Por Dr. Carlos Alberto Yelin | 30 ENE 12

“El humor en la práctica médica. 2da. Parte.”

“De aquel que nunca se ríe, nunca te fíes” (Refranero español)
Autor/a: Dr. Carlos Alberto Yelin 

En el primer artículo, referido al tema del epígrafe, me ocupé especialmente de la importancia de insertar el buen humor en las actividades médicas cotidianas. Fueron tan pertinentes las observaciones y los comentarios recibidos por el mismo, que me obligaron a profundizar la comprensión del tema, que siempre me resultó apasionante. Por esos aportes me enteré  de la respetable cantidad de universidades y otras entidades preocupadas por la trascendencia de la cuestión y el empeño puesto en su implementación. También notas de instituciones como la de la Universidad de Alcalá de Henares, en donde se dicta un curso sobre: “Uso terapéutico del humor”, por el Dr. Begoña Carbelo. También en Valdecillas, España, el Dr. Sanz Ortiz dirige otro grupo de trabajo, con intencionalidad científica referido al tema. Fue oportuno, asimismo, interiorizarme de la existencia de la multidisciplinar “Internacional Society for Humor Study” y de sus publicaciones. Resultó significativa la cantidad de medios que repitieron la publicación. Rescato en esa actitud el entusiasmo suscitado por la temática.

Luego de la introducción justificativa de esta segunda parte, quisiera dividir el enfoque en el tratamiento de la cuestión, en siete aspectos básicos.

1º: ¿Con el sentido del humor nacemos, o es preciso desarrollarlo?

2º: Si debiera desarrollarse; ¿Cuál es la estrategia para lograrlo?

3º: ¿A ésa impronta conductual que se obtiene con el humor, es operativo aplicarla  indiscriminadamente en la tarea profesional, o es preciso identificar la idiosincrasia del interlocutor, y con ello su particular tendencia para aceptar o rechazar la actitud bien humorada?

4º: ¿Es factible y práctico transmitir, y generar en todos los pacientes, la importancia del humor y la utilidad de su espontáneo ejercicio?

5º:¿ Es el humor un procedimiento importante en el desarrollo del vínculo, o sólo un argumento más en el logro de una buena relación, médico-paciente?

6°: ¿Se puede asegurar que el buen humor mejora la salud, y el pronóstico de vida?

7º: Anatomofisiologia del humor: Descripción de  pautas destinadas a un entendimiento más estructural del punto de vista anatómico y fisiológico sobre el mecanismo del humor y la risa.

Primera cuestión: ¿Nacemos con buen humor, o lo integramos con el crecimiento de la personalidad?

 Sería oportuno una muy amplia serie de entrevistas con escalas psicométricas de Likert, y otra con grupos controles para formular un análisis estadístico de la situación. Pero si con cierto grado de simpleza observamos a nuestros hijos, o en mi caso, a hijos y nietos, la risa y la alegría que brota,  muy espontáneamente en la primera infancia, nos aproxima a la idea de que el buen humor nace con nosotros. Los niños que nacen ciegos o sordos, sonríen con la misma frecuencia que los normales. Lo que si notaremos, que “ésos locos bajitos”, al decir de Serrat, cuando mayores sonríen con menos frecuencia y se ríen mucho menos. Se calcula con aproximación, que un niño de 5 años ríe alrededor de 300 veces al día, y de adulto la frecuencia baja a 10 veces diarias. Cuando a  una edad determinada, los conflictos familiares lo acosan con tristezas o desencantos, van perdiendo la espontaneidad de la risa. Como conclusión simplista, nacemos alegres, y la vida se encarga de quitarnos la gran entereza que nos otorga el buen humor. Por lo tanto debiéramos emplear una dedicación especial en conservarlo, y/o acrecentarlo.
 
2da cuestión: ¿Cómo desarrollarlo?

