Radiografía del mosquito del zika que tiene en jaque al mundo | 02 MAR 16

‘Aedes aegypty’, un peligro público de 4 milímetros

El virus del zika es una emergencia internacional de salud pública y el mosquito que lo transporta coloniza cada vez más territorios.

Este pequeño viajero, que tiene sus mejores aliados en los desplazamientos humanos y el cambio climático, lleva siglos especializándose en picar a nuestra especie. Brasil ha puesto en marcha al ejército contra él. Los científicos buscan soluciones más sofisticadas, como liberar ejemplares estériles, infectarlos con bacterias o manipularlos genéticamente.

Solamente los ejemplares femeninos de esta especie se alimentan de la sangre de nuestra especie. Cuando pican, transmiten enfermedades a través de los virus que albergan en su organismo, como el del zika, el dengue y el chikunguña.

Una hembra de Aedes aegypti en plena acción, picando a un humano. Solamente los ejemplares femeninos de esta especie se alimentan de la sangre de nuestra especie. Cuando pican, transmiten enfermedades a través de los virus que albergan en su organismo, como el del zika, el dengue y el chikunguña.

El mayor enemigo al que se enfrenta un país gigante como Brasil, del tamaño casi de un continente, mide entre 4 y 7 milímetros. Se trata de un bicho que se reproduce en ciclos de siete a diez días y ataca siempre en la vigilia. El Aedes aegypti es uno de los tres mosquitos más peligrosos del mundo junto al mosquito tigre (Aedes albopictus) y el de la malaria (Anopheles gambiae); y el responsable de la transmisión de virus que afectan a millones de personas en todo el planeta: dengue, zika, chikunguña, fiebre amarilla e incluso virus del Nilo Occidental.

Procedente de África, donde fue clasificado hace más de tres siglos, su nombre se eligió a conciencia: en griego antiguo “aedes” significa desagradable, insoportable, insufrible; y su apellido “aegypti” indica que se identificó por primera vez en Egipto. Antes de saltar mundialmente a la fama por el zika, se le ha conocido como el mosquito de la fiebre amarilla, una enfermedad que mata a 44.000 personas cada año. El insecto parece estar genéticamente preparado para resistir los intentos de exterminarlo.

El cambio climático, su aliado

Su migración por el mundo puede haber tenido dos grandes aliados: los viajes globalizados y el calentamiento del planeta. “Este año, por las características del fenómeno de El Niño, se esperaba que las poblaciones de mosquitos se expandieran”, señaló Margaret Chan, directora de la Organización Mundial de la Salud (OMS) al declarar el zika una emergencia internacional el 1 de febrero de 2016 por su posible relación con miles de casos de microcefalia en bebés.

Mapa predictivo del riesgo de transmisión del zika en función de los destinos de los viajeros que salen de Brasil. / The Lancet

 

“Sí, se cree que el cambio climático ha contribuido a la propagación de esta especie de regiones tropicales a otras más subtropicales, e incluso partes de Estados Unidos”, explica a Sinc el profesor Thomas Walker, de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres.

El mosquito es un viejo conocido en las Américas. En la guerra hispano-estadounidense de 1898 generó una epidemia de fiebre amarilla que mató más soldados que los que murieron por las armas y los cañonazos.

Considerado típico de zonas tropicales y subtropicales, el Aedes aegypti, de color negro con patas rayadas, posiblemente viajó a América por primera vez alrededor del año 1600 junto a los conquistadores españoles, escondido en los barriles de agua de los barcos que traían esclavos al nuevo continente.

“Hace entre 4.000 y 6.000 años evolucionó para vivir en hábitats humanos. Fue esta forma doméstica la que se introdujo en el Nuevo Mundo y más tarde, probablemente en 1890, llegó a Asia”, explica a Sinc Jeffrey Powell, profesor de Ecología y Biología evolutiva de la Universidad de Yale. Powell se declara un apasionado del Aedes aegypti, al que ha estudiado durante 50 años. “Parte de su adaptación fue tomar sangre para sus comidas de la fuente disponible más segura: tú o yo”, continúa.

Sigiloso, resistente y muy adaptado

Actúa con un sigilo supremo, sin zumbidos. No deja una gran picadura. Ataca a cualquier hora del día, aunque prefiere las primeras horas de la mañana o la tarde, y casi nunca por la noche, como sí hace el mosquito de la malaria. Solo la hembra se alimenta de los humanos, puesto que necesita nuestra sangre para desarrollar sus huevos, mientras que el mosquito macho prefiere el néctar de las plantas.

Los adultos viven entre cuatro y seis semanas. Succionan sangre cada tres o cuatro días y en su búsqueda pican a muchas personas, transmitiendo a su paso el virus. Cada mosquito hembra puede poner más de 400 huevos en cuatro ciclos reproductivos relativamente rápidos. De siete a diez días después habrá nacido un nuevo mosquito adulto que portará el virus de su progenitora.

Los huevos soportan las sequías durante más de un año, hasta que encuentran una pequeña cantidad de agua estancada en la que crecer

Los huevos presentan una particularidad: son capaces de soportar largas temporadas de sequías durante más de un año, hasta que encuentran una pequeña cantidad de agua estancada en la que crecer y convertirse en larva, pupa y mosquito adulto de nuevo.

Vuela tan solo un rango de entre 200 y 400 metros, lo que condiciona todos sus hábitos de alimentación y reproducción y lo ha llevado a convertirse en un mosquito doméstico, urbano y de hábitos domiciliarios: vive cerca de las casas y se reproduce en cualquier pequeño lugar donde haya agua limpia estancada.

Contenedores de agua guardada para lavar o cocinar, maceteros, tuberías externas de aires acondicionados, restos de neumáticos y jardineras son algunos de los más frecuentes, pero se han documentado hasta 20.000 lugares donde el mosquito puede poner sus huevos y reproducirse, a veces en lugares minúsculos.

“Necesitan muy pocos nutrientes, un pequeño tapón de una bebida donde se acumuló un poco de agua es suficiente”, explica a Sinc Carolyn McBride, profesora asistente de Ecología y Biología de la evolución de la Universidad de Princeton (EE UU), especializada en el Aedes aegypti.

Hembras especialistas en chuparnos la sangre

“Únicamente vive en asociación con los humanos y en los últimos 10.000 años partes de su fisiología se han especializado para digerir nuestra sangre de forma eficiente. La morfología y el comportamiento también han evolucionado para aprovecharse de nosotros”, continúa McBride.

“El Aedes aegypti ha desarrollado una increíble capacidad de detectar el olor humano. Puedes ponerte un guante de laboratorio y recortar un pequeño agujero de forma que apenas un centímetro de piel está expuesta y serán capaces de encontrarlo”, señala la investigadora. Ni el sudor posterior al ejercicio ni los perfumes puede engañarlo. “Prefiere con diferencia el olor de los humanos al de otros animales”, explica.

 

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