Atención de prematuros | 25 OCT 10

Nacer dos veces

Un método de cuidado a los prematuros que prima la atención de las necesidades de forma individualizada y apuesta por el establecimiento de entornos que eviten cualquier sobreestímulo.

Cristina G. Lucio | Madrid

Gonzalo está a punto de nacer de nuevo. La primera vez que vino al mundo, con sólo 24 semanas de gestación y 790 gramos de peso, era demasiado pronto, no estaba preparado. Sin embargo, tres meses y medio después de aquel día de julio, ya está casi listo para otro alumbramiento: el que vendrá el día que abandone la Unidad de Neonatología del Hospital 12 de Octubre de Madrid. Será un nuevo nacimiento porque, desde que llegó, Gonzalo ha vivido en un ambiente bastante similar al que hubiera tenido en el útero materno: sin luces directas, ruidos o maniobras bruscas; relajado y en postura fetal.

Junto al Hospital Vall d'Hebron de Barcelona, el centro madrileño ha sido pionero en implantar en España un método de cuidado a los prematuros que prima la atención de las necesidades de forma individualizada y apuesta por el establecimiento de entornos que eviten cualquier sobreestímulo que pueda alterar el todavía inmaduro sistema nervioso de estos bebés. Ambos centros lograrán en unos meses la certificación del programa NIDCAP(Evaluación y Cuidado Individualizado del Desarrollo del Recién Nacido, según sus siglas en inglés), que ya emplean desde hace años diversos hospitales estadounidenses y europeos, y que no sólo se apoya en los cuidados de médicos y enfermeras, sino que considera fundamental la participación de los padres.

"En definitiva, se trata de entender las necesidades de cada niño para darle los cuidados apropiados, controlar cualquier factor estresante que pueda venir del entorno y favorecer un contacto estrecho e íntimo con su familia, que será fundamental para su desarrollo", resumen desde el 12 de Octubre.

Pedir sin palabras
Begoña Morante, la madre de Gonzalo, ha aprendido mucho en este tiempo. No sólo sabe regular las luces de la unidad, a la que puede acceder las 24 horas del día, sino que también ha empezado a conocer el lenguaje que utiliza su hijo para comunicarse con ella. "Un niño no es capaz de verbalizar lo que necesita, pero sí lo expresa", explica Carmen Pallás, jefa del servicio de Neonatología del hospital madrileño.

Según esta especialista, las alteraciones en los ciclos de sueño y vigilia, los cambios en la frecuencia cardiaca o la aparición de determinados gestos en la cara de un bebé pueden ser signos de estrés o de molestias que siempre hay que tratar de controlar. "Sabemos, por ejemplo, que cuando son muy prematuros, muchos niños no responden bien a las caricias. Se sienten más tranquilos y seguros si sus padres simplemente les realizan una pequeña presión en la espalda, simulando la que sentirían si aún estuvieran en contacto con la pared del útero", apunta Eugenia Bodas, una de las enfermeras del centro madrileño que ha recibido formación NIDCAP.

Los bebés, continúa esta experta, "no desarrollan la vista hasta que la gestación esta avanzada, así que, si nacen antes, las luces también les molestan y, a su manera, se quejan". Aprender a interpretar signos como estos en cada bebé y minimizar su impacto "es fundamental para su desarrollo", insiste Pallás. Coincide con su punto de vista Josep Perapoch, jefe clínico del servicio de Neonatología del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona, cuya unidad también lleva años trabajando para implantar el método NIDCAP.

"Todo empezó por un cambio de filosofía. Nos dimos cuenta de que se había tecnificado mucho al recién nacido. Los avances de los últimos años habían permitido mejorar la supervivencia de los bebés, pero su cerebro seguía sufriendo mucho el impacto de haber nacido antes de tiempo. Y ese cambio en la organización del sistema nervioso del niño puede tener secuelas en su desarrollo futuro", señala.

Según datos de la Sociedad Española de Neonatología, la tecnología actual ha hecho posible cosas impensables hace pocas décadas. Antes, no se podía hacer nada por un niño que pesara menos de un kilo. Hoy, sin embargo, sobrevive un porcentaje considerable de pequeños con sólo 23 o 24 semanas de gestación y apenas 500 gramos. "Pero de los supervivientes en este grupo de edad, aproximadamente un 15% va a tener problemas de desarrollo psicomotor, o déficits visuales y de oído. Además, a medio y largo plazo, otro 20% puede sufrir otras secuelas, como hiperactividad o problemas de atención en el colegio", apunta José Blas López Sastre, presidente de la Sociedad Española de Neonatología y catedrático de Pediatría de la Universidad de Oviedo.

 

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