Conjuntivitis | 07 ABR 14

Brote de queratoconjuntivitis por microsporidios en jugadores de rugby debido al contacto con la tierra

Investigación sobre casos de queratoconjuntivitis por microsporidios en 25 jugadores de rugby adolescentes, tratamiento y resultados.

Los microsporidios pertenecen a un grupo microorganismos parásitos intracelulares, que se transmiten por aire o agua mediante esporas infectadas. Existen tres especies que se cree causan la mayoría de las infecciones: Enterocytozoon bieneusi, Septata intestinalis y Encephalitozoon hellem.  Se han observado dos tipos distintos de infecciones oculares: queratopatía multifocal y queratopatía epitelial punteada superficial, normalmente se produce en pacientes inmunocomprometidos, como los pacientes con SIDA.

Los factores de riesgo de esta queratoconjuntivitis son el uso de lentes de contacto, cirugía LASIK, uso previo de corticosteroides tópicos, trauma o exposición a agua o tierra contaminada. El diagnóstico se realiza detectando el organismo microsporidio en una muestra de cornea, analizada adecuadamente en laboratorio.

 Pacientes y métodos:

En la presente serie de casos, informamos acerca de un brote en 33 ojos de 25 pacientes pediátricos y adolescentes inmunocompetentes, jugadores de rugby en Singapur. El diagnóstico fue confirmado mediante PCR (reacción en cadena de la polimerasa). Todos los pacientes fueron tratados por un mismo oftalmólogo, recibiendo un régimen tópico de fluoroquinolona (moxiflocacina) y un colirio antiséptico (Brolene o Desomedine). Se tomaron muestras de córnea en cinco ojos.

Fig. 1. Paciente Nº 5. Fotografía de lámpara de hendidura que muestra lesiones epiteliales corneales,
difusas, multifocales, pequeñas, punteadas.
a) iluminación difusa. b) utilizando tinción fluoresceinica con filtro azul cobalto.

La queratoconjuntivitis por microsporidios fue descripta por primera vez en 1990, cuando tres pacientes con síndrome de inmunodeficiencia adquirida presentaron una queratitis epitelial superficial bilateral. Su prevalencia era de 0,4%, tratándose de una patología poco común en ese momento. Desde entonces ha ido aumentando la incidencia de dicha infección tanto en pacientes inmunocomprometidos como en personas sanas. La presente serie de casos es la primera que informa sobre un grupo infectado en el rugby.

Existe una fuerte predisposición a esta patología durante la época de monzones (70% de los casos). Singapur, situada en el Sudeste asiático, tiene temperaturas cálidas con una humedad entre 70 y 80% y tiene dos estaciones con monzones, la noreste (diciembre-marzo) y la sudoeste (junio-septiembre. La infección de esta serie de casos puede atribuirse a exposición a tierra contaminada durante la práctica del deporte en dicha estación. La ubicación relativamente superficial de la conjuntiva y tejidos corneales indica una inoculación directa de los patógenos en los ojos. Descubrimos que otros equipos de Singapur y Malasia, también informaron infecciones similares en jugadores de rugby que practicaron en la misma cancha. Como no todos estuvieron alojados en el mismo hotel, todo indica que el campo de juego fue la fuente de infección.

Ninguna de las cinco muestras de tejido de córnea dio positivo para microsporidios mediante tinción fluorescente CFW. La explicación estaría en la poca carga microbiana de las muestras tomadas. Asimismo, hubo un plazo significativamente prolongado entre el comienzo de los síntomas y la toma de las muestras. No obstante, la PCR permitió la identificación de microsporidios en el nivel de subespecies. Un estudio reciente mostró que 11,4% de los pacientes con queratoconjuntivitis por microsporidios tienen una infección adenorviral concomitante. El resultado de adenovirus y enterovirus fue negativo en todos los casos aquí estudiados.

En la actualidad no existen pautas definidas sobre el tratamiento de las infecciones oculares por microsporidios. La fortaleza del presente estudio es que todos los ojos estudiados fueron tomados en el mismo momento de la patología, de tipo epitelial y tratados por un mismo especialista con un régimen tópico determinado de fluoroquinolona tópica (moxiflocacina) y colirio antiséptico. Dicho tratamiento resulto seguro y efectivo, requiriéndose validación en futuras investigaciones aleatorizadas y controladas.

En la presente serie, cuatro pacientes habían recibido esteroides previamente, indicados por oftalmólogo, sin ninguna mejora de los síntomas. El tratamiento con esteroides podría contribuir a empeorar la infección. Afortunadamente, no se observaron resultados adversos en estos cuatro pacientes, probablemente porque se utilizó dicho tratamiento durante un plazo muy corto y por el rápido y efectivo tratamiento antiparasitario utilizado.

En la presente serie, cuatro ojos (12%) presentaron precipitados queraticos localizados en la córnea inferior central que se resolvieron gradualmente luego del tratamiento, sin uso de esteroides. Tres pacientes (10%) desarrollaron una congestión conjuntival bulbar, mientras que otro paciente desarrolló limbitis a la semana del tratamiento. Todos los casos mejoraron gradualmente sin tratamiento con esteroides tópicos. Consideramos que estos fenómenos estuvieron relacionados con la respuesta inmune de los pacientes y no tuvieron efectos adversos. Aunque un colirio esteroide podría haber servido para aliviar estos síntomas, también podría haber provocado la persistencia y empeoramiento de la infección a largo plazo.

Conclusiones:


En la presente serie de casos se informa sobre un brote de queratoconjuntivitis en pacientes pediátricos y adolescentes sanos, con una infección provocada por exposición al barro durante un partido de rugby. Se los trató con un régimen de fluoroquinolona tópica (moxifloxacina) y colirio antiséptico (Brolene o Desomedine),  que resultó ser efectivo y seguro, hace falta validar el tratamiento mediante futuras investigaciones.

♦ Síntesis y traducción: Dr. Martín Mocorrea, editor responsable de Intramed en la especialidad de oftalmología.

Bibliografía:

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microsporidia Enterocytozoon bieneusi, Encephalitozoon intestinalis, and Vittaforma corneae in water. Appl Environ Microbiol 1998; 64(9):p 3332–3335.
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