Opciones terapéuticas actuales y futuras | 11 SEP 18

Trastornos funcionales del intestino

Las opciones terapéuticas para los trastornos funcionales del intestino son variadas y se enfocan en el síntoma predominante
Autor/a: Simrén M, Tack J Fuente: Nature Reviews Gastroenterology and Hepatology 1-17, Jun 2018 New treatments and therapeutic targets for IBS and other functional bowel disorders
Introducción

Los trastornos funcionales del intestino (TFI) comprenden diversas enfermedades caracterizadas por síntomas en el tracto digestivo inferior, cuya causa no se halla en las alteraciones en la estructura del órgano o mediante exámenes clínicos de rutina.

Los criterios Roma IV definen cinco enfermedades:

  • síndrome de intestino irritable (SII),
  • constipación funcional,
  • diarrea funcional,
  • distensión abdominal funcional y
  • trastorno no especificado. 

 Sin embargo, existe solapamiento entre ellos y, con frecuencia, sucede la transición de uno hacia otro con el transcurso del tiempo. El SII es uno de los más estudiados, con una prevalencia mundial de aproximadamente 11%; puede estar asociado con fibromialgia, lumbalgia y cefaleas crónicas, entre otras comorbilidades.

A pesar de ser trastornos frecuentes, en la actualidad las opciones terapéuticas eficaces son limitadas, ya que el objetivo de la mayoría reside en la mejoría del síntoma predominante y no en su espectro completo. 

Actualmente se considera que estos trastornos se deben a una alteración en el eje cerebro-intestino en los TFI, por lo cual pueden existir alteraciones en la motilidad gastrointestinal, incremento en la permeabilidad del intestino, activación inmunológica y alteración de la flora intestinal. 

En este trabajo, los autores decidieron efectuar una revisión sobre los tratamientos nuevos para el SII y otros TFI.

Tratamientos actuales

Los tratamientos actuales de primera elección para el SII se focalizan en el síntoma predominante.

Para los pacientes con SII y predominio de diarrea (SII-D) se recomienda el empleo de loperamida, ya que actúa como agonista del receptor opioide mu y provoca el retraso en el tránsito intestinal, mejora la consistencia de las heces y la frecuencia de defecación, aunque no ejerce efectos bien definidos sobre otros síntomas del SII.

En los pacientes con SII y predominio de constipación (SII-C) se indica el incremento de fibras solubles en la alimentación para estimular la secreción de agua, aunque los efectos sobre otros síntomas son menos notorios.

Los laxantes osmóticos, como el polietilenglicol, de elección en los casos de constipación crónica, crean un gradiente osmótico que atrae agua hacia el lumen intestinal. Los resultados de ensayos clínicos avalaron su empleo en el SII-C como agente de primera elección.

Los antiespasmódicos relajan el músculo liso mediante efectos anticolinérgicos o antagonismo sobre el calcio y, con frecuencia, se emplean como agentes de primera línea en el SII en el que predomina el dolor. Su eficacia se demostró en diversos metanálisis, en particular sobre la disminución del dolor y la distensión, aunque son escasos los datos sobre la mejoría general de otros síntomas.

Otros tratamientos de segunda línea incluyen a los antidepresivos tricíclicos y los inhibidores de la recaptación de serotonina, dado que las fibras nerviosas descendentes desde el tronco cerebral desempeñan un papel en el procesamiento del dolor, por lo que podrían amplificar su respuesta.

Tratamientos nuevos

La mayoría de los pacientes con SII manifiesta que la ingesta de alimentos empeora los síntomas, en particular luego de consumir grasas, hidratos de carbono de absorción incompleta y alimentos ricos en calorías. Los alimentos actúan mediante efectos químicos, mecánicos, osmóticos o a través de su interacción con la flora intestinal.

La recomendación actual se basa en la modificación del consumo de alcohol, grasas, picante y cafeína, entre otros, y en el tamaño y el número de comidas diarias.

Si con estas recomendaciones no se logra la mejoría y el control de los síntomas, se sugiere reducir el consumo de alimentos ricos en monosacáridos, disacáridos y oligosacáridos y de polioles fermentables, ya que en algunos ensayos clínicos la restricción de estos nutrientes se asoció con beneficios a corto plazo.

También se estudió el empleo de antibióticos no absorbibles, como la neomicina y la rifaximina, fármaco aprobado por la Food and Drug Administration para el tratamiento del SII-D, que se puede repetir hasta dos veces más en caso de recaída luego de una respuesta inicial, sin incremento en la resistencia de la flora intestinal bacteriana a este antibiótico.

Los probióticos son microorganismos vivos e incluyen especies diversas de Lactobacillus Bifidobacterium. Si bien su empleo se estudió en diversos ensayos clínicos, los resultados no fueron uniformes; los datos publicados sugieren un efecto positivo en los síntomas del SII en comparación con placebo, aunque no hay información clara sobre la superioridad entre ellos. 

Lo mismo sucede con los prebióticos (ingredientes de las comidas que permenecen sin digerir y estimularían el crecimiento o la actividad de bacterias relacionadas con la salud) y los simbióticos (combinaciones de prebióticos y probióticos que presentarían sinergia de sus efectos individuales).

Los resultados positivos observados con el trasplante de microflora fecal en pacientes con infecciones graves y recurrentes por Clostridium difficile han generado interés en el tratamiento de los TFI. Hasta el momento, se ha realizado un único ensayo clínico aleatorizado y controlado y se publicaron series de casos con resultados promisorios.

 

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