Una causa de muerte, una solución | 30 JUL 14

¿Está la respuesta a la mortalidad infantil en un poblado de la India?

Un ejército de mujeres fueron formadas como enfermeras para vigilar a embarazadas y bebés. Son vecinas de algunos de los pueblos más pobres de India.

José Miguel Calatayud Gadchiroli (India)

Mahatma Gandhi, héroe de la independencia india, dejó escritas en sus últimas notas unas palabras que al doctor Abhay Bang le gusta recordar. “Te voy a dar un talismán. Cuando dudes sobre cuál debería ser tu próximo paso, piensa en el ser humano más miserable y vulnerable que hayas visto y pregúntate si el paso que estás considerando le serviría de algo". "Cuando trato de pensar cuál sería mi talismán, ese bebé me viene a la mente", dice Abhay en inglés. Se refiere a un niño de pocos meses que murió en su cama en 1993. Su madre y su abuela buscaron atención médica cuando era demasiado tarde.

Bang cuenta que los 15 días posteriores a esa muerte se sintió muy frustrado. Hasta que consiguió ver las cosas de otra manera. "Si hay 18 causas de la muerte, hay 18 maneras de resolver el problema", resume en las instalaciones de Shodhgram, el poblado que construyó con su mujer en Gadchiroli, el distrito más pobre del Estado de Maharashtra en la India. "Esto me mostró la luz: no tengo que resolver todos esos 18 problemas. Si puedo resolver una o dos causas cruciales, probablemente pueda salvar a estos bebés".

Search (búsqueda, en inglés), la organización que Abhay y su esposa Rani, también doctora, habían creado en Gadchiroli, ya había publicado dos estudios sobre pulmonía infantil y problemas ginecológicos en mujeres en la India rural que habían contribuido a modificar la agenda global sobre salud pública. En esta ocasión, los Bang y su equipo comenzaron a trabajar en un ensayo clínico de campo más ambicioso. Estudiarían por qué seguían muriendo tantos bebés, alrededor de unos 75 por 1.000 en su zona de Gadchiroli, y diseñarían un plan para tratar de reducir tal número.

Seleccionaron un grupo de poblados para intervenir y otro, cubierto por el sistema público de salud, para comparar. Entre 1993 y 1995 recopilaron información sobre embarazos, nacimientos, muertes y hábitos de vida en los poblados. La idea era convertir a mujeres locales en enfermeras comunitarias capaces de ofrecer atención y cuidado prenatal y postparto de calidad a las madres y a los recién nacidos. Si en las zonas rurales y pobres no había hospitales ni doctores, sí habría vecinas que pudieran vigilar a embarazadas y bebés.

Era una idea al mismo tiempo simple y ambiciosa. Para entender su relevancia, hay que pensar en las duras condiciones de vida en estas zonas rurales y pobres de países en desarrollo donde los médicos profesionales no querían instalarse y quedaban sin cobertura sanitaria. Hay que recordar la falta de infraestructuras tan básicas como asfalto, luz eléctrica o agua corriente y saneamientos. Y también la falta de educación y el analfabetismo que daban lugar a costumbres muy arraigadas entre la población local pero que podían ser perjudiciales para la madre y el bebé.

En la práctica, la comunidad médica internacional no sabía cómo actuar y estaba resignada a las altas tasas de mortalidad neonatal e infantil. "Cuando empecé mi carrera como pediatra, hace 25 años, la percepción dominante sobre la salud de los recién nacidos era que se trataba de una cuestión extremadamente técnica, especializada y demasiado cara y difícil de abordar", recordaba en un artículo publicado en enero de 2014 el doctor Gary Darmstadt, miembro del Programa de Desarrollo Global de la Bill and Melinda Gates Foundation. "No estaba claro qué intervenciones eran viables y qué impacto tendrían en sus vidas en lugares con pocos recursos”, añadía Darmstadt, también profesor en la escuela de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos.

Con este objetivo, en 1995 Search seleccionó a más mujeres locales para que participaran en el programa. Anjava Uikey fue una de ellas. Anjava, que tenía 25 años, solo había trabajado en casa y en el campo, pero sabía leer y escribir y sus vecinos tenían buena imagen de ella, así que fue propuesta como representante de Bodhali, un poblado de unas 2.100 personas. Hoy, con 44 años, no muy alta, callada y casi siempre seria, dice que entonces ella no sabía nada sobre esta organización o los Bang, ni sobre el estudio. "Me dijeron que fuera a esa entrevista y fui", resume con sencillez en maratí, el idioma de Maharashtra.

