Por Alice Baghdjian
LONDRES (Reuters) - El sabor dulce no sería el único motivo por el cual acudimos a un helado o a una torta en los momentos de estrés.
El confort que produce consumir alimentos grasos no deriva exclusivamente de la experiencia sensorial placentera de comerlos, sino también de señales puntuales que registra el cerebro al recibir grasa, según indicó un estudio realizado por científicos de la Universidad de Lovaina, en Bélgica.
La investigación, publicada en Journal of Clinical Investigation, empleó controles con imágenes por resonancia magnética (IRM) para evaluar los efectos de los ácidos grasos sobre las emociones al inyectarlos directamente en el estómago.
Los científicos pasaron música lúgubre y mostraron imágenes tristes a un grupo de 12 participantes antes de administrar a la mitad de la cohorte ácidos grasos, y al resto solución salina, a través de un tubo de alimentación.
Sin saber qué sustancia recibían, los voluntarios evaluaron su estado de ánimo según una escala del uno al nueve antes y durante el control.
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