 Al perder el sentido del humor por las razones que fuesen, nace la tendencia a la dramatización y a la queja. Poner en evidencia esos perfiles y combatirlos con ejemplos sencillos, en ocasiones facilita la salida de la tristeza y el retorno del espíritu alegre. Retomar así la creatividad para situaciones que promuevan la actitud optimista y con cierto grado de jovialidad. Alguna vez, en un paciente con dispepsia severa que comenzó con conflictos matrimoniales, le comenté que a Sócrates, el sabio griego, le preguntaron si debiéramos casarnos o permanecer solteros, el contestó que “en ambos casos nos arrepenteríamos”. La sonrisa del paciente le cambió el gesto adusto, y tanto el relato, como la dispepsia comenzaron a mejorar. El auténtico humor es aquel que puede centrarse en poder reírse de uno mismo. Esa es una sencilla manera de comenzar. Cuando por mi hipoacusia, me equivoco en el tenis al no comprender el resultado que me aclara el rival, gritar ¡sordo! me posiciona como generador de broma y no el destinatario de la burla. Además, reírse del otro puede entrar en el terreno de la ironía, que en ocasiones posee matices desvalorizantes, con un contexto de humillación, y un sesgo impiadoso.

3°: ¿El humor, podemos usarlo indiscriminadamente?

Cuando un paciente al ingresar al consultorio, y tras la consabida pregunta, ¿que lo trajo aquí?, responde “el taxi”, es una obviedad que está haciendo la apertura a  una tendencia a instalar el humor en la entrevista, cualquiera fuese la razón de su presencia. Por el contrario, el rostro serio que no cambia en toda la consulta, y que rechaza la opción que pudiésemos hacer con buen humor, necesitará mucho tiempo para comprender el tema. Podría ser preciso que lo acompañemos en el convencimiento de su tristeza y el rechazo a toda actitud alegre o positiva. He citado ejemplos extremos y en el medio se encuentra la interminable amplitud de situaciones en las que deberemos emplear el sentido común para lograr ubicarnos correctamente. Durante siglos existió el convencimiento de que introducir la broma en una situación circunspecta, configura una trivialidad y un antagonismo inaceptable. El enojo de nuestros padres cuando al incluir un chiste nos atacaba la risa, en una situación formal,  sigue constituyendo hasta la actualidad un mecanismo inhibitorio permanente. Si trasladamos el ejemplo a la consulta médica, todos tenemos temor a ser malinterpretados y deslucir la categoría de la entrevista, si nos animamos a poner una cuota de humor en la seriedad de la anamnesis Mucho menos en el examen físico. Además con la digitalización cotidiana, intentamos reemplazar el inestimable encanto de la risa, por el ja,ja,ja, o el je,je,je, que escribimos en el mail.

4°: ¿Todos podemos, médicos y pacientes,  desarrollar el sentido del humor?

Me permito tener una actitud entusiasta. Todos tuvimos que hacer cursos de informática para ingresar en las actualizaciones, y presentaciones médicas. ¿Por qué no reunirnos con el objeto de instruirnos para generar una actitud que alivia tensiones, libera angustias, recompone energía, para iniciarnos en al aprendizaje del buen humor?. Confucio pensaba que el humor puede derrotar a una tristeza con fundamento. Nuestra tarea médica, se nutre de angustias, frustraciones, fracasos, errores, todas situaciones que estimulan la presencia del estrés, y de conflictos intra o interpersonales. Si agregamos que nuestro entrevistado, nos aporta una cuota importante de inquietud, y además, una imperiosa necesidad de resolver problemas, lo que no siempre podemos, la desesperanza y la futilidad de nuestra actividad nos agobia. Si nosotros nos sentimos así, ¿Cómo explicar a los pacientes que la perspectiva de su angustia puede modificarse con una actitud bien humorada? Todos podemos admitir y sincerar situaciones poco trascendentes que conforman nuestra intimidad. Aceptar ser hinchas de River en Argentina, en un momento de cataclismo deportivo, reconocer tener  la cocina como hobby, o confesar que en ocasiones hablamos en voz alta estando solos, lo decimos con cierta soltura, pero casi nunca podemos consentir que somos sujetos desprovistos de buen humor. Por otra parte siempre se ha intentado una aproximación evaluativa científica de la presencia del humor en el ser humano. Tema nada sencillo si uno piensa que las principales situaciones en la que se presenta la risa, no son en los ámbitos adecuados para medir escalas o validaciones sobre el humor. Nos reímos, al finalizar un deporte, en un bar, en una peña musical, o en la intimidad sexual. Todas situaciones complejas para ser observadas, o controladas. No obstante es útil conocer la existencia de la Muldimensional Scale of Humor Sense,(MSHS), aplicada en numerosos estudios intentando catalogar: a)capacidad para generar humor, b)aplicación del humor en diferentes instancias, c)disfrute del juego, d) su aplicación en situaciones sociales.

