En niños | 17 ENE 11

Un manual mejora la detección del cáncer

Fue editado por la Fundación Hospital Garrahan; es gratuito para pediatras, enfermeras y padres.

Hay casos en los que la falta de acceso a la información se vuelve peligrosa para la vida, como sucede aún con enfermedades infantiles que, realidad, esconden un cáncer que pasa inadvertido al ojo clínico.

Así le ocurrió a un chico de 7 años con estrabismo (desviación del alineamiento de un ojo). Sus padres lo llevaron al servicio de oftalmología de un hospital con atención pediátrica, donde se le confirmó el trastorno visual y se aconsejó la cirugía correctiva, con buen resultado. A los dos meses, el chico empezó a tener problemas para coordinar los movimientos corporales. Durante los controles, se había pasado por alto un tumor de tronco encefálico, que representa el 10% de los cánceres cerebrales pediátricos.

O está también el caso de un adolescente de 15 años que llegó al consultorio de su pediatra con dolores de cabeza insoportables y vómitos reiterados. El médico les indicó a los padres llevarlo a una consulta en el servicio de psiquiatría de un reconocido hospital infantil, donde el adolescente comenzó el tratamiento psiquiátrico. Pero a los 4 meses, la desconfianza de los médicos por el aumento de los síntomas hizo que nuevos estudios clínicos permitieran detectar un glioma, un tumor cerebral.

Estos son apenas dos ejemplos reales de la gran cantidad que, con nombres y otros detalles identificatorios en reserva, aparecen en el manual de distribución gratuita Cuándo sospechar cáncer en el niño , elaborado por el equipo de trabajo del Registro Oncopediátrico Hospitalario Argentino (ROHA) y editado por la Fundación Hospital de Pediatría Prof. Dr. Juan P. Garrahan. "No teníamos mucha idea de qué estaba sucediendo con el diagnóstico y el tratamiento de los cánceres pediátricos, hasta que un grupo de especialistas comenzó con el ROHA. Ellos viajaban al interior del país y veían que muchos chicos no tenían el diagnóstico adecuado porque, muchas veces, los padres los llevaban tarde a la consulta o porque el diagnóstico estaba equivocado. Entonces, esos chicos llegaban al Garrahan ya sin muchas posibilidades de tratamiento y curación", comentó a La Nacion la licenciada Adriana Monachesi, coordinadora de los cursos a distancia de la fundación.

 

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