El pedido de muerte digna para Marcelo Diez, en la Corte | 04 ENE 15

La interminable agonía de Marcelo Diez

Sufrió un accidente de moto hace 19 años en Neuquén.

En estado vegetativo desde 1994, sus hermanas pidieron al centro de salud el retiro del soporte vital. El Tribunal Superior de Justicia de Neuquén consideró que la cuestión no requería autorización judicial por estar contemplada en la Ley de muerte digna. La institución médica apeló y ahora deberá decidir la Corte Suprema.

Por: Lucía Cámpora

El 23 de octubre de 1994 Marcelo Diez iba en moto hacia la chacra de sus padres en Neuquén para un almuerzo familiar. Fue embestido por un Renault 12 en la ruta 22. Tenía 30 años cuando entró en estado vegetativo permanente. Tres comités de bioética aseguraron que su estado es irreversible. Sus hermanas, Andrea y Adriana, pidieron el retiro del soporte vital. A pesar de la sanción de la Ley de Muerte Digna en mayo del año pasado, el caso llegó a la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Marcelo pasó los primeros tiempos después del accidente internado en su domicilio, donde sus familiares cuidaron de él. “Era la etapa de la esperanza”, contó a Infojus Noticias su hermana Adriana Diez. En esa época lo estimulaban constantemente, pensaban que podía reaccionar. “En el ‘94 no había tanta información, no sabíamos qué era un estado vegetativo”, explicó Adriana. Después vino la etapa de la desesperanza. “Nos dimos cuenta que no iba a haber un regreso de Marcelo”.

Adriana es contadora, igual que Marcelo. Ella y otra hermana se ocuparon de él, que no tenía hijos ni esposa al momento del accidente. Ambas fueron nombradas curadoras. Después  que murieron sus padres, llevaron a Marcelo a una institución médica. Adriana dice que pasó por un proceso muy largo de conocimiento del tema hasta que empezó a pensar en la muerte digna. En la clínica nadie le decía que el estado de salud de su hermano era irreversible.

“En realidad yo hice un gran vuelco luego de una visita a la institución”, recuerda Adriana. En ese momento Marcelo se encontraba internado en el Instituto de la Lucha Neuquina Contra el Cáncer (LUNCEC), donde continúa hasta hoy. “Él estaba pasando por un proceso de infección, y yo firmé que no quería tratamiento de antibióticos. Entonces la médica me dijo ‘qué pena, ahora que está tan bien de salud’. Y yo me quedé mirando, y le preguntaba ‘¿Qué? ¿Ahora qué?’, ella me estaba diciendo algo que para mí no tenía nada que ver con estar bien de salud”.

Adriana empezó su recorrido por las instituciones y los comités de bioética. Acudió a la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI). “Yo recién ahí me enteré realmente de cómo era el estado vegetativo”, dice Adriana, “incluso hubo un informe de la Subsecretaría de Salud de la Provincia que decía que la institución debía ‘comunicarle fehacientemente a la familia’ la situación”.

El comité de bioética del SATI puso en contacto a las hermanas Diez con Ignacio Maglio, abogado diplomado en Salud Pública, quien las asesora desde entonces junto con Lucas Picca. Maglio es asesor legal del Hospital Muñiz, en la Sección de Riesgo Médico legal, y del Área de Promoción de Derechos de la Fundación Huésped. Trabajó durante años por una Ley de Muerte Digna, que promovió desde 2001 hasta el año pasado, cuando fue aprobada.

“Marcelo tiene un Estado Vegetativo Permanente (EVP), que es un estado de inconsciencia total e irreversible”, explicó Maglio a Infojus Noticias. “Es una situación neurológica donde hay una pérdida total de las funciones de la corteza cerebral. Marcelo perdió la posibilidad de sentir, de expresar, de amar”. Lo único que lo mantiene vivo es el soporte alimentario, a través de una sonda gástrica.

Las hermanas Diez pidieron al LUNCEC, donde se encuentra su hermano, el cese y retiro del soporte vital. Tres comités de bioética (del INCUCAI, del SATI y de la Subsecretaría de Salud de la Provincia) avalaron el pedido. La clínica se negó retirar el soporte, y amenazó a las hermanas Diez con denunciarlas por abandono de persona. Ellas iniciaron acciones legales, con el patrocinio del abogado Picca, y así el caso llegó al Tribunal Superior de Justicia de Neuquén (TSJ).

En mayo de 2012 se aprobó la Ley 26.742 de reforma a la normativa sobre Derechos del Paciente. El caso ya estaba en el TSJ, pero recién entonces se  trató. En base a la nueva legislación, los jueces de la Sala Civil del TSJ, Oscar Massei y Evaldo Moya, decidieron en abril que “la cuestión no requiere de autorización judicial”, y que el caso debía resolverse en el ámbito familiar.

Recientemente, el mismo Tribunal concedió el recurso extraordinario pedido por el Defensor General y por la institución médica. El TSJ consideró que “atento las aristas especiales que presenta el caso, la invocación de gravedad institucional y la trascendencia pública (…) debe habilitarse el tratamiento por parte del Máximo Tribunal Federal". El caso está ahora en manos de la Corte Suprema.

“Es una locura que esto llegue a la Corte”, dice Maglio. “Estas chicas han estado 20 años peticionando algo a lo que tenían derecho incluso antes de la ley, según yo creo, por jurisprudencia de la propia Corte”. El abogado considera que la ley aprobada el año pasado contempla precisamente el retiro del soporte alimentario. “Lo ideal sería que la Corte declare improcedente el planteo”, dice.

Mientras continúa el periplo por el laberinto judicial, la sociedad de Neuquén tomó partido en la historia de Marcelo Diez. El obispo de Neuquén llamó a “defender la vida” y las enfermeras del LUNCEC se pronunciaron en defensa de quien consideran un paciente más. Aseguraron a los medios locales que Marcelo tiene movimientos reflejos, que las escucha y entiende.

En cambio, Maglio insiste con que esto “quedó totalmente desvirtuado con las constancias de los médicos forenses que lo vieron a Marcelo. Lo único que puede tener son reacciones espasmódicas y no hay casos en el mundo que se hayan recuperado de ese estado”. Al respecto, los informes de los neurólogos son consistentes. “Puede haber movimientos, pero son reflejos. Marcelo no siente ni piensa, eso está absolutamente frustrado en él”.

 “Quierenpreservar la vida a ultranza sin que les importe el otro, me parece un acto de egoísmo total”, dice Adriana, la hermana. “Tengo la esperanza de que la Corte haga lugar a nuestro pedido, que primen la cordura y el sentido común. Marcelo no hubiera querido esto. Yo me pregunto a quién le hubiera gustado quedar en estado vegetativo y que otras personas decidieran por uno, cuando no hay ninguna opción de regresar. Lo que están haciendo con mi hermano al mantener su padecimiento por veinte años es un horror”.

 

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