Ni se extinguen ni disminuyen sus funciones | 07 DIC 10

Neomatronas

Los avances tecnológicos les hicieron perder su puesto en el parto. Pero no se rindieron, han vuelto a ocupar su lugar y ya se adentran en otras áreas sanitarias.

INMACULADA DE LA FUENTE 
 
Al contrario. Llevan años reinventándose. Y están de nuevo en alza. "Nos asocian al paritorio, pero estamos capacitadas para atender a la mujer en todas las etapas de su vida: adolescencia, embarazo, parto, menopausia...", afirma María Ángeles Rodríguez Rozalen, presidenta de la Asociación Española de Matronas. "Todos los organismos internacionales relacionados con la salud de la mujer indican que somos los profesionales idóneos para atender a las mujeres, en particular en su proceso reproductivo", sostiene. En el sistema público hace ya tiempo que tienen el control de la sala de partos cuando se trata de atender a gestantes sanas y sin complicaciones. Décadas atrás, con la generalización de los partos en hospitales y los avances tecnológicos, algunas de sus funciones perdieron cierta identidad. Traer un hijo al mundo se había convertido en un acto médico, incluso tratándose de embarazos "normales". Esa fiebre ha remitido y las matronas han recuperado poder.

Música relajante, pelotas gigantes suaves e hinchables en las que reclinar la cabeza, masajes en los pies, acupuntura... Todas estas técnicas y otras más se emplean ya en algunas maternidades para ayudar a las mujeres durante el periodo de dilatación. Parir sigue siendo un acto devastador para la mayoría de las mujeres desde el punto de vista físico, pero se trata de alejar el fantasma del dolor y del estrés. La última tendencia es despojar el parto de la excesiva tecnificación médica a la que se había llegado en las últimas décadas. "La mujer tiene que ser la protagonista de su propio parto", afirma María Josefa Rojas, "y no el ginecólogo", como ocurría tantas veces en el pasado.

Rojas, de 54 años, está convencida de la bondad de parir a la carta de acuerdo con las necesidades de cada mujer. "Tuve el privilegio de dirigir mi propio parto", asegura al recordar el nacimiento de su tercer hijo. Naturalmente, su domicilio se encuentra bastante próximo a un hospital. Ahora está destinada en un centro de atención primaria, pero ha trabajado en una maternidad y tiene suficiente perspectiva para analizar cómo ha cambiado la profesión. Hija de matrona, recuerda que en los años sesenta gran parte de las rurales desaparecieron y se produjo cierto vacío. "No solo dejaron de ocuparse del parto, sino de otras funciones relativas a la salud maternal", relata. En los últimos tiempos, sin embargo, se está dando un flujo de matronas a la atención primaria, "lo que está permitiendo recuperar el espacio que las más veteranas habían perdido".

Rojas señala que hay que humanizar el parto y contribuir a crear un vínculo inmediato entre la madre y el bebé. "En estos momentos nuestro papel es ayudar a la mujer a lo que ella decida, utilizando los medios adecuados. En las semanas previas al parto la mujer puede diseñar un plan sobre cómo quiere dar a luz. Si quiere anestesia epidural o no, si prefiere otra postura diferente a la más extendida".

Aunque mantenga su nombre femenino, es una profesión que pueden ejercer tanto hombres como mujeres. Ellos representan el 7% del colectivo: 444 hombres. En conjunto hay 6.275 matronas, lo que equivale a 54,93 por cada 100.000 mujeres en edad fértil. Con la paradoja de que aún hay alrededor de 4.000 matronas a la espera de obtener una plaza. En el último año se han incorporado solo unas 340, con la misión de cuidar la salud sexual de la mujer en las diferentes etapas de su vida. Esta cifra cambia cada año en función de las necesidades de las comunidades autónomas "y, desgraciadamente, del dinero que quieran invertir los consejeros", señala María Ángeles Rodríguez Rozalen. Las diferencias entre unas y otras autonomías son significativas. "En Andalucía, por ejemplo, hay muchos centros de atención primaria sin comadrona, algo vergonzoso", denuncia.

Desde 1992 se accede a matrona tras titularse como enfermero y especializarse en ginecología y obstetricia. Hasta 1986 solo tenían la especialidad de obstetricia. En 2009 se aprobó el nuevo plan de estudios, por el que Enfermería, hasta entonces una diplomatura, pasa a ser una carrera de grado. Para acceder a la especialidad tienen que pasar por un periodo de formación de dos años. "Se trata de hacer el EIR (enfermero interno residente), equivalente al MIR de los médicos", explica Sagrario Gómez Cantarino, jefa de estudios de la unidad de matronas del hospital de Toledo.

En la pasada década se produjo un cambio sustancial en su plan de estudios que definió de nuevo su papel, lo que supuso una pequeña revolución. Esa renovación implicó el cierre de las antiguas escuelas de matronas en 1987. Hasta 1992, en que se puso en vigor el nuevo plan, no hubo relevo. "Se ha perdido una generación. El 47% de las actuales matronas son mayores de 50 años. El resto es relativamente más joven. Tenemos una pirámide de edad un tanto extraña", explica Rozalen.

Sandra Sukarieh Noria, de 31 años, trabaja en atención primaria en Villaluenga (Toledo). Después de unos años en un hospital, se encuentra ahora en el ámbito rural. Día a día, su tiempo se reparte en controlar el embarazo y realizar la visita puerperal tras el parto. Un día a la semana lo dedica a preparar para el alumbramiento a mujeres que han pasado de las 38 semanas, practicando con ellas pujos (ejercicios para hacer fuerza durante el expulsivo del bebé). Otra de las tareas que más le gustan es la visita puerperal a las madres y a sus hijos al quinto día del parto.

Pero además de ocuparse del parto y del posparto, Sukaried se ocupa de talleres para mujeres en la menopausia. Otros de los territorios en los que empieza a moverse son el de la detección precoz del cáncer de cérvix y la orientación sobre planificación. "No podemos prescribir métodos, pero sí orientar sobre los que existen".

Blanca Herrera trabaja desde hace años como matrona de paritorio en el hospital de Baza, tras terminar la especialidad en el hospital San Cecilio, en Granada. "Hace unos siete años, tras un curso de natación para embarazadas, me embarqué con el Patronato de Deportes de Granada en aplicar este método. Ahora coordino dos grupos de embarazadas y disfruto mucho de esta parte de mi profesión, porque puedo estar en contacto con las inquietudes de las mujeres en el día a día del embarazo y siento que puedo serles de utilidad", explica. "Desde hace también unos cinco años acompaño en su parto a mujeres que desean tener a sus bebés en el domicilio. Es otra faceta de mi trabajo que me apasiona", asegura.

 

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