Melanoma cutáneo | 09 ENE 09

La sensibilidad a los rayos UVB, factor de riesgo del cáncer de piel

Las nuevas tecnologías permiten valorar más objetivamente el riesgo de melanoma.

El color de la piel y el tiempo que tarda en aparecer el enrojecimiento cutáneo tras la exposición solar sin protección son importantes factores de riesgo del melanoma maligno en la población mediterránea. La evaluación de ambos elementos con los instrumentos adecuados ayuda a identificar mejor a los sujetos con más probabilidades de padecer cáncer de piel, por lo que podría desempeñar un importante papel en la prevención, según el estudio realizado por un equipo de científicos del departamento de Dermatología de la Universidad de Florencia (Italia).

Esta investigación ha evaluado ambos elementos de forma instrumental, utilizando tecnologías específicas, para correlacionarlos con el riesgo de sufrir melanoma maligno. Primero se midió el color de la piel a través de un cromaméter, que permite realizar estudios cutáneos y obtener datos sobre las manchas, las erupciones y el color de la piel.

Por otro lado, el equipo científico también analizó la sensibilidad a los rayos ultravioleta de tipo B de cada uno de los 143 pacientes con melanoma y de los 102 sin dicha enfermedad que participaron en este estudio.

Para evaluar esta sensibilidad se utilizó la dosis eritémica mínima (MED), es decir, el tiempo que tarda en aparecer el primer enrojecimiento cutáneo tras la exposición solar en una epidermis desprotegida, que varía según sea el tipo de piel.

"Los médicos utilizamos mucho esta medida para realizar de forma adecuada los tratamientos de fototerapia de tipo B que requieren algunos pacientes con vitíligo y psoriasis. También nos servimos de ella en las pruebas de fotosensibilidad que debemos hacer a aquellas personas con enfermedades fotosensibles", explica José Luis López Estebaranz, jefe de servicio de Dermatología de la Fundación Hospital Alcorcón, en Madrid.

Para calcular esta dosis, el equipo de científicos utilizó un conjunto de cuatro lámparas fluorescentes que generaban ultravioleta de tipo B de banda ancha en las zonas no bronceadas y desprotegidas (por ejemplo, las nalgas). Después de 24 horas de radiación, los primeros eritemas fueron evaluados con un colorímetro, una herramienta que identifica el color y el matiz para una medida más objetiva del color.

Un valor más objetivo

Al igual que el color de la piel, "esta dosis se mide normalmente de forma visual, basada en la evaluación subjetiva del eritema, pero no siempre resulta tan preciso como se espera. Por esta razón, nosotros medimos los valores de MED y el color de la piel, ambos con métodos instrumentales, la relación entre ambos y su papel como factores de riesgo independientes", matizan los autores del estudio.

También se contabilizó, en cada participante, el número de lunares de un tamaño mayor de dos milímetros y el de aquellos atípicos, ya sea por asimetría, bordes irregulares o pigmentación desigual.

 

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