Hipotermia en pacientes en coma post Fibrilación Ventricular | 04 OCT 10

Enfermos cardiacos 'enfriados' para proteger sus cerebros

La técnica evita daños cerebrales en eun 50% de los casos. Durante la hipotermia hay que controlar los niveles de azúcar, calcio y potasio.

Maria Sainz | Madrid

El frío puede ayudar a curar el cerebro de los pacientes sumidos en un coma tras sufrir un episodio cardiaco. De hecho, cada vez son más las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) de todo el mundo que recurren a la denominada hipotermia terapéutica para frenar los posibles daños neurológicos. Se trata de disminuir la temperatura corporal a unos 32 ó 34 grados y mantenerla durante 24 horas, siempre que sea posible. Durante este periodo de tiempo, el organismo entrará en una suerte de modo de ahorro de energía favorable para la salud cognitiva.

A grandes rasgos, la secuencia de hechos podría ser la siguiente. Un hombre adulto sufre una fibrilación ventricular, que impide que su corazón se contraiga y lata adecuadamente (las fibras musculares de este órgano dejan de coordinarse). Cae inconsciente en plena calle y, tras realizársele distintas maniobras de reanimación, recupera el pulso pero su cerebro no despierta. En la ambulancia, mientras lo desplazan al hospital, los sanitarios comienzan a disminuir poco a poco su temperatura corporal –no conviene bajar más de un grado cada hora–. Para ello, sitúan bolsas frías en zonas estratégicas, como la cabeza, el cuello, el torso y los muslos.

Al ingresar por Urgencias, los intensivistas deciden continuar con la hipotermia. Pero antes anestesian y sedan al hombre. De esta forma, consiguen reducir un posible sufrimiento y, principalmente, logran evitar tiritonas o convulsiones, que pueden mermar la eficacia de este tratamiento ya que, entre otros efectos, aumentan el consumo de oxígeno o la temperatura corporal.

En 2002, dos ensayos realizados en Australia y Europa demostraron la eficacia de enfriar a este tipo de pacientes. El primero, centrado en 77 comatosos tras padecer una fibrilación ventricular, mostró un 49% de supervivencia entre los hipotérmicos, en comparación con un 26% de los que mantuvieron su temperatura habitual. El segundo, basado en 275 casos, arrojó mejores cifras: un 55% frente a un 39%. Como destacan ahora los especialistas, ambas evidencias fueron esenciales para el establecimiento de la técnica en la rutina diaria de las UCI.

El daño neurológico que sufren con frecuencia los citados enfermos cardiacos suele originarse en dos momentos clave: cuando el corazón se para, y la sangre deja de llegar al cerebro, y al volver a fluir (daño de reperfusión). El efecto protector de la bajada de temperatura, como explica Francisco del Río, internista del Hospital Clínico San Carlos (Madrid), se consigue porque "el cuerpo consume menos energía, se frena gran parte del metabolismo y se palia el efecto de varias sustancias nocivas".

 

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