Semana de la lactancia materna | 04 AGO 10

Aprendiendo a ser mamíferos de nuevo

Descubren una nueva propiedad que posee la leche materna. El 21% no se digiere y favorece el crecimiento de bacterias intestinales saludables.

Nuestra naturaleza

Por Nora Bär

El cimbreante camino de popularidad y caída en desgracia que recorrió el amamantamiento en los últimos tres milenios es una parábola bastante ajustada de la tensa relación que los humanos establecemos con la naturaleza.

Mil quinientos años antes de nuestra era, el papiro de Ebers, uno de los más antiguos tratados médicos de que se tenga registro, ya recomendaba la leche materna para curar quemaduras y eliminar sustancias nocivas del sistema digestivo.

Hoy, ese "cóctel" maravilloso de más de 200 componentes, algunos de los cuales todavía no tienen función conocida, sigue asombrando a los científicos. Pero de algo están seguros, y es de que la leche materna es el paradigma de los alimentos funcionales: le ofrece al bebe los nutrientes esenciales que necesita para crecer y desarrollarse tanto física como cognitivamente, y hasta cambia a medida que éste crece para adecuarse a sus necesidades.

En todo este tiempo, la lactancia pasó por largas épocas de insólito desprestigio derivado de una serie de mitos, creencias erróneas y modas estrambóticas.

En la Grecia clásica, el Imperio Romano y desde el 1500 hasta el siglo XVIII en Inglaterra y Francia, amamantar estaba mal visto y era una actividad que las mujeres de las clases más acomodadas dejaban en manos de las nodrizas: además de creer que estropeaba la figura y envejecía, lo consideraban algo indigno y propio de los animales.

Con el auge de la industria química, a fines del siglo XIX llegaron la promoción de los preparados de leche "maternizada" y la idea de que la leche de "fórmula" era un producto más perfecto que el natural. Se instó a las madres a reemplazar la mama por el biberón y, como recuerda la doctora Vera May, presidenta de la subcomisión de Lactancia Materna de la Sociedad Argentina de Pediatría, hasta se llegó a indicarles a las madres ¡que se administraran inyecciones para interrumpir la lactancia!

El proceso de revisión que impulsaron las investigaciones que iban revelando las propiedades de la leche materna culminó hace veinte años en un acuerdo internacional entre organizaciones e individuos para promover la Semana Mundial de la Lactancia Materna (que este año termina el próximo sábado) .

Claro que, como también dice la doctora May, ahora no se trata de que la sociedad exija la lactancia y mire para otro lado mientras las madres que trabajan tienen que arreglárselas, sin ayuda de ningún tipo, para introducir esa tarea en ámbitos y momentos que la desalientan. Ya lo dice el refrán: se necesita todo un pueblo para criar a un niño...

La Nación


Alimentación del bebe / Semana mundial de la lactancia
Nuevas propiedades

Nicholas Wade, The New York Times

NUEVA YORK.- Una gran parte de la leche materna no puede ser digerida por los bebes y parece tener un propósito completamente diferente de la nutrición infantil: influir sobre la composición de las bacterias que viven en el intestino de los infantes.

Los detalles de esta relación de tres sentidos entre madre, hijo y microbios intestinales han sido develados por tres investigadores -Bruce German, Carlito Lebrilla y David Mills- de la Universidad de California en Davies, Estados Unidos. Ellos y sus colegas han hallado que una cepa específica de bacterias, una subespecie de Bifidobacterium longum , posee una combinación especial de genes que les permiten prosperar en los componentes indigeribles de la leche.

Esta subespecie se encuentra habitualmente en las heces de los bebes alimentados a pecho. Recubre las paredes del intestino de los bebes, protegiéndolos de bacterias nocivas. Se cree que los bebes adquieren esas cepas de bifidobacterias de sus madres, pero extrañamente no han sido detectadas en adultos. "Nos preguntamos dónde se esconden", dijo el doctor Mills.

Proteger y distraer

La sustancia indigerible que favorece el desarrollo de las bifidobacterias es una gran cantidad de azúcares complejos derivados de la lactosa, el principal componente de la leche. El azúcar complejo consiste en una molécula de lactosa a la que se adosan otras unidades de azúcar.

El genoma humano no contiene los genes necesarios para descomponer esos azúcares complejos, pero sí las bifidobacterias, afirman los investigadores en una revisión de su trabajo publicada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences .

Los azúcares complejos son lo suficientemente largos como para no tener significación biológica, aun cuando constituyen hasta el 21% de la leche. Además de promover el crecimiento de cepas de bifidobacterias, también sirven de señuelo a las bacterias nocivas que podrían atacar el intestino del bebe.

Esos azúcares son muy similares a los que se encuentran en la superficie de las células humanas y son elaborados en las mamas por las mismas enzimas. Muchas bacterias y virus se adhieren a las células humanas al engancharse en los azúcares de superficie. Pero en vez de eso se pegarán a los azúcares complejos de la leche.

"Pensamos que las madres evolucionaron para permitir que estos elementos pasaran a sus bebes", dijo el doctor Mills.

Su colega el doctor German ve la leche como "un asombroso producto de la evolución", algo que ha sido vigorosamente moldeado a través de la selección natural debido a que es tan crítico para la supervivencia de la madre y del niño.

"Todo lo que está en la leche le cuesta a la madre. Ella literalmente disuelve sus propios tejidos para generarla", dijo.

El bebe nace a un mundo lleno de microbios hostiles, con un sistema inmune sin entrenamiento y carente del cáustico ácido estomacal que en los adultos mata a la mayoría de las bacterias.

