publicado casi en paralelo en la revista Science lo confirmaba: mientras que los linfocitos T disminuían de tres a cinco meses después, los B no solo no se reducían, sino que incluso aumentaban con el tiempo.

El siguiente paso fue estudiar estas células más de cerca, y entonces llegaron sorpresas.

Linfocito B humano. / Wikipedia

Linfocitos que evolucionan… y mejoran

Hay un término en la jerga inmunitaria llamado “hipermutación somática”. Significa, básicamente, que los linfocitos tienen permiso para mutar, para cambiar. Si todos tuvieran el mismo ADN fabricarían siempre el mismo anticuerpo, y eso los haría inservibles ante tanta y tan variadas amenazas. Para evitarlo, los linfocitos activados se relajan y permiten muchos más cambios de los habituales en la zona que fabrica los anticuerpos. Luego, de entre todo el abanico, se seleccionan los mejores.

 

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