Toman más riesgos que los adultos | 17 ENE 14

¿Cerebros adolescentes híper programados para las recompensas?

Un estudio sugiere que, después de todo, quizás sus elecciones tengan algo de lógica.

Los adolescentes son famosos por tomar más riesgos que los adultos, y un nuevo estudio de imágenes sugiere que esto se debe a que el cerebro adolescente está híper motivado cuando se trata de recibir recompensas.

Un estudio que aparece en línea el 13 de enero en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences sugiere que los cerebros adolescentes muestran más actividad en un centro del placer específico cuando se les compara con los adultos cuando son recompensados durante juegos de apuestas con dinero.

"Anticipar o recibir una recompensa financiera produjo una fuerte actividad en una región del cerebro llamada cuerpo estriado ventral, particularmente en los adolescentes", señaló la autora del estudio, Adriana Galván, profesora asistente de psicología, neurociencia conductual y psicología del desarrollo de la Universidad de California, en Los Ángeles.

Para el estudio, Galván y sus colaboradores examinaron la actividad de las células cerebrales de 19 adultos y 22 adolescentes usando imágenes de resonancia magnética funcional (IRMf) mientras los participantes jugaban a juegos de apuestas que incluían unas modestas recompensas monetarias. Las ganancias finales nunca totalizaron más de 40 dólares.

Los adolescentes tenían entre 13 y 17 años de edad, y la edad promedio de los adultos fue de 28 años. Todos realizaron tareas de apuestas. En cada prueba, los participantes decidían si aceptar o rechazar una apuesta que tenía un 50 por ciento de probabilidades de resultar en una ganancia o un 50 por ciento de probabilidades de resultar en una pérdida, de forma que los ensayos se completaron basándose en el azar, no en la habilidad.

Las imágenes de la IRMf monitorearon la actividad cerebral durante las apuestas, y los autores reportaron que el cuerpo estriado ventral mostró una mayor actividad en los adolescentes que en los adultos durante las apuestas. Galván dijo que la mayor actividad cerebral en los adolescentes mostró que valoraban el premio anticipado más que los adultos, incluso durante los ensayos en que ambos grupos de edad aceptaron las mismas apuestas.

Las regiones del cerebro sensibles a la recompensa en los adolescentes estaban hiperactivas en comparación con los cerebros adultos. En los circuitos neuronales ocurren cambios exclusivos del desarrollo, explicaron los investigadores.

"Tampoco observamos esto en estudios de niños más pequeños", apuntó Galván. "En un estudio anterior que publicamos sobre niños más pequeños, no tenían la misma neurosensibilidad a las recompensas que observamos en los adolescentes".

El estudio constituye un pequeño avance en la comprensión de los científicos sobre el circuito de recompensa en el cerebro adolescente, planteó el Dr. Daniel Wolf, profesor asistente del departamento de psiquiatría de la Universidad de Pensilvania, en Filadelfia. Wolf no participó en el estudio.

"Todo este campo es extremadamente interesante. La meta de utilizar la IRMf para estudiar cómo las personas y los adolescentes procesan las recompensas y cómo esto podría cambiar durante el desarrollo, y cambiar entre la adolescencia y la adultez, es extremadamente interesante", aseguró Wolf. "Se trata de un campo en desarrollo. Creo que esto añade una parte importante al rompecabezas".

Galván también anotó que la mayor activación en los cerebros de los adolescentes cuando se trataba de ganar recompensas se asoció con realizar unas mejores elecciones en el juego.

"Los adolescentes fueron más capaces de elegir los riegos que eran beneficiosos, que valía la pena tomar. No sabemos a qué se debe. Simplemente respondían más a las recompensas", dijo la autora.

Galván apuntó que la investigación podría ayudar a comenzar a cambiar la forma en que los padres y otros adultos consideran las elecciones de toma de riesgo de los adolescentes. Quizás esas opciones, aunque a veces sean arriesgadas, no siempre carezcan de lógica, planteó.

"Lo que esperamos es que estos datos comiencen a cambiar la conversación sobre el hecho de que ser hipersensible a las recompensas durante la adolescencia no es necesariamente negativo", apuntó Galván.

"A veces esto se representa como que ser sensible a las recompensas en este momento de la vida podría conducir a malos resultados, como el uso de drogas", anotó. "Pero si las recompensas van en otra dirección, como ayudar a ser voluntario o emocionarse con un partido de fútbol, es algo que puede ser ventajoso para ayudarles a convertirse en adultos bien adaptados".

Pero Wolf dijo que aún es pronto para ofrecer consejos de crianza basados en estos resultados. "En este momento, estos estudios no tienen implicaciones firmes para los consejos sobre la crianza. Creo que lo que los padres ya saben sobre los adolescentes no ha sido superado, pero estudios como éste podrían ayudar en un futuro", apuntó.

FUENTES: Adriana Galvan, Ph.D., assistant professor of psychology, behavioral neuroscience, and developmental psychology, University of California, Los Angeles; Daniel Wolf, M.D., Ph.D., assistant professor, psychiatry, Perelman School of Medicine, University of Pennsylvania, Philadelphia; Jan. 13, 2014, Proceedings of the National Academy of Sciences, online.

 

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