Control de la glucemia y los eventos macrovasculares | 25 AGO 14

Eficacia a largo plazo de la monoterapia con glimepirida

En pacientes de Japón con diabetes tipo 2, la monoterapia con glimepirida mejoró sustancialmente la sensibilidad a la insulina, con estimulación moderada de la secreción de la hormona. La prevención de eventos macrovasculares es mayor con la glimepirida respecto de la monoterapia con sulfonilureas de segunda generación.

Introducción

En Europa y Asia, la glimepirida (GP) se utiliza ampliamente para el tratamiento de la diabetes tipo 2. Si bien ejerce efectos leves sobre a secreción de insulina, su acción hipoglucemiante es similar a la lograda con la glibenclamida (GC). En función de los efectos extrapancreáticos adicionales, la GP se considera una sulfonilurea de tercera generación. En diversos estudios, aumentó la sensibilidad a la insulina, pero estimuló menos la secreción de la hormona, en comparación con las sulfonilureas convencionales de segunda generación.

Los trabajos in vitro sugirieron que la GP mejora la sensibilidad a la insulina, aumenta la captación de glucosa y estimula los receptores activados por el factor proliferador de los peroxisomas (PPAR) gamma. No obstante, sus beneficios en cuanto a la tolerabilidad y la prevención de la enfermedad macrovascular a largo plazo todavía no se conocen con precisión.

El objetivo del presente estudio fue determinar, en una cohorte de pacientes japoneses con diabetes tipo 2, los efectos del tratamiento prolongado con GP sobre la resistencia a la insulina y la función de las células beta pancreáticas, en comparación con la GC, una sulfonilurea de segunda generación. También se comparó la incidencia de complicaciones macrovasculares en relación con cada una de las terapias.


Pacientes y métodos

La investigación, aleatorizada, abierta y multicéntrica, se llevó a cabo en 100 enfermos japoneses con diabetes tipo 2, asignados al tratamiento exclusivo con GP (n = 50) o GC (n = 50). La última determinación de la hemoglobina glucosilada (HbA1c) debía haber mostrado valores superiores a 8.5% en todos los casos. Ningún enfermo había sido tratado con antes con hipoglucemiantes y ninguno presentaba indicios de enfermedad macrovascular, a juzgar por los resultados del examen físico y del electrocardiograma.

Se excluyeron los pacientes con elevación de los niveles séricos de las transaminasas, disfunción renal u obesidad grave (índice de masa corporal [IMC] > 30 kg/m2).

Durante los 5 años de seguimiento, los enfermos continuaron con el tratamiento asignado inicialmente, con el ajuste necesario de las dosis (máximo de 6 mg de GP y 7.5 mg diarios de GC), con el propósito de alcanzar niveles de HbA1c < 7%. Los controles bioquímicos y del IMC se efectuaron cada 6 meses. Se tomaron muestras de sangre para la determinación de los niveles de la glucemia, insulinemia y lípidos. La resistencia a la insulina y la función de las células beta se valoraron con el modelo de la homeostasis (HOMA-R y HOMA-b, respectivamente).

Los episodios de hipoglucemia grave fueron los asociados con síntomas de hipoglucemia y que motivaron la asistencia por terceros. Los criterios principales de valoración fueron los niveles de la glucemia en ayunas, la HbA1c y los valores del HOMA, en tanto que el infarto agudo de miocardio mortal y no mortal, los síndromes coronarios agudos y el accidente cerebrovascular fueron parámetros secundarios de evaluación.

Las características clínicas de los grupos se compararon con pruebas de la t; las asociaciones entre los tratamientos y los parámetros evolutivos se analizaron con pruebas de Fisher.


Resultados

Los análisis finales se realizaron en 77 enfermos; en condiciones basales no se registraron diferencias importantes entre los pacientes de ambos grupos. Ocho enfermos interrumpieron el protocolo prematuramente por presentar complicaciones macrovasculares, de modo que 69 sujetos completaron los 5 años de seguimiento (38 en el grupo de GP y 31 en el grupo de GC).

Las dosis promedio de GP fueron de 1.8 mg a los 6 meses y de 2.6 mg al final del estudio, en tanto que las de GC fueron de 2.2 y 3.1 mg, respectivamente. Ningún enfermo presentó episodios de hipoglucemia grave.

Los niveles promedio de la glucemia en ayunas y de la HbA1c alcanzaron sus valores más bajos a los 12 meses de iniciada la terapia; luego se incrementaron lentamente hasta la finalización del estudio.

Durante el tratamiento se registraron descensos significativos en la concentración de la HbA1c en los enfermos asignados a GP respecto de los que recibieron GC (p = 0.006); en cambio, no se observaron diferencias importantes entre los grupos en la glucemia en ayunas al finalizar del estudio. Probablemente las diferencias en los niveles de HbA1c hayan obedecido, en parte, a la mayor frecuencia de episodios de hipoglucemia en los sujetos asignados a GC, por lo cual el control estricto de la glucemia fue más difícil de alcanzar en este grupo.

 

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