Por Adrián Paenza | 01 FEB 12

Pensamiento lateral (el problema de las pastillas)

“Tengo un problema muy bueno para pensar..."

El 23 de diciembre del año 2011 yo estaba en Benson, un pueblo en el estado de Illinois cuya población no llega a los 500 habitantes. La temperatura todavía no castigaba como suele suceder en el invierno del Hemisferio Norte y los caminos eran transitables sin que estuvieran totalmente cubiertos de nieve. Gary Crotts es uno de mis mejores amigos norteamericanos. Si bien Gary no tiene una formación matemática, su capacidad de análisis no deja de sorprenderme. No recuerdo bien de qué discutíamos pero sí sé que la ruta se hacía cada vez más angosta y en un momento, cuando el sol me pegaba fuerte en los ojos, escuché un sonido proveniente de mi celular que me anunciaba que tenía un mensaje de texto. Decía así:

“Tengo un problema muy bueno para pensar. No sé cómo se hace, pero no te quiero decir nada ahora porque tengo miedo de que me lo arruines contándome la respuesta”.

Era Manu Ginóbili, desde San Antonio. A punto de empezar la temporada de la NBA, Manu estaba con Many (su esposa) y sus mellizos. Le pedí que me contara el problema y que confiara en mí. Si lo conocía, no le diría nada.

Me dijo entonces que como era demasiado largo, prefería mandarme un mail.

Lo que sigue fue lo que recibí a los cinco minutos. Como usted advertirá inmediatamente, está escrito en “español”. Es decir, no en el que usamos nosotros, sino en el que usan en España. Acá va.

“El señor Norberto Ferrero padece una extraña enfermedad (conocida como ‘síndrome de Ferrero’) que hace que todos los días deba tomar dos pastillas, una del tipo A y otra del tipo B. Estas pastillas son exactamente iguales en peso, color, sabor, olor, tamaño, forma... de modo que es imposible distinguirlas externamente y, sin embargo, es vital que Norberto se tome una pastilla de cada tipo cada día. Por eso, el señor Ferrero, muy organizado él, guarda las pastillas del tipo A en un pastillero marcado con la letra A y las pastillas del tipo B en un pastillero marcado con la letra B.

Cada día, echa una pastilla del tipo A y otra del tipo B en su mano y se las traga. Pero hoy, después de echar la pastilla del tipo B, ha echado por accidente dos pastillas del tipo A en su mano, de modo que tiene tres pastillas y no puede distinguir cuál de las tres es la del pastillero B. Para colmo de males, Norberto no quiere simplemente tirar las pastillas y coger otras dos, pues son unas pastillas muy caras. ¿Qué debe hacer para tomar, ese día y los días siguientes, una pastilla de cada tipo sin equivocarse y sin desperdiciar ninguna?

Pensadlo, no es un juego de palabras ni una tontería y aunque parezca imposible, se puede hacer.”

Me pareció pertinente conservar el texto original porque es simpático y el crédito hay que dárselo a quien lo imaginó y luego lo puso en Internet para que estuviera a disposición de todos. No sé quién es el autor, pero ciertamente no fui yo.

Eso sí: el problema es sencillo pero espectacular. ¿En qué sentido? En que ofrece otra manera de poner a prueba nuestra capacidad para pensar en “forma lateral”. Es decir, si uno quiere pensar “a lo bruto”, avanzando por el camino habitual, es poco probable que tenga éxito. No digo que este deba ser su caso: quizás a usted se le ocurre de entrada una forma de resolverlo y toda la elaboración que sigue más abajo le parezca irrelevante. Y está bien también, pero solamente quiero advertirle que a casi[1] todas las personas a las que les planteé el problema, les llevó un tiempo encontrar la solución.

Algunas observaciones más. El problema no tiene ninguna “trampa”. Si la tuviera, no lo ofrecería para pensar. Créame: no requiere de ninguna herramienta que a usted no se le pueda ocurrir.

 

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