Una explicación sociológica | 19 NOV 12

Por qué duele el amor

Las nuevas modalidades de los tormentos que produce el amor. Sus orígenes y transformaciones culturales en un apasionante libro de Eva Illouz.

Todos hemos sufrido a causa de las relaciones amorosas: ya sea por amar a alguien que no se compromete, al ser abandonados por un amante que nos partió el corazón, o cuando regresamos solos de una fiesta o fracasamos en una cita a ciegas. Y a pesar de lo generalizado de estas experiencias, solemos creer que estas dificultades son resultado de problemas personales, de un trauma infantil o de nuestra propia inmadurez, lo que casi siempre termina por producir dolorosos mecanismos de autoinculpación. Eva Illouz se vale de obras literarias, revistas femeninas, sitios de Internet, entrevistas varias, para brindar un análisis que cambia radicalmente nuestra manera de pensar el amor. El problema, dice la autora, reside en la naturaleza de las fuerzas sociales e institucionales características de la modernidad que modelan la forma en que amamos y determinan la elección de pareja. Desentrañar el funcionamiento de esas fuerzas es la tarea de esta obra imprescindible para entender de qué modo organizamos nuestro deseo.

Eva Illouz Marruecos, 1961

Estudió literatura y sociología en la Universidad de París X-Nanterre y realizó un master en comunicaciones en la Universidad Hebrea de Jerusalem. En 1991 se doctoró en comunicación en la Annenberg School of Communication de la Universidad de Pennsylvania. Es profesora en el Departamento de Sociología y Antropología de la Universidad de Jerusalem y ha sido profesora visitante de L'École des Hautes Études en Science Sociales (EHESS) y de la Universidad de Princeton. En 2004, dictó en Frankfurt las Conferencias Adorno reproducidas en el libro Intimidades congeladas. Las emociones en el capitalismo, publicado por Katz en 2007. Sus principales áreas de investigación comprenden la historia de la vida emocional, la teoría crítica aplicada al arte y a la cultura popular, el significado moral de la Modernidad y el impacto del capitalismo sobre la esfera cultural. Sus obras han sido traducidas a numerosas lenguas. El consumo de la utopía romántica (editado por Katz en 2009) y Oprah Winfrey and the glamour of misery: An essay on popular culture fueron premiadas por la American Sociological Association. 

*Descargue un fragmento del libro en formato pdf


Las nuevas formas del amor (entrevista)

Los cambios en la familia y la sociedad acompañan la transformación del sentimiento amoroso, dice Eva Illouz, la autora de “Por qué duele el amor”, poco antes de llegar a Buenos Aires.

Por Pablo E. Chacon

-Luego de estudiar largamente el tema, ¿qué definición daría del amor y del dolor que éste podría causar?

-Permítame distinguir entre amor y amor romántico. El amor romántico puede encontrarse en muchos textos antiguos, como una tradición codificada, con su propio género y sus propios héroes e historias. Esa tradición se remonta unos 500 ó 600 años en nuestra cultura y ha abarcado gran parte del campo que alguna vez estuvo reservado a las emociones religiosas. Pero en algún momento, en sintonía con el afianzamiento del capitalismo y la estratificación social, las cosas empiezan a girar en torno a una persona, única, que domina nuestros pensamientos y sentimientos a veces de forma obsesiva. Esa persona representa todo aquello que es perfecto, único, absoluto, total y eterno. Y los amores anteriores dejan de existir. En la cultura occidental elevamos ese tipo de amor trascendente a la categoría de un ideal. Al mismo tiempo, sabemos que es efímero y que puede ser destructivo. Y es por eso que se definen distintas formas de amor, el apego, por ejemplo. Como muchos otros, ubico el origen del amor romántico en la variante del amor cortés que surgió en Francia en el siglo XII. Pero también podemos pensar sus orígenes en los comienzos de la familia burguesa y el triunfo de la novela en el siglo XVIII. La historia de Tristán e Isolda es muy anterior, y esa pareja sin duda representa la idea del amor romántico. El amor romántico es una emoción casi violenta que nos vuelve locos y que quiere tomar posesión del otro. Es un sentimiento sublime. No es apego ni afecto, y nos hace sentir que nuestra existencia tiene una dimensión mucho mayor, que trasciende los límites convencionales. El amor, entonces, casi por definición, es doloroso, implica una pérdida de soberanía, de autonomía. Lo interesante es que nuestra cultura hace que el amor sea una cuestión central, al tiempo que vuelve menos legítimo el amor sublime, trascendente. ¿Cómo? Haciendo que la propia voluntad quede devaluada porque es otro quien la determina. La psicología popular, sumada al individualismo voluntarista, ha hecho de la experiencia tradicional del amor romántico una patología.

-¿El amor es una invención fechada o un elemento a priori de la condición humana? Si así fuera, ¿cuál sería la causa que lo desencadenaría?

-La forma cultural del amor cambia. Tomemos la famosa imagen del amor en Platón: la de El banquete. En ese texto, el amor no se presenta como una emoción que surge de forma repentina e interrumpe todo, sino más bien como algo gradual; algo que no apunta a una sola persona sino a muchas y en última instancia, a la verdad; algo que empieza en un plano exclusivamente físico y luego se hace espiritual, casi sin contenido emocional. Esta idea difiere mucho del tipo de amor romántico que codifica la cultura cristiana. El amor que genera una persona y es absoluto, leal, eterno, que se parece a la relación del creyente con su divinidad. El amor es una emoción, pero se la vive a través de guiones sociales que especifican cuando es exitosa, y que implica al papel de la sexualidad, la expresión, las reglas de cortejo. El amor siempre es objeto de regulación, por más que parezca estar por encima de la sociedad o más allá. En la modernidad, el individualismo está muy regulado en términos sociales, y el amor es una de las formas en que la gente construye su identidad. En la Edad Media, se lo hacía yendo a un monasterio. En la actualidad forjamos nuestra individualidad por medio de proyectos emocionales. El amor es una pieza clave de esos proyectos.

-Si el amor es una clase particular de relación social, ¿es posible que haya sociedades en las cuales, al margen de las necesidades reproductivas, el amor no exista como tal?

-Tomemos una sociedad en la que no existe el amor romántico, el amor cristiano que mencioné antes: la sociedad china. El amor que existe en esa tradición es el que hace hincapié en las acciones y el deber, mientras que el otro defiende un amor universal. En China, el Ren, por ejemplo, se concentra en el deber, la acción y la actitud, mucho más que en el amor en sí. El Ai es el amor benevolente, que se supone reemplaza el apego a la familia y a las estructuras de clan por el concepto de “amor universal”. El Ai debe ofrecerse de forma incondicional a todos sin esperar reciprocidad, no sólo a los amigos, la familia y otras relaciones confucianas. Es cierto que más tarde se adoptó ese término (Ai) para hacer referencia a un amor apasionado, y se lo consideró un deseo fundamental. Pero esa discusión se da al interior del budismo chino. En chino contemporáneo, Ai suele usarse como un equivalente del concepto occidental de amor. Con un sentido muy específico de responsabilidad, compromiso y lealtad. En lugar de decir “Te amo”, como pasa en Occidente, es más probable que los chinos expresen sentimientos de afecto de forma más casual. En consecuencia, “Me gustas”, es más habitual. Pero muchos chinos (y japoneses) hoy dicen “I love you” para expresar algo que difiera del afecto moderado que transmite su lengua. Es por eso que el amor es una forma de imaginar nuestra relación con otro. Es una forma de organizar nuestra energía emocional en palabras, ritos, formas de relación con la familia y la reproducción biológica.

 

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