Investigadores italianos informan que algunas personas que creen que son intolerantes a la lactosa podrían sufrir de hecho una afección psicológica conocida como trastorno somatomorfo.
La intolerancia a la lactosa es cuando una persona tiene deficiencia de la enzima lactasa, que descompone la lactosa. Los que tienen esta afección experimentan hinchazón, gases, dolor de estómago y náuseas al comer o beber productos que contienen lactosa, el azúcar de la leche.
El trastorno somatomorfo es un grupo de afecciones en que el dolor físico y los síntomas que experimenta una persona están realmente relacionados con factores psicológicos.
Este nuevo estudio muestra que algunas personas "no deben culpar a la lactosa por sus síntomas de intolerancia a la lactosa", señaló el Dr. Guido Basilisco, investigador de la unidad de gastroenterología de RCCS-Ca Granda en Milán.
Basilisco presentó sus hallazgos en la Semana de Enfermedades Digestivas de Chicago.
En el estudio, Basilisco y sus colegas evaluaron 102 pacientes, 77 de los cuáles eran mujeres, que se sometieron a una prueba respiratoria que se utiliza comúnmente para detectar la intolerancia a la lactosa. Los pacientes también completaron un cuestionario sobre somatización, ansiedad y depresión.
Las personas que tenían el trastorno somatomorfo informaron sobre múltiples problemas en diferentes áreas del cuerpo, por ejemplo, desmayos o debilidad en una parte del cuerpo, señaló Basilisco, aunque no se encontró ninguna causa física.
Se detectó o bien una intolerancia a la lactosa o una mala absorción en el 29 y 33 por ciento de los pacientes, respectivamente.
Sin embargo, cuando Basilisco analizó a los que tenían lo que él define como "somatización alterada" encontró que los "pacientes con somatización alterada eran cuatro veces más propensos a informar sobre intolerancia a la lactosa".
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