Estudios de imagen y neuropéptidos | 02 OCT 20

Fisiopatología de la cefalea en racimos

En pacientes que experimentan cefalea en racimos es posible detectar alteraciones estructurales y funcionales en el hipotálamo y en las áreas que conforman la matriz del dolor
Autor/a: Buture A, Boland J, Dikomitis L, Ahmed F Journal of Pain Research 12:269-281 2019
Introducción

De los cuadros clínicos cuyo síntoma característico es el dolor de cabeza, la cefalea en racimos (CR) es el de mayor gravedad.

En este sentido, los pacientes experimentan dolor agudo en un lado de la cabeza (en ocasiones, puede ser bilateral o afectar la región cefálica derecha o izquierda), en episodios que se mantienen de 15 min a 3 h y que pueden ser recurrentes durante el día (hasta 8 ataques) o en las jor­nadas subsiguientes; esta situación ha conducido, en ciertos casos, al suicidio.

Cabe destacar que esta cefalea primaria se presenta en conjunción con agitación, congestión nasal, rinorrea, lagrimeo, edema en el párpado y ptosis, hiperemia conjuntival (correspondiente a la región cefálica afectada por el dolor), miosis y sudoración en la frente y el rostro.

El objetivo de la presente revisión fue exponer la infor­mación respecto de los mecanismos subyacentes a la CR, obtenida a partir de estudios realizados con marcadores bio­lógicos (neuropéptidos) y de neuroimagen.

Estructuras nerviosas y neuropéptidos implicados en la CR

Con el objetivo de determinar las estructuras nerviosas y los mecanismos subyacentes a la CR, se evaluaron las observacio­nes efectuadas en estudios de neuroimagen y bioquímicos.

Los primeros comprenden la técnica de imágenes por resonancia magnética funcional (IRMF), morfometría basada en vóxel (MBV), tomografía por emisión de positrones (TEP), tomogra­fía computarizada por emisión de fotón único (SPECT, por su sigla en inglés), tractografía mediante imagen ponderada por difusión, imágenes con tensor de difusión (ITD) y estadística es­pacial basada en tractos nerviosos (TBSS, por su sigla en inglés).

En particular, la MBV se utiliza para determinar la presen­cia de anomalías estructurales en localizaciones puntuales de la sustancia gris, y la ITD para establecer las alteraciones en la sustancia blanca mediante la estimación de la difusividad y la anisotropía fraccional.

En este sentido, al estudiar la arquitec­tura axonal, la anisotropía fraccional (la difusión del líquido va­ría de acuerdo con la dirección en la que es evaluada) permite establecer la existencia de difusión libre en el área analizada o condicionada por la presencia de tractos nerviosos (valores de 0 [máxima isotropía] y 1 [máxima anisotropía], respectivamen­te).

La estimación de dicho parámetro requiere la valoración mediante tractografía y la división en vóxeles de las diferentes regiones del cerebro estudiadas, en la aplicación de la TBSS. Por otra parte, la actividad neuronal en las diferentes estructuras nerviosas puede ser estudiada mediante PET, SPECT e IRMF.

En particular, la SPECT y la IRMf demuestran las modificaciones en el flujo sanguíneo cerebral mediante la detección de las emisio­nes del radioisótopo 133xenón o las variaciones en los niveles locales y transitorios de oxígeno en sangre (lo cual es indicativo de la oxigenación del tejido nervioso), respectivamente.

Asimis­mo, el funcionamiento de las estructuras nerviosas puede ser evaluado por medio del consumo de glucosa registrado en el procedimiento de PET, en el que se administra al paciente una molécula análoga a la glucosa marcada con un radionúclido emisor de positrones (fluodesoxiglucosa).

Entre las estructuras nerviosas que muestran anomalías en pacientes con CR se encuentra el hipotálamo, en el que se ob­servó un patrón de conectividad alterado en el funcionamiento de redes neuronales (uso de IRMF).

Al evaluar cuadros cróni­cos y episódicos mediante la aplicación de MBV, se verificó un aumento en el volumen de su porción anterior, lo que podría indicar la participación del núcleo supraóptico, presente en di­cha localización, en la regulación de la recurrencia de este tipo de cefalea.

Asimismo, en la PET combinada con angiografía de resonancia magnética se registró mayor actividad neuronal en la parte inferior de la porción posterior del hipotálamo, en pa­cientes con CR episódica (n = 17).

Por otra parte, por medio de ITD e IRMF fue posible detectar anomalías estructurales y funcionales en la matriz del dolor, la cual procesa e integra la información proveniente del estímulo nociceptivo y está con­formada por las áreas somatosensoriales primaria y secunda­ria, la corteza prefrontal, el tálamo y la región anterior del giro cingulado.

En concordancia, se detectó el compromiso en la actividad de otros circuitos implicados en el procesamiento de las señales dolorosas, como el área occipital y las redes de sa­liencia y cerebelar.

Cabe destacar que se registró, por medio de MBV, la disminución del volumen de la sustancia gris en los centros nerviosos que procesan la información nociceptiva, re­ducción que afectó al giro frontal y la corteza insular izquierda, y la parte derecha del giro precentral, del giro temporal medio, de la corteza cingulada posterior y del tálamo, así como la parte anterior del núcleo caudado derecho e inferior del lóbulo tem­poral del hemisferio izquierdo.

 

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