Estudio controlado y aleatorizado | 02 ABR 12

La evaluación del riesgo de suicidio no tendría consecuencias negativas

La evaluación sistemática de la tendencia de suicidio entre los pacientes con signos de depresión, asistidos en el ámbito de la atención primaria de la salud, es una práctica cuestionada que no tendría consecuencias negativas.
Autor/a: Dres. Crawford MJ, Thana L, Bajaj P y colaboradores Fuente: SIIC British Journal of Psychiatry 198(5):379-384, May 2011

Introducción y objetivos
El contacto de los pacientes con el nivel de atención primaria durante el año previo al suicidio es frecuente; esto podría utilizarse para la aplicación de estrategias de disminución de la incidencia de suicidio. Si bien en general se recomienda indagar sobre la presencia de ideación o conductas suicidas a la hora de evaluar a los pacientes con depresión en el ámbito de la atención primaria, la frecuencia de esta práctica es baja. Esto se debe a que los profesionales temen generar una reacción negativa en el paciente, como el aumento del riesgo de suicidio o autoagresión, especialmente en sujetos jóvenes o con trastornos de la personalidad. Esta estimación coincide con el agrupamiento de casos de suicidio en instituciones psiquiátricas, entre otros factores.

Los autores llevaron a cabo un estudio sobre las consecuencias de la detección sistemática de la ideación suicida en el ámbito de la atención primaria en individuos con signos de depresión. El objetivo fue evaluar si la detección sistemática de la ideación suicida tiene consecuencias negativas a corto plazo sobre el deseo de vivir de los pacientes.

Métodos
El estudio fue aleatorizado y se realizó en pacientes adultos asistidos en el nivel de atención primaria. En un principio, los investigadores aplicaron un cuestionario de 2 preguntas con el fin de detectar los casos de depresión. Los pacientes que obtuvieron resultados coincidentes con la presencia de depresión fueron convocados para participar en el estudio. Los individuos dispuestos a participar fueron distribuidos en forma aleatoria para ser interrogados sobre la ideación suicida o sobre la salud y la calidad de vida. Las entrevistas fueron telefónicas y se llevaron a cabo en 2 oportunidades separadas por un período de 10 a 14 días. Durante la primera entrevista se aplicó nuevamente el cuestionario empleado para la detección sistemática de depresión. También se acumuló información demográfica y se evaluó el estado mental de los pacientes mediante el 12-item General Health Questionnaire (GHQ). Finalmente, se realizaron preguntas sobre la ideación y la conducta suicidas o la salud y el estilo de vida, según el grupo correspondiente. Durante el seguimiento, los pacientes fueron revaluados mediante preguntas sobre la ideación y la conducta suicidas.

Dado que algunos profesionales manifestaron preocupación respecto de la susceptibilidad de los pacientes con trastornos de la personalidad ante el empleo del cuestionario, también se aplicó la Standardised Assessment of Personality - Abbreviated Scale. Por último, el nivel de apoyo social de los pacientes fue evaluado mediante el Close Persons’ Questionnaire. En presencia de pensamientos que indicasen la falta de motivación para vivir, los investigadores evaluaron el riesgo de suicidio en forma más exhaustiva e incentivaron a los pacientes para que utilicen los recursos disponibles de ayuda. En los casos más graves, los investigadores contactaron a los profesionales encargados de la atención del paciente. 

Resultados
Los participantes tuvieron una media de 48.5 años. El 30.9% era de sexo masculino, el 43.1% tenía una pareja estable y el 47.7% tenía trabajo. El puntaje medio del GHQ fue 5.5. Los grupos evaluados mediante las preguntas correspondientes a la ideación suicida o mediante el cuestionario de control estuvieron integrados por 213 y 230 individuos, respectivamente. La evaluación de seguimiento se llevó a cabo en el 79.2% de los participantes. No se hallaron diferencias significativas respecto de las características de los pacientes que participaron o no de la entrevista de seguimiento. Durante esta entrevista, el 28% y 24.1% de los pacientes asignados al cuestionario sobre la tendencia suicida o al cuestionario de control refirieron que no valía la pena vivir, respectivamente. El deseo de morir tuvo lugar en el 23.3% y 22.9% de los casos y los pensamientos suicidas se verificaron en el 14.7% y 11.3% de los pacientes, en igual orden. Ningún paciente asignado al cuestionario sobre la tendencia suicida intentó quitarse la vida durante el período de seguimiento, sino que esto tuvo lugar en un paciente asignado al cuestionario control.

El 22.5% y 14.6% de los pacientes asignados al cuestionario sobre la tendencia suicida  y evaluados durante el seguimiento manifestaron haber meditado sobre quitarse la vida durante las 2 semanas previas y posteriores a la detección sistemática, respectivamente. El 3.9% de los pacientes sólo tuvo estos pensamientos durante las 2 semanas posteriores a la detección sistemática y el 45.9% de los participantes que había pensado en suicidarse al inicio del estudio no tuvo esta idea durante la evaluación de seguimiento. La ausencia de motivación para vivir durante el seguimiento se asoció con el estado de salud mental inicial y con la probabilidad de trastornos de la personalidad. También se verificó una asociación entre la ideación suicida y el desempleo entre los pacientes asignados al cuestionario sobre tendencia suicida al inicio del estudio. En cambio, no se observó una relación entre la edad, el nivel de apoyo social y las consecuencias de la evaluación de la ideación suicida. Tampoco se halló una interacción entre la personalidad, la edad y las consecuencias de la detección sistemática de la ideación suicida.

 

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