Cualquier elemento de la leche que lo proteja será fuertemente favorecido por la selección natural.

"Nos asombra que la leche contenga tanto material que el bebe no pueda digerir -dijo el doctor German-. Hallar que selectivamente estimula el crecimiento de bacterias específicas, que son protectoras para el bebe, nos permite ver lo genial de la estrategia: las madres están reclutando otra forma de vida para cuidar de su bebe."

El doctor German y sus colegas están tratando de "deconstruir" la leche, con la teoría de que ese fluido ha sido modelado a través de 200 millones de años de evolución mamífera y de que contiene abundante información sobre cuál es la mejor forma de alimentar y defender el cuerpo humano.

PARA FOMENTAR LA LACTANCIA

Toda maternidad debe informar a las embarazadas sobre los beneficios y la práctica de la lactancia materna.

Ayudar a la madre a iniciar la lactancia durante la primera hora después del parto.

No dar al recién nacido ningún alimento ni bebida que no sea leche materna a menos que exista indicación médica.

Permitir que las madres y sus bebes estén las 24 horas juntos.

Fomentar que la lactancia se dé cada vez que el bebe lo pida.

No dar tetinas, chupetes u otros objetos artificiales para la succión hasta que el hábito del amamantamiento esté instalado.

La Nación
 

Pocas mujeres dan a sus bebés el pecho pese a las políticas públicas de fomento de la lactancia materna.

Pesan la cultura del biberón y la falta de formación y apoyo de los profesionales.

CECILIA JAN 
 
Una de las experiencias más agobiantes para una madre primeriza es intentar que el bebé llorón y hambriento que acaba de revolucionar su mundo se enganche al pezón, dolorido por las grietas, mientras su suegra repite: "Dale un biberón, se crían igual de bien". Y es que cualquier conversación de madres, un vistazo a los foros de Internet, o la cantidad de artilugios inventados para facilitar la lactancia materna parecen indicar que somos unos extraños mamíferos que ya no sabemos alimentar a nuestros bebés, y que nos extinguiríamos si no existieran los biberones.

¿Por qué algo en teoría natural resulta tan difícil hoy en día, hasta el punto de que muchas madres deciden no dar a sus bebés leche materna, pese a sus incontables beneficios, tanto para la salud como para la vinculación afectiva? La Organización Mundial de la Salud (OMS), Unicef y la Asociación Española de Pediatría (AEP) recomiendan amamantar de forma exclusiva (sin agua, zumos, infusiones, ni leche artificial) hasta los seis meses de vida, y seguir con la lactancia, junto con otros alimentos, hasta los dos años o más.

Pero la realidad es muy distinta: aunque a la salida del hospital, la mayoría de las madres (80%) dan el pecho, a los tres meses solo el 52,5% de los niños toman leche materna en exclusiva, y a los seis, el 36%, según los datos que dio el lunes, comienzo de la semana mundial por la lactancia, la AEP.

Una mezcla de falta de formación y de apoyo coordinado de los profesionales, junto con la información insuficiente de la futura madre, sometida a un bombardeo de falsos mitos y presiones familiares y sociales, dificultan que se cumplan las recomendaciones sanitarias y los deseos de muchas mujeres de prolongar la lactancia. Subyace la pérdida de referentes culturales, tras décadas en las que no hemos podido aprender a amamantar observando a otras mujeres pues el biberón se ha convertido en la norma, en gran parte por la mercadotecnia agresiva de los fabricantes, que han logrado que se vea como positivo alimentar a los bebés con leche de otra especie -la vaca- en la que hay que eliminar y añadir componentes para imitar a la leche materna. Si se suman las raquíticas políticas para compaginar lactancia y trabajo, como la baja maternal de 16 semanas, el resultado es obvio.

La vivencia de Mónica Cuello, de 31 años, es un ejemplo de esta conjunción de factores. No pensaba amamantar -"mi madre no pudo", dice, algo de lo que están convencidas muchas mujeres que dieron a luz en la segunda mitad del siglo XX-, pero tras las clases de preparación al parto, decidió hacerlo. "El problema es que te dicen que es importante dar el pecho, pero no cómo ni qué esperar", opina esta mujer trabajadora. "No me informé más pues creía que era algo natural".

Cuando nació Alejandro, hace 15 meses, se dio de bruces con la realidad. "El primer día ni me preguntaron cómo me iba. Sólo me dijeron que me lo pusiera 10 minutos a cada pecho cada tres horas". Cuello pensaba que mamaba bien, pero al día siguiente había perdido el 7% de peso, y le dieron un biberón de leche de fórmula. Cuando al fin una matrona le ayudó a colocarse al niño al pecho, le dolió mucho. "Me dijo que tenía que doler". Esta madre abandonó la lactancia antes de salir del hospital. "Del dolor tan fuerte me deprimía y no me permitía estar bien con el bebé".

"El mayor error es que las madres lleguen pensando que dar el pecho es fácil", opina Jesús Martín-Calama, coordinador nacional de la Iniciativa para la Humanización de la Asistencia al Nacimiento y la Lactancia. Lanzada por la OMS y Unicef, acredita a los hospitales que cumplen una docena de pasos con el sello IHAN, que en muchos países se identifica con una atención de calidad. "En el 50% de los casos, hay problemas", dice Martín-Calama. "Los bebés se tienen que adaptar al pecho de su madre, y para eso, necesitan paz, tranquilidad, tiempo para ponerse en contacto y acoplarse", explica. "Que quede claro que los primeros 10 días no es fácil, no es lo bonito que vendrá luego. Pero como no ayudes a la madre esos primeros 10 días, se quedará sin vivir esa experiencia".

 

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