5°: ¿Cuánto importa el humor para construir un buen vínculo, médico-paciente?

Vuelvo al refrán del inicio, me cuesta confiar en personas que siempre tienen el gesto grave y la actitud solemne. Por de pronto resulta difícil imaginarlos, en peñas o reunión de amigos, o que puedan integrarse a grupos sociales, en donde reine el bienestar grupal, y la necesidad de disfrutar de la compañía tan necesaria para la salud mental y emocional de las personas. El aislamiento en la vida cotidiana, inclina al profesional a una actitud poco proclive a involucrarse con plenitud en la problemática del paciente, cualquiera fuese la razón de la consulta. Es entonces muy difícil que el humor ingrese en forma oportuna y espontánea para enriquecer la cercanía entre el médico y el entrevistado. Creo que una buena relación medico paciente, necesita del acercamiento que el humor puede lograr.

6°: ¿El buen humor asegura buena salud y mejor expectativa de vida?

Los estudios son complejos y poco concluyentes. Ya hablamos de la dificultad en estadificar con escalas los niveles de humor, aún con intentos rigurosos. En nuestra práctica cotidiana de consultorio, siempre hemos pensado que aquellos pacientes, poseedores de una actitud positiva para reconocer y enfrentar su padecimiento, y que pueden hablar con soltura de sus padeceres, incluso con cierto grado de optimismo jovial, evolucionan mejor. Pero no constituye una afirmación sino solo una aproximación.

7°:Psicobiología del humor

Sin poder ser taxativos en la afirmación, se sostiene que el humor se ubica en el lóbulo derecho del cerebro, mientras que el razonamiento lógico está en el izquierdo. Se puede localizar con bastante precisión en la zona de la corteza cerebral prefrontal superior derecha. Incluso su lesión puede provocar la “moria”, o risa patológica imparable. Pero a partir de la anatomía, en la carcajada se producen numerosos fenómenos  químicos que involucran a los neurotransmisores cerebrales con descarga mesolimbo-dopaminérgica que activan en forma positiva procesos psicológicos, con alivio de tensiones, mejora de la actitud energética, reducción del estrés y la ansiedad y bloqueo de fenómenos fóbicos. A nivel físico los movimientos musculares, controlan el pulso y reducen la presión. También es probable la mejora en el mecanismo inmunológico, por acrecentamiento demostrado de las células NT, (Natural Killers). Finalmente al reír nos integramos más fácilmente al grupo social en el que nos encontremos, percibiremos el bienestar que la actividad grupal produce, y además derrotaremos ese individualismo que  ha minado a la sociedad denominada postmoderna, a la que, nos guste o no, pertenecemos.

Pero como lo dijera en el primer artículo, el principal encanto que tiene el humor se puede resumir diciendo que es un excelente antídoto de la enfermedad, enemigo acérrimo de la actitud dogmática y fundamentalista, y con ello logra acortar la distancia entre aquellos que piensan diferente. Reduce así las discrepancias y fomenta la armonía entre los seres humanos. Cuando con el humor podemos poner distancia de la dolorosa realidad cotidiana, logramos una perspectiva diferente y mucho menos angustiante. Charlie Chaplin decía que si vemos demasiado cerca un problema configura una tragedia, y al verlo de lejos se transforma en una comedia. Al reírnos de nuestras propias desdichas personales construimos la mejor manera de soportarlas.

Dr. Carlos Alberto Yelin
Especialista en Clínica Médica.(Colegio Médico) (1968)
Doctor en Medicina. UNR.(1970)
Sub-Director Académico Carrera de Doctorado. Facultad de Medicina. UNR.(2001)

 

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