Enfermedad coronaria y emociones | 02 FEB 12

En tres de cada cuatro infartos intervienen emociones negativas

A través de entrevistas a personas que sufrieron ataques repentinos sin manifestaciones previas, una investigación concluyó que, además de los consabidos factores de riesgo, influyen las situaciones de estrés, tristeza o enojo.

Tensión en el trabajo, discusiones en casa, el tránsito enloquecedor, un penal mal cobrado. Hay infinidad de situaciones cotidianas que pueden ocasionar angustia, estrés, tristeza, enojo o depresión, y todas ellas son denominadas “emociones negativas”. Y de manera creciente, los médicos alertan sobre su peligro como una de las principales causas de enfermedades cardíacas, y aconsejan que se las considere como factores de riesgo para la salud.

Según los resultados preliminares de una investigación cualitativa del Hospital de alta complejidad El Cruce, del partido bonaerense de Florencio Varela, en tres de cada cuatro pacientes que sufrieron un infarto se puede identificar una intensa vivencia negativa en las horas previas al episodio cardíaco. Y en dos de esas tres, el relato se asemeja al patrón de la ignominia, es decir, el descrédito social, el deshonor, la culpa o la vergüenza. El dato se obtuvo mediante la metodología de entrevistas a pacientes con infarto durante su internación, donde son atendidos por un médico y un psicólogo.

“Entendimos que existía la necesidad de escucharlos y contenerlos, porque había algo que no era físico o biológico y que hacía que los sanos se infartaran”, explicó el cardiólogo Juan Marini, director de El Cruce. “Analizamos ya más de 100 casos. Muchos de ellos fueron infartos repentinos y sin manifestaciones previas, por lo que creemos que la cuestión afectiva fue muy importante”, destacó Marini. Entre las sintomatologías y patologías provocadas por las “malas emociones”, figuran el herpes, los atrasos menstruales, erupciones en la piel, gastritis erosiva, colon irritable, infarto agudo de miocardio, arritmias, alteraciones del ritmo cardíaco, angina de pecho, aumento de lípidos, hipertensión y muerte súbita.

El infarto es una enfermedad epidémica en el país, con más de 40 mil casos anuales internados, y se ha asociado en múltiples investigaciones a diferentes emociones negativas. Las personas tienden a interpretar las emociones como experiencias espirituales y a lo que nos ocurre en el cuerpo como una manifestación secundaria. Sin embargo, “las emociones son programas biológicos que conjugan una serie de actividades simultáneas, brindando ventajas de supervivencia”, aseguró el cardiólogo Carlos Tajer, jefe de Cardiología de El Cruce y autor del libro El corazón enfermo. Puentes entre las emociones y el infarto.

“La medicina está cambiando y las emociones comienzan a ser parte fundamental de las consultas”, destacó Marini en diálogo con Tiempo Argentino, y agregó: “Los médicos estamos tratando de buscar la relación directa entre las emociones y las enfermedades coronarias, porque sabemos que hay algo que no es físico y afecta directamente al paciente”.

Los infartos y demás problemáticas de salud, suelen estar condicionados por diversos factores de riesgo: tabaquismo, hipertensión, antecedentes familiares, diabetes, sobrepeso, colesterol y sedentarismo, pero en los últimos años se ha sumado el estrés de la vida moderna.

La especie humana es el resultado de millones de años de evolución. Sin embargo, las funciones intelectuales son de aparición relativamente reciente. “Mientras este acelerado y explosivo avance evolutivo del cerebro se producía, nuestro corazón permanecía casi sin cambios adaptativos”, explica el doctor Daniel López Rosetti. “Originalmente, el cuerpo humano debía resistir el estrés producido por los ataques de algún predador, pero en la actualidad, el estrés es sostenido en el tiempo, crónico e intenso”, destaca el experto.

Según la encuesta de TNS Gallup, “los argentinos y la salud mental”, un 25% de las personas declara haber sufrido estrés durante el último año. Para los expertos, los casos serían más, ya que muchos no reconocen su estrés porque existe una tendencia naturalizarlo.

Para el doctor Daniel Flichtentrei, cardiólogo y director de contenidos médicos del portal Intramed, hay tres momentos que pueden desencadenar emociones negativas: los domingos, las fiestas de fin de año y las vacaciones. “Es cuando las personas suelen tener expectativas desmesuradas que no se cumplen, y muchos imaginan, mientras no pueden tenerlo, un encuentro familiar armónico y reparador. Hijos, esposos o padres idealizados durante los interminables días laborales se nos revelan como lazos imposibles de sostener cuando la pausa del domingo los hace reales”, aseguró.

Con respecto a las fiestas de fin de año, el doctor Juan Pablo Costabel, cardiólogo clínico del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA), sostuvo que “más allá de lo bueno de la reunión con la familia, hay una suba significativa de la tasa de eventos cardiovasculares que pueden estar ocasionados por un mal recuerdo y el exceso de comidas”. Y una prueba de ello es la falta de camas en las unidades coronarias que se vivió el 26 de diciembre pasado, como cada año.

Lejos de entrar en pánico, los especialistas recomiendan seguir hábitos saludables como una alimentación baja en calorías, ejercicio físico y sobre todo, “aprender a tranquilizarse”, porque “todo no se puede”, y porque “lo extremadamente perfecto, no es bueno”.

Fuente: Infonews

 

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