Ejercer la medicina en Gaza | 05 ENE 09

Cuando a los médicos sólo les queda apagar el móvil y rezar

Una mujer, embarazada de siete meses, sufre un parto prematuro por las explosiones. Dos jóvenes de 23 y 25 años, heridos graves, morirán a lo largo del domingo desangrados.

TESTIMONIO DE UN COOPERANTE ESPAÑOL EN YABALIA

La base de ambulancias ha sido evacuada, los tanques israelíes están muy cerca. Más de 500 palestinos han muerto desde el comienzo de los bombardeos en Gaza.

ALBERTO ARCE. YABALIA (FRANJA DE GAZA).

Algunos médicos y conductores de ambulancia se descalzan y, tras realizar sus abluciones, extienden sus alfombras y rezan. Tienen miedo. Pero seguirán trabajando toda la noche.

Varias piezas de metralla impactan sobre el patio del edificio del hospital Kamal Adwan de Beit Lahiya y sobre el lateral de uno de los vehículos sanitarios, rompiendo una de las ventanas. No hay chalecos antibalas para todos. Se los turnan en las salidas. No sólo son expertos en conducción temeraria y primeros auxilios; también reconocen los diversos sonidos de las explosiones y saben que los tanques Merkawa se han unido a los aviones y helicópteros Apache.

Es domingo de madrugada y el cielo continúa iluminándose en intervalos cada vez mas breves. Vibran las puertas y ventanas. El personal sanitario va cambiándose de habitación a medida que identifica el avance del bombardeo. Una bengala cae frente al edificio.

El intenso movimiento que tiene lugar en el centro ha despertado las sospechas del Ejército y quieren cerciorarse de quiénes se encuentran allí.

A las 04.30 horas, después de varios intentos fallidos, una ambulancia realiza una salida para recoger a una mujer que comienza a tener contracciones para dar a luz. Está embarazada de siete meses y tres semanas, y probablemente el impacto emocional que está sufriendo haya adelantado el parto. Ya de regreso a la base, un carro tirado por una mula y conducido por dos ancianos surge en la oscuridad.

Al levantar las mantas, se ve a dos jóvenes gravemente heridos. Uno de ellos pierde masa encefálica y un ojo, el otro tiene al aire las costillas y el pulmón. El brazo derecho cuelga, ya muerto, de su hombro. Ambos están en ropa interior. Su madre besa las heridas, grita y llora mientras los camilleros los introducen en la ambulancia destino al hospital. Mohamed Abu Salma, el mayor de ellos, de 25 años, fallece pocos minutos después de ingresar al hospital. Zahar, de 23 años, a lo largo de la mañana.

La ambulancia que va y viene... sin heridos

A las 05.10 horas, sin tiempo para regresar a la base, y mientras comienