Un testamento como Testigo de Jehová que lo prohíbe | 18 MAY 12

Está en coma, pero un documento que firmó impide que le salven la vida

Pablo Albarracini tiene 38 años y fue baleado en un robo. Ahora necesita una transfusión de sangre para vivir y no lo pueden asistir porque hizo un testamento como Testigo de Jehová que lo prohíbe. La Justicia lo avaló.

Por Gisele Sousa Dias

Pablo salió de su casa, en San Justo, y caminó hacia su auto. Cerca, lo esperaba su trabajo de siempre: una oficina en una empresa de colectivos. Pero cuando estaba por subirse al auto, dos chicos de unos 13 años, se subieron con él, lo encañonaron y lo obligaron a manejar. Lo que siguió fue un forcejeo, cinco tiros en el cuerpo, un vuelco y un último tiro en la cabeza, para rematarlo.

Pablo sobrevivió pero una decisión religiosa le puso un freno a los médicos : es Testigo de Jehová, una religión que prohíbe las transfusiones de sangre. Ahora la batalla es entre su papá, que recurrió a la Justicia para que autorice las transfusiones, y la esposa de Pablo –también Testigo de Jehová– que recurrió a la Justicia para impedirlo.

Pablo Albarracini tiene 38 años. Ese 4 de mayo, llegó a la clínica Bazterrica con pérdida de masa encefálica y un balazo en su ojo izquierdo. Los médicos lo operaron y enseguida indicaron una transfusión urgente de glóbulos rojos. Y fue ahí que se dividieron las aguas.

“En 2008, cuando mi hijo ingresó a la congregación de los Testigos de Jehová, le hicieron llenar un formulario preimpreso en donde asume que, en caso de ser hospitalizado, no acepta transfusiones de sangre.

Esta gente legalizó la firma ante escribano y guardó el acta ”, contó ayer a Clarín Jorge, su papá. Los Testigos de Jehová toman pasajes que hablan de “no comer sangre” para rechazar ciertas prácticas de plano: desde una transfusión o un trasplante hasta comer morcilla.

El miércoles, Jorge presentó una medida cautelar urgente y el juez Horacio Maderna Echegaray la autorizó con estas palabras: “Considero que debo hacer lugar a la medida peticionada, es decir, autorizar las transfusiones de sangre necesarias para salvarle la vida al paciente , que no puede tomar decisiones propias. Dado su estado de salud, no se debe permitir el suicidio lentificado ”.

Pero unas horas después, la esposa de Pablo y un grupo de Testigos de Jehová fueron al hospital con el acta firmada por Pablo. “Los médicos no lo transfundieron y el juez tuvo que ir a la clínica. Ahí habló con gente de la congregación y decidió suspender la medida que él mismo había dictado por la mañana para darles la oportunidad de apelar. Mientras tanto, Pablo sigue luchando por su vida”, detalló Mariana Gallego, abogada del padre.

 

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