Pronóstico | 30 SEP 13

Valor predictivo de los resultados vasculares retinianos para la arterosclerosis de arteria carótida

Evaluación del valor predictivo de la retinopatía vascular para identificar arterosclerosis de carótida asintomática
Autor/a: Dres. Yeo-Jeong Song, Kyoung-Im Cho, Seong-Man Kim, Hyun-Duk Jang , Jung-Min Park, Sang-Soo Kim, Dong-Jun Kim, Hyeon-Gook Lee & Tae-Ik Kim. Heart Vessels (2013) 28:369–376
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Referencias

Se prevé que las patologías cardio y cerebro vasculares tengan un incremento epidémico en todo el mundo. Ante el aumento de la cantidad de pacientes con alto riesgo de accidentes vasculares, se hace necesario mejorar los métodos de identificación de pacientes que necesitan tratamientos medicinales más agresivos. El ultrasonido de la arteria carótida es una herramienta no invasiva y efectiva para estudiar la arterosclerosis de la carótida extracraneana y permite evaluar diversos aspectos como espesor intima media carotideo (EIM), grado de estenosis y morfología de la placa.  El incremento de EIM carotideo se considera un indicio precoz de arterosclerosis y está relacionado a factores de riesgo cardiovascular y de patología vascular como infarto de miocardio y accidentes cerebro vasculares. La medición de la placa carotidea está dentro de las herramientas que se utilizan para identificar a los pacientes de alto riesgo y sirve para saber cuándo utilizar un tratamiento medicinal agresivo e investigar nuevos tratamientos.

El ojo recibe sangre a través del sistema vascular retiniano central y de la arteria oftálmica que se desprende de la arteria carótida interna ipsilateral. La trombosis o estenosis de la arteria carótida provoca síntomas de isquemia ocular posterior y anterior, causados por una perfusión sanguínea insuficiente. La retina es una parte importante del cerebro responsable de la visión y que sirve para detectar anormalidades microvasculares asociadas a la estenosis de la arteria carótida. La arterosclerosis de carótida está íntimamente asociada a patologías vasculares cerebrales y retinianas, problemas causados por una mala perfusión como trombosis de la arteria retiniana o de las venas retiniana central y de rama. Asimismo, diversos estudios avalan una correlación significativa entre diabetes y retinopatía hipertensiva asociada con arterosclerosis de la arteria carótida. Sin embargo, aun no queda claro por qué algunos pacientes con arterosclerosis de carótida padecen isquemia retiniana y por qué no existen pautas para estudiar la carótida de pacientes con patología vascular retiniana. La finalidad del presente estudio fue evaluar el valor predictivo de los problemas vasculares retinianos para diagnosticar arterosclerosis de carótida, lo que destaca la importancia de recomendar el estudio de la carótida en pacientes con retinopatía vascular.

Pacientes y métodos:
Se midió el espesor intima medio carotideo (EIM) y el área total de placa en 179 pacientes consecutivos, entre diciembre 2009 y enero 2011. Dichos pacientes se sometieron a examen fundoscópico y se dividieron en los siguientes grupos: arteria retiniana normal (44), retinopatía diabética (25), trombosis arteria retiniana (17), trombosis vena retiniana (67) y retinopatía hipertensiva. Asimismo, se clasificó a los pacientes de acuerdo con el incremento  de EIM y placa.

Caso ilustrativo de imágenes de ultrasonido de carótida asociadas con resultados fundoscópicos que muestran la medición del área total de placa en un paciente con trombosis de la arteria retiniana central.

El presente estudio mostró que la retinopatía vascular es un buen predictor para identificar aterosclerosis de carótida asintomática, aunque los resultados variaron de acuerdo con las distintas etiologías de la patología ocular. La presencia de trombosis de vena y arteria retiniana  estuvo asociada con aterosclerosis de arteria carótida.

Se descubrió una íntima relación entre los vasos retinianos y los cerebrales mediante la autopsia de un cadáver que falleció por patología cerebrovascular y se puede predecir el cambio de fase en la carótida observando el cambio vascular en la retina. En el presente estudio, la oclusión de arteria retiniana demostró ser la lesión de carótida ateroesclerótica más notable tanto en la arteria carótida común como en la interna y cómo es más susceptible de un accidente isquémico, la pronta detección de cambios mediante controles de ultrasonido regulares serviría para determinar el momento oportuno para tomar medidas preventivas. Esto es importante porque la oclusión de arteria retiniana provoca síntomas que, generalmente, se superponen con los de la patología de la carótida, tales como ceguera temporaria, mareos o amaurosis fugaz. Aunque estudios anteriores han sugerido que la patología de la carótida provoca una disminución en la circulación retiniana y por lo tanto estasis venosa y trombosis, la utilidad del ultrasonido de la carótida para la oclusión de vena retiniana es todavía discutible. Las diferencias entre los resultados pueden deberse a la gran cantidad de pacientes ancianos con una forma subclínica de la patología o porque la oclusión de vena retiniana se asocia a menudo con hipertensión y aterosclerosis. El presente estudio mostró presencia de placa carótida en 88% de las oclusiones de arteria retiniana y en hasta 73% de vena retiniana.

En este estudio se demostró que la oclusión de vena retiniana puede ser predictor de placa carótida y por lo tanto es importante seguir estudiando la carótida mediante ultrasonido.

En cuanto a la retinopatía vascular asociada con enfermedades sistémicas, la mayor cantidad de pacientes son los que padecen retinopatía diabética. La retinopatía diabética es una complicación microvascular de la diabetes y la duración de la diabetes es un factor de riesgo significativo para retinopatía diabética. Observamos que los pacientes con retinopatía diabética tienen un aumento significativo de EIM de la carótida y carga de placas ateroscleróticas. Algunas investigaciones han demostrado que el flujo sanguíneo retiniano se ve reducido en pacientes con diabetes por más de cinco años. Sin embargo, en el presente estudio se observó que el EIM de la carótida no está asociado con la gravedad de la retinopatía diabética y sí está asociado con la duración de la diabetes cuando es superior a 20 años. Con respecto a la retinopatía hipertensiva la presión sanguínea es un factor significativo independiente en la progresión de los cambios ateroscleróticos de la carótida después de la diabetes. Observamos que los pacientes con retinopatía hipertensiva también tienen un mayor riesgo de aterosclerosis de carótida, pero con menos placas que los pacientes con diabetes, aunque la diferencia entre ambos grupos no fue significativa.

 

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