| 24 FEB 20

¿Qué son las neurociencias del lenguaje?

Un panorama sobre cómo se estudia la relación entre el lenguaje y el cerebro en Argentina.
Autor/a: Jorgelina Martínez Grau CONICET dialoga

Las neurociencias del lenguaje son una rama de la neurociencia cognitiva, disciplina que trata de entender la relación entre las experiencias mentales y la biología humana, y se enfatiza en el cerebro y sus vínculos con el cuerpo. Los seres humanos tenemos muchas capacidades mentales distintas que pueden ser exploradas científicamente.

Hay investigadores que se interesan por conocer la base cerebral de la memoria; otros estudian el origen de las emociones, la atención, la conciencia. Tratar de comprender cómo el lenguaje —esa capacidad humana de comprender y producir enunciados, de adquirir una lengua materna o aprender un idioma extranjero— se relaciona con el cerebro es tarea específica de las neurociencias del lenguaje.

Adolfo M. García es investigador del CONICET, especialista en neurociencias del lenguaje, y uno de los científicos argentinos que más conoce sobre estas ciencias. Primero se formó como traductor y profesor de inglés, y se inició así como lingüista general. Luego, su curiosidad por la intersección entre el lenguaje y el cerebro lo llevó a adentrarse en el mundo de la neurolingüística y fue así que pudo capacitarse en la Universidad de Nueva York y en la Universidad Rice, Estados Unidos. En el doctorado, combinó dos de sus pasiones: la traducción y los nuevos estudios sobre el cerebro. En la actualidad, se desempeña como director científico del Laboratorio de Psicología Experimental y Neurociencias (LPEN) del Instituto de Neurociencia Cognitiva y Traslacional (INCYT), que depende del CONICET, la Fundación INECO y la Fundación Favaloro.

“Las neurociencias del lenguaje también se interesan por saber qué le ocurre al cerebro cuando se afectan nuestras capacidades lingüísticas, ya sea por un declive cognitivo propio de la edad o por alguna patología cerebral, ya sea adquirida (como en las afasias) o neurodegenerativa, por ejemplo, en las enfermedades de Alzheimer o Parkinson”, explica García y acota: “Básicamente, buscamos entender el lenguaje en términos neurobiológicos”.

Investigando el lenguaje

El lenguaje es un fenómeno diverso y complejo, por lo que puede ser abordado de diversas maneras. En primer lugar, puede investigarse mediante sus productos, es decir, se pueden tomar muestras de lo que las personas escriben o grabar lo que dicen y, a partir de ahí, inferir los procesos mentales que estuvieron a la base de esa producción. También se lo puede explorar mediante evidencia conductual: “Un experimento típico consiste en que una persona se siente frente a una pantalla en donde aparecen diversas palabras y debe apretar una tecla cada vez que aparece una palabra que cumple con cierta condición, por ejemplo, estar escrita en cierto color o pertenecer a una categoría particular”, describe García.

En este tipo de experimentos se pueden ver dos aspectos: 1) la precisión o eficacia, es decir, cantidad de aciertos y 2) la eficiencia, el tiempo empleado para categorizar una palabra. Estos estudios se pueden combinar con mediciones cerebrales: “Mientras el individuo realiza una tarea, como la de categorización, se puede utilizar la técnica de electroencefalografía, en la cual se le coloca a la persona una gorra con numerosos electrodos y se le va midiendo la actividad eléctrica del cerebro mientras procesa cada palabra”, explica. El resultado es una cronometría muy precisa de cuándo se inició el proceso que interesa estudiar y cuándo hubo un pico eléctrico específico asociado a él.

Las tareas conductuales también pueden combinarse con técnicas de neuroimágenes, como la resonancia magnética funcional. Con ella se puede ver, por ejemplo, cuáles áreas cerebrales se activan más intensamente cuando uno está haciendo determinada tarea. Este abordaje sirve para resolver preguntas del tipo “dónde”, ya que se registran cambios hemodinámicos en regiones específicas del cerebro. Con los datos obtenidos se puede trazar una cartografía cerebral del lenguaje.

Las distintas técnicas existentes permiten estudiar las múltiples dimensiones del cerebro que están relacionadas con los diversos aspectos de las capacidades lingüísticas. “No existen técnicas buenas ni malas, cada una es útil para responder a los distintos interrogantes científicos”, afirma García.

Estudios en neurociencias del lenguaje en Argentina

García y su equipo también han explorado las habilidades lingüísticas de pacientes con enfermedades cerebrales mediante inteligencia artificial. “Hace unos años, hemos entablado una colaboración con el Watson Center de IBM en Nueva York en la que hacemos lo siguiente: Le pedimos a personas sanas y a pacientes con enfermedad de Parkinson que nos cuenten una historia, por ejemplo, qué hacen en un día cotidiano. El relato es libre, no posee ninguna restricción. Grabamos esas historias, las transcribimos y las pasamos a una computadora. Luego, utilizamos inteligencia artificial para que la computadora aprenda cuáles son las características típicas de cómo narra una historia una persona sana y cuáles son las características típicas del modo de relatar de un paciente con enfermedad de Parkinson”.

Se puede entrenar a la computadora para que aprenda cuáles son las características gramaticales o semánticas típicas del discurso de un paciente con Parkinson y de alguien sano. Una vez que se entrena un software específico, se le da un texto nuevo y la computadora tiene que decir si este fue producido por una persona con Parkinson o por una persona sana. El científico se entusiasma: “Con este cruce entre las ciencias del lenguaje y la inteligencia artificial, estamos logrando detectar y clasificar automáticamente si un texto fue producido por una persona sana o con Parkinson con más del 80% de éxito”.

Estos estudios demostrarían que el lenguaje espontáneo, normal y cotidiano puede brindar indicios de cuál es el estado del cerebro de una persona y puede servir para detectar patologías. Las ventajas de este tipo de intervención son significativas: a) no son pruebas invasivas, o sea, no suponen ningún tipo de intervención sobre el paciente; b) no son costosas, ya que solo se debe grabar al paciente y después ingresar la información en los algoritmos; c) no es cansador para el individuo, a diferencia de las pruebas cognitivas típicas, como la de categorizar palabras, que suelen ser largas y tediosas. Incluso, la inteligencia artificial permite obtener altas tasas de eficiencia con uno o dos minutos de grabación de audio. “Las enfermedades neurodegenerativas no tienen cura, pero mientras más temprano se detectan, se puede intervenir mejor con un programa de rehabilitación motora, prevención y rehabilitación cognitiva para retrasar o aminorar el impacto de los síntomas. Por eso, los biomarcadores lingüísticos pueden ser de gran ayuda”, enfatiza García.

 

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