Psicólogos distinguen entre una benigna y una maligna | 06 NOV 11

La envidia, un potente estímulo para la memoria y la atención

Estudios muestran que puede estimular en forma positiva ciertos procesos cognitivos.

Por John Tierney  | The New York Times

NUEVA YORK.- ¿Por qué envidiar? Parece ser el más inútil de los pecados capitales: terrible de experimentar, vergonzoso de admitir, carente de un placer inmediato o de beneficios a largo plazo. Para un psicólogo evolucionista, hay una cierta lógica en seducir a la mujer del vecino o en robarle sus bienes, pero ¿de qué sirve sólo codiciarlos?

Los filósofos han ofrecidos teorías, pero falta la evidencia empírica, posiblemente porque la envidia es un tópico incómodo para todos. Hoy, sin embargo, gracias a varios experimentos realizados en la Universidad Texas Christian y la Universidad de Texas en Austin, podemos ver el lado positivo de codiciar y, a la vez, una nueva razón para tener un mandamiento en su contra.

Los psicólogos de Texas comenzaron con un experimento que sacó a relucir sentimientos de envidia del pasado. A algunos de los estudiantes se les solicitó que escribieran acerca de ocasiones en las que envidiaron a un amigo o relación. Luego tuvieron entrevistas con personas supuestamente pertenecientes a la universidad, que respondieron preguntas sobre sus estudios y objetivos, pero no dijeron nada que pudiera despertar envidia.

Comparados con un grupo al que no se le pidió que recordara nada, los estudiantes que acababan de finalizar la descripción de su envidia pasada invirtieron más tiempo analizando las entrevistas y pudieron recordar mejor los detalles sobre los entrevistados. El sólo revivir sus envidias del pasado hizo que prestaran más atención a sus compañeros actuales.

Si la envidia pasada agudizó la mente, ¿cuál sería el efecto de nuevas envidias? Ese fue el siguiente experimento.

Ellos y ellas
Sarah Hill y Danielle DelPriore, de la Universidad Texas Christian, y Phillip Vaughan, de la Universidad de Texas, mostraron a los estudiantes universitarios entrevistas y fotos falsas de otros estudiantes supuestamente de su misma facultad. Las estudiantes vieron fotos de otras jóvenes mientras que los varones observaron las de otros muchachos. Ambos sexos vieron una mezcla similar de personas, incluso algunas descriptas por los investigadores como de "compañeros aventajados".

En las fotos, algunos de los estudiantes imaginarios eran muy atractivos y otros no. Las entrevistas revelaron claras disparidades económicas. En una se mencionaba a uno que poseía un BMW nuevo, otro manejaba un auto viejo.

Cuando los estudiantes reales analizaron cada uno de los perfiles, los investigadores les preguntaron acerca de sus propias emociones y midieron cuánto tiempo les llevó estudiarlos. Con seguridad, les levó más tiempo contemplar a los que despertaban más envidia en ellos: los bien parecidos con BMW nuevos y padres ricos. Y más tarde pudieron recordar mejor los nombres y otros detalles de esos "objetivos" que despertaban mucha envidia.

Los resultados mostraron que la envidia puede "evocar una cascada de procesos cognitivos coordinados funcionalmente". Hill lo comparó con otra experiencia cognitiva menos sublime: el fisgoneo. "Es como un choque de autos, no podemos dejar de mirarlo. No podemos alejar nuestra mente de la gente que tiene ventajas que queremos para nosotros."

 

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