En 1996 comenzó la intervención de Anjava y de las nuevas enfermeras comunitarias en 39 poblados seleccionados para el ensayo de campo de Search. Anjava daba charlas sobre salud y prestaba atención prenatal a las mujeres embarazadas. Les decía que no comieran menos durante el embarazo ni tras el parto, algo tradicional debido a la creencia de que así dar a luz es más fácil. Ese año tuvo a su tercer hijo pero, gracias al conocimiento adquirido con Search, supo qué hacer. Siguió comiendo con normalidad y dio de mamar a su bebé. Cuando encontraba resistencia en su suegra u otros familiares, comía a escondidas. "Mis dos primeros hijos son bajitos y delgados, pero el tercero está mejor. Si hubiera estado en Search antes, los tres estarían hoy más sanos”, se lamenta.

Las primeras semanas y meses en la vida de un bebé son clave para su futuro. Haber nacido de manera prematura o con poco peso, no tomar suficientes alimentos o no recibir el tratamiento médico ante ciertos problemas pueden afectar a su desarrollo físico y mental de por vida. Precisamente, además de educar a las familias y de seguir a las embarazadas, el foco de la intervención de Search en este estudio era que las mujeres como Anjava fueran capaces de dar atención a los recién nacidos desde el primer día y durante varias semanas, algo que entonces era inexistente.

Actualmente, Anjava sigue visitando a las madres y sus bebés en Bodhali. Hoy acude a visitar a Manda Meshram, de 29 años, y a su bebé Saurabh, que tiene 25 días. El enfoque de Search es muy sistemático. Además de la regularidad de estas visitas, Anjava tiene una lista con preguntas cuyas respuestas va anotando: ¿El bebé llora flojo o fuerte? ¿Mama con normalidad? ¿Ha vomitado? ¿Se ha caído? ¿Tose?

Mide la temperatura, revisa los ojos, la barriga, los brazos y lo pesa en una balanza portátil. Si hay algún problema, Anjava sabe qué tratamiento ofrecer o si debe derivar el recién nacido a un centro médico. Además, se lava las manos y deja que se le sequen al aire antes de tocar al bebé, Las parteras sin formación no realizaban este gesto tan simple y podían transmitir gérmenes al recién nacido que podían, incluso, matarle.

Las medicinas, los cuadernos con las listas, la balanza y el resto de material que usan Anjava y las demás enfermeras son proporcionados por Search. Además, la organización de los Bang también les paga por su trabajo. Las mujeres cobran según el número de visitas e intervenciones. Si lo hacen todo bien, entre 600 y 700 rupias al mes por cada 1.000 personas cubiertas (entre 7 y 8,50 euros). En el caso de Anjava, este trabajo le reporta unas 1.300 rupias mensuales (unos 15 euros).

Los resultados del estudio sobre mortalidad infantil

La intervención original de Search durante el ensayo clínico consistió en visitas tan sistemáticas como ésta por parte de Anjava y las demás enfermeras comunitarias. Todo se anotaba, de todo quedaba constancia escrita y todo se estudiaba. Hoy, Anjava cuenta que el escepticismo de muchas familias se fue disipando a medida que quienes seguían sus instrucciones obtenían buenos resultados. Entonces, su propia autoestima y confianza en sí misma también aumentaban.

Los resultados del ensayo fueron muy positivos. En 1993, la tasa de mortalidad infantil (TMI) en la zona de intervención era de 75.5 por 1.000. En 1998 se había reducido a 38.8. Como comparación, en la zona de control apenas había habido cambios, y de una TMI de 77.1 en 1993 se había pasado a 74.9, prácticamente el doble que la tasa en los poblados intervenidos.

Search extendió el periodo de intervención hasta 2003, cuando la TMI en su zona se había reducido aun más hasta el 31.1 sobre 1.000. Ese año, la tasa en la zona de control seguía sin apenas cambiar y era de 75.8, y el valor medio para toda India era de 60. Desde 1988, cuando los Bang habían medido por primera vez la TMI en su zona en Gadchiroli y obtenido una tasa de 121, sus intervenciones habían conseguido reducir la mortalidad infantil un 75%. De ser uno de los lugares más peligrosos de la India para nacer, la zona cubierta por Search en Gadchiroli se había convertido en uno de los más seguros. La idea no era sólo simple y ambiciosa: también funcionaba.

"Tienes una cierta intuición, cuando estás realizando un estudio durante tres años sabes cómo van los procesos, pero no cuál será el resultado", explica el doctor Bang. "Cuando se realiza la medición, tú esperas con impaciencia, casi aguantando la respiración para ver cuál es el impacto. Y cuando, por primera vez, ves la tabla (de resultados) es… ‘Ah, ¡es esto!, ¡yo vivo para esto!’”, recuerda con una sonrisa mientras golpea la mesa con un libro.

 

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