Asociada con la capacidad para compartir la atención | 05 MAY 09

Los niños autistas sufren un agradamiento de la amígdala cerebral

Se trata de un área clave del cerebro asociada con funciones como el procesamiento de los rostros y las emociones.

Según concluye un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill (Estados Unidos) y publicado en el último número de la revista Archives of General Psychiatry (2009;66:509-516), los niños de 2 a 4 años de edad que padecen autismo parecen más propensos a presentar una amígdala cerebral de mayor tamaño, un área clave del cerebro asociada con funciones como el procesamiento de los rostros y las emociones.
 
Así, y como apuntan los propios autores, esta anomalía cerebral parece estar asociada con la capacidad para compartir la atención con otros, una habilidad que predice el funcionamiento social y lingüístico posterior en los niños autistas.
 
Los científicos, dirigidos por el Dr. Matthew W. Mosconi, realizaron estudios de imágenes de resonancia magnética en 50 niños con autismo y 33 niños control. Los niños pasaban por los escáneres cerebrales y por pruebas sobre características de conducta autista a los 2 y los 4 años. Entre ellas se incluía una prueba que medía la atención conjunta, que supone seguir la mirada de otra persona para comenzar una experiencia compartida.
 
Los resultados muestran que, en comparación con los controles, los niños con autismo eran más propensos a tener un agrandamiento de la amígdala a los 2 y 4 años. Los descubrimientos, unidos a evidencias previas sobre las tasas de crecimiento de circunferencia de la cabeza en el autismo y sobre el volumen de la amígdala en la infancia, sugieren que las trayectorias de crecimiento de la amígdala están aceleradas antes de los dos años en el autismo y siguen más grandes durante los primeros años de la infancia. Además, y de acuerdo con los resultados, el mayor tamaño de la amígdala en niños de dos años con autismo es desproporcionado en relación al mayor tamaño cerebral global y sigue así a los 4 años.
 
Entre los niños con autismo, el volumen de la amígdala se asoció con un aumento en la capacidad de atención conjunta a los 4 años. Esto sugiere, según los investigadores, que las alteraciones en esta estructura cerebral podrían estar asociadas con un importante déficit del autismo. No en vano, la amígdala juega un papel crítico en una fase temprana del procesamiento de la expresión facial y en alertar a las áreas corticales para la significación emocional de un evento. Por ello, indican los autores, “las alteraciones en el desarrollo temprano de la amígala interrumpen la asignación del significado emocional ante los rostros y la interacción social”.
 
Los científicos esperan que el seguimiento de los niños determine si las tasas de crecimiento de la amígdala continúan al mismo ritmo o pasan por otro período de crecimiento acelerado o de desaceleración en los niños autistas después de los cuatro años.

 

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