Intersexuales: cuando genética, gónadas y genitales no coinciden | 10 FEB 16

No sé qué sexo tengo

Uno de cada 2.000 bebés nace con una diferencia en el desarrollo sexual: presentan ciertos rasgos físicos masculinos y otros femeninos.
Autor/a: Marta Sofía Ruiz  Agencia SINC

Son intersexuales. ¿Qué sexo se les asigna? ¿Con qué género se identificarán? Asociaciones de todo el mundo trabajan para eliminar el estigma del hermafroditismo y acabar con las cirugías normalizantes que durante años se les han practicado a estos niños y niñas.

El desarrollo sexual diferente se produce cuando un individuo presenta a la vez características genéticas y fenotípicas propias de varón y de mujer. Puede tener, por ejemplo, un cariotipo masculino y órganos sexuales ambiguos o de apariencia femenina.

Corren los años 70 y, mientras el cuerpo de las compañeras de Calíope empieza a cambiar, la joven adolescente sigue exactamente igual. Cada día se sienta en su pupitre, pensando que la naturaleza se ha olvidado de ella. Un tiempo después empieza la transformación. Crece y su voz se vuelve un poco más grave; sus rasgos, angulosos. El uso del sujetador sigue siendo meramente testimonial y la regla continúa sin aparecer.

Preocupados por su desarrollo, y tras varios diagnósticos vagos, sus padres la llevan a un especialista. Callie, como la llaman cariñosamente, es lo que el doctor Luce describe como “un pseudohermafrodita masculino” –genéticamente hombre, pero con apariencia de mujer– debido al síndrome de deficiencia de 5-alfa reductasa, una de las patologías que causan una diferencia en el desarrollo sexual.

Tras muchas pruebas, el doctor dictamina que, al haber crecido educada en un rol femenino, ella es, en realidad, una chica. Calíope, quien le ha mentido en la mayoría de las preguntas de la evaluación psicológica, se va de casa para evitar la cirugía feminizante que le quitará su clítoris inusualmente grande y comienza a llamarse a sí misma Cal. Se ha dado cuenta de que, en realidad, es un chico.

Las anomalías de la diferenciación sexual se originan en el desarrollo fetal y su frecuencia es inferior a 1 de cada 2.000 recién nacidos

Cal es el protagonista de la novela Middlesex, escrita por Jeffrey Eugenides y premio Pulitzer en el año 2003. Narrada en primera persona, la historia comienza con Cal explicando que nació dos veces: como niña primero, un increíble día sin niebla tóxica de Detroit en enero de 1960; y como chico después, en una sala de urgencias cerca de Petoskey, Michigan, en agosto de 1974.

El desarrollo sexual diferente se produce cuando un individuo presenta a la vez características genéticas y fenotípicas –la manifestación física de ese genotipo– propias de varón y de mujer. Como le sucede al protagonista de Middlesex, se puede tener, por ejemplo, un cariotipo masculino y órganos sexuales ambiguos o de apariencia femenina.

También denominadas anomalías de la diferenciación sexual (ADS), estas diferencias se originan en alguna de las etapas del desarrollo fetal. Su frecuencia es baja, inferior a 1 de cada 2.000 recién nacidos, aunque variable según las causas, por lo que se incluyen actualmente dentro de la definición de enfermedades raras.

Genes, gónadas y genitales no son lo mismo

La determinación del sexo genético tiene lugar en el momento de la concepción: si el espermatozoide que fecunda el óvulo es portador de un cromosoma sexual Y, dará lugar al nacimiento de un niño (XY). En el caso de que sea portador de un cromosoma X, el futuro bebé será genéticamente una niña (XX).

La diferenciación del sexo gonadal (con la presencia de ovarios o testículos) y del sexo genital (pene o vagina) se produce durante periodos críticos de la vida del feto en los que puede sufrir anomalías, que llevan a una alteración en el desarrollo sexual cuando alguno de los tres niveles (sexo genético, gonadal y genital) no coincide con los demás.

Las personas con un desarrollo sexual diferente pueden tener discrepancias entre sus genitales internos y externos, entre los cromosomas y los genitales, poseer simultáneamente tejido ovárico y testicular, o unos genitales ambiguos.

Asignación del sexo

En España, cuando nace un bebé es obligatorio asignarle un sexo. En el caso de los bebés con alguna diferenciación en el desarrollo sexual, desde el consenso de Chicago publicado en 2006, un equipo médico formado por pediatras endocrinólogos, cirujanos pediátricos, genetistas y pediatras urólogos hacen pruebas para conocer los cromosomas, las gónadas y las hormonas del bebé. Con los resultados, el equipo médico asigna un sexo, basado en el género con el que se han sentido mayoritariamente identificados en su vida adulta otras personas con su mismo diagnóstico.

En España hay ocho días para asignar el sexo, pero si después se llega a la conclusión de que sería mejor cambiarlo, se puede hacer

“En España hay ocho días para asignar el sexo, pero si después, a lo largo de la infancia, los padres, tutores y los profesionales que lleven el tratamiento del menor llegan a la conclusión de que sería mejor la asignación de otro sexo, se puede cambiar –explica Laura Audí, investigadora del grupo de Endocrinología Pediátrica del Hospital Vall d' Hebron y experta en diferencias en el desarrollo sexual–. No es como el cambio en las personas transexuales. Con un informe médico y la voluntad de la familia, se puede resolver”.

A pesar de la posibilidad de cambiarlo, la situación puede generar situaciones de estrés para la familia y el menor. “Tiene que pasar por un juez, este tiene que aprobarlo… Son situaciones legales que probablemente van a ir evolucionando”, concreta Audí.

El 1 de noviembre de 2011, Alemania se convirtió en el primer país europeo en permitir que en los certificados de nacimiento no se registrara el sexo de los recién nacidos. La medida pretendía evitar erratas legales y burocráticas, y las incomodidades que pudiera generar la definición del sexo en personas con diferencias en su desarrollo.

En abril de 2014, el Tribunal Superior de Australia determinó que un ciudadano del estado de Nueva Gales del Sur que lo había solicitado podría registrarse como “no definido”, ya que la ley establecía que una persona podía no ser “ni hombre ni mujer”. Recientemente, en octubre de 2015, un tribunal francés reconocía, en primera instancia y por vez primera el país galo, el sexo neutro de un individuo que no se sentía cómodo en ninguno de los dos.

“Medidas como la alemana son un apoyo a la libertad y a la no presión. Sin embargo, también he oído comentarios de familiares que creen que no es una solución porque se les señala como distintos al no asignarles sexo”, comenta Laura Audi.

La Asociación Intersexual de Norteamérica (ISNA, por sus siglas en inglés) considera que los recién nacidos con una diferencia en el desarrollo sexual deberían ser asignados como hombre o como mujer, según en qué género encajarán al crecer con mayor probabilidad. Se oponen, sin embargo, a que los bebés reciban cirugías embellecedoras con el objeto de ‘normalizar’ sus genitales.

 

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