Jean Decety, neurocientífico | 26 SEP 10

Estudian qué parte de la moral es cultural y cuál es genética

El francés trabaja en la Universidad de Chicago, donde realiza investigaciones sobre empatía y su correlato en el cerebro con neuroimágenes. Sus proyectos en la Argentina .

Por Martin De Ambrosio

Profundo. Para Decety, intentar que un psicópata entienda el dolor de otro es perder el tiempo.
El investigador Jean Decety, con un poco de Gerard Depardieu en su porte y bastante en su dicción del inglés, dirige el laboratorio de Neurociencia Cognitiva Social de la Universidad de Chicago (EE.UU.), donde estudia la relación entre las experiencias interpersonales y lo que estas provocan (sentimientos básicos como la emoción, empatía y la toma de posiciones) y lo que efectivamente ocurre con ellas en el cerebro.

Es decir, Decety mide a través de resonancias magnéticas diversos tipos de señales que emite nuestro órgano pensante en función de los estímulos y condiciones que se presentan. Y, como también hace pruebas con niños, el modo en que eso cambia con los años.

Esta semana, el científico dio una conferencia en el Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco) de Buenos Aires, con cuyos científicos tiene una interesante colaboración. Allí mostró cómo ante la misma imagen del dolor ajeno los chicos reaccionan sufriendo más que los adultos. A más edad, menos empatía, sería la primera y obvia conclusión. Luego de su exposición, Decety dialogó con periodistas y contó detalles de qué hace y cómo ve a las sociedades modificadas por el conocimiento científico, junto con las trascendentales preguntas filosóficas que originan los datos que la neurociencia viene aportando.

Genes y cultura. “Hemos estudiado a personas con déficits en la capacidad de sentir, conductas agresivas y psicopatías, y descubrimos no sólo qué áreas del cerebro se prenden más y cuáles permanecen apagadas sino también que, por más que se le enseñe, un psicópata está impedido de sentir lo que siente el otro; tiene la empatía anulada”, dijo y remarcó: “Se le puede enseñar y puede saber que algo está mal, pero al no sentirlo verdaderamente lleva a que eso termine en una pérdida de tiempo”, sostuvo.

A pesar de que habla con énfasis, Decety se cuida de no caer en ningún absolutismo científico y promueve estudios multidisciplinarios que incluyan, por ejemplo, a la sociología. “Los psicópatas no procesan información negativa. Un abogado podría argumentar que su cliente no tenía consciencia de lo que perpetraba y pedir la absolución. Por eso las neurociencias deben hablar pero de un modo cuidadoso”, dijo. Y se preguntó si tener un desorden de este tipo hace a las personas menos responsables de sus actos. “No lo sé”, se respondió.

Decety –que se hará ciudadano de EE.UU. para votar y detesta a los conservadores del Tea Party– está en contra de la separación entre mente y cuerpo. “Somos un cuerpo antes que nada y el cerebro forma parte de él, por eso hay que estar atento a los condicionamientos genéticos que observamos”, concluyó.

Arabes, israelíes y boxeadores

Sobre el final de la charla con el científico francés, el cronista de PERFIL le mostró un libro del sociólogo también francés Loïc Wacquant –discípulo de Pierre Bourdieu–, que investigó las relaciones sociales que se dan en un gimnasio de boxeo en Chicago. Jean Decety no lo conocía pero aprovechó para contar que uno de los trabajos que tiene actualmente en curso está enfocado en estudiar qué pasa en la cabeza de los boxeadores cuando dan y reciben golpes. ¿Sienten placer o dolor? ¿O un poco y un poco? Otra de las investigaciones en curso tiene que ver con las sensaciones de empatía que pueden generarse en las comunidades de árabes e israelíes que comparten espacio en el estado de Israel. Cuando el trabajo finalice, quizás aporte algo a la concordia general.

 

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