Los humanos, somos 'animales sociales'. | 10 MAR 11

La obesidad puede ser contagiosa

La influencia de las relaciones interpersonales en el riesgo de obesidad.

José Mª Ordovás* | Madrid

En general, necesitamos la compañía de otros para sentirnos completos física y emocionalmente; y esto es especialmente evidente en nuestra cultura mediterránea. Pero, curiosamente, nuestro círculo de relaciones amistosas también define de alguna manera nuestro riesgo de obesidad y/o de ganancia de peso. Así pues, mientras que es bien conocido que la obesidad es un 'asunto de familia' debido a su componente genético, hasta hace muy poco no se ha demostrado que la obesidad también puede ser 'contagiosa'.

El detonante del interés actual por el estudio de la influencia de las relaciones interpersonales en el riesgo de obesidad fue una investigación, publicada en la prestigiosa revista 'The New England Journal of Medicine' que, basada en el famoso estudio del corazón de Framingham en EEUU, demostró en un análisis de 12.000 sujetos seguidos desde el 1971 al 2003, que el riesgo de obesidad de un individuo aumentaba casi un 60% si algún amigo (y además era recíproco) se volvía obeso durante el periodo de seguimiento del estudio.

El efecto era más fuerte si la amistad era del mismo sexo. Pero, por el contrario, la proximidad sin amistad no aumentaba el riesgo; es decir no había efecto asociado si las personas eran meramente vecinas. Esto último descartaba también la posibilidad de que lo observado se debiera al hecho de compartir un mismo medioambiente.

A pesar de toda la fanfarria que rodeó a este hallazgo, no hemos de olvidar que sus conclusiones están basadas en un estudio observacional y que poco o nada se puede concluir en términos de causa y efecto. No sabemos ni siquiera si todo esto no es más que un espejismo científico. Si es así, pronto lo averiguaremos gracias a la capacidad de autocrítica de la investigación científica.

De todas maneras y haciéndonos eco del dicho tradicional de que si el río suena agua lleva, es importante indagar más profundamente en las bases de esta posible relación entre amistad y obesidad, y ver si podría utilizarse esta nueva faceta como un elemento más en la lucha contra la creciente marea de sobrepeso y obesidad de nuestra población. Para esto es crucial elucidar las razones que llevaron a los resultados obtenidos en la población de Framingham.

Se podría pensar que aquellas personas rodeadas de amigos con sobrepeso pueden percibirse a sí mismas como más delgadas y no estar tan incentivados a perder peso. También es posible que haya un 'contagio' debido a hábitos compartidos como resultado de la amistad, entre ellos los gustos gastronómicos y/o la actividad física. Por otra parte, y de acuerdo con un viejo dicho inglés (pájaros de la misma pluma vuelan juntos), uno elegiría a sus amigos, de manera consciente o inconsciente, en base a ciertas semejanzas, una de las cuales es, evidentemente, la apariencia física.

A este respecto, se ha demostrado en adolescentes que la probabilidad de que un joven con sobrepeso tenga también amigos con sobrepeso es el doble de lo esperado al azar. Esto puede ser debido en parte a la falta de reciprocidad existente entre los adolescentes al establecer su círculo de amistades, ya que mientras un número elevado de jóvenes con sobrepeso citan como amigos a otros jóvenes con peso normal, lo contrario no es tan frecuente.

 

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