Campos magnéticos | 23 FEB 11

Los móviles pueden alterar la actividad cerebral

El uso prolongado del teléfono provoca cambios en áreas cercanas a la oreja. No se conoce si este efecto puede causar algún tipo de problema de salud. Expertos recuerdan que no se han probado daños directos debidos al aparato.

Ángel Díaz | Madrid
 
Hablar durante 50 minutos por un teléfono móvil o un inalámbrico casero puede provocar alteraciones en las regiones del cerebro cercanas a la oreja que se esté usando. No está claro que la salud vaya a verse perjudicada por este efecto, que ha sido detectado en un nuevo estudio con 47 voluntarios. En todo caso, sus autores piden profundizar en esta línea de investigación.

El estudio, publicado en 'The Journal of the American Medical Association' (JAMA), ha constatado un incremento en el metabolismo de la glucosa, que es un indicador habitual de actividad cerebral, en el lado en el que se sostiene el teléfono. Los efectos se midieron con una tomografía por emisión de positrones (PET) y están relacionados, según muestra el estudio, con el progresivo aumento de los campos magnéticos de radiofrecuencia que genera el móvil durante una conversación.

Estos campos magnéticos son de similar naturaleza a los que produce un televisor o una radio, y anteriores investigaciones los habían ya considerado, sin poder demostrarlo, como los posibles causantes de tumores en el cerebro. Según reconocen los autores del nuevo estudio, sus resultados no aportan nada a este debate, ni a favor ni en contra. Sin embargo, confían en proporcionar un sólido argumento para seguir indagando en eventuales efectos fisiológicos causados por el móvil.

Durante el experimento, los voluntarios 'vestían' un móvil en cada oreja, ambos silenciados para no recibir estímulos auditivos, y así pasaron dos sesiones de 50 minutos cada una. En una de las sesiones, ambos teléfonos estaban apagados; en la otra, el derecho estaba encendido y recibía una señal constante, aunque los participantes no lo sabían. Según mostraron los PET, la actividad cerebral de las regiones cercanas a la antena -la corteza orbifrontal y el lóbulo temporal- crecía significativamente cuando el teléfono estaba operativo, y este incremento, además, era proporcional a la cantidad de radiación estimada que habría absorbido el cerebro durante las pruebas.

 

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