Beneficios evolutivos | 25 ABR 14

¿Por qué a los bebés les gusta jugar a las escondidas?

El juego no es sólo una broma, sino que ayuda a los bebés a probar un principio de la existencia básico: las cosas siguen estando presentes incluso cuando no están a la vista.
BBC

Las escondidas es un juego que se juega en todo el mundo, atraviesa las barreras culturales y del idioma. Pero, ¿por qué es tan universal? A lo mejor es porque es una herramienta poderosa de aprendizaje.
Uno se tapa los ojos y los muestra lentamente. Esto causa arrebatos de risa en el bebé, lo que nos hace reír. Entonces, lo volvemos a hacer. Una y otra vez.

Hay quienes lo llaman cucú, peekaboo o "dónde está el bebé", y nunca pasa de moda.

No sólo mi propia hija pequeña está feliz de hacerlo durante horas, sino que cuando yo era niño, jugaba al cucú con mi madre ("¡te reías mucho!", me confirma por mensaje de texto) y así ha pasado de generación en generación.

Todos nacemos con personalidades únicas, en situaciones únicas y con unos genes únicos. ¿Por qué, entonces, los bebés de todo el mundo constantemente vuelven a descubrir el peekaboo?

Los bebés no leen libros y no conocen a mucha gente, por lo que la sorprendente longevidad y la universalidad cultural del cucú es quizá un indicio de que activa algo fundamental en sus mentes. No es mera costumbre o moda, el juego puede ayudarnos a mostrarnos los pilares sobre los que se apoya el pensamiento humano.

Factor sorpresa

Una teoría temprana de por qué a los bebés les gusta el cucú es que les sorprende ver que aparecen cosas después de esconderlas.

Puede que a los adultos no les sorprenda un juego repetitivo como el cucú, pero hay que tomar en cuenta que para un bebé no hay nada establecido.

Esto puede que a los adultos no les suene que sirva como base sólida para la risa, pero para entender la broma hay que darse cuenta de que para un bebé nada está establecido. Nacen en un mundo de confusión ruidosa y gradualmente aprenden a entender lo que pasa a su alrededor.

Cuando alguien escucha una voz, con frecuencia sabe si esa persona está lejos o cerca. De la misma forma, uno sabe que cuando una pelota rueda debajo del sofá sigue existiendo, pero piense por un momento cómo ha llegado a esta certitud.

El psicólogo evolutivo suizo Jean Piaget llamó a este principio "permanencia del objeto". Sugirió que los bebés se pasan los dos primeros años de sus vidas entendiéndolo. Estos dos años son el cénit de "dónde está el bebé".

Visto de esta manera, el juego no es sólo una broma, sino que ayuda a los bebés a probar y volver a probar un principio de la existencia básico: las cosas siguen estando presentes incluso cuando no están a la vista.
Puede que la evolución hiciera que los bebés disfruten del cucú para su propio beneficio, porque resultó ser útil en el desarrollo cognitivo, pero lo dudo. Está ocurriendo algo más profundo que la mera educación.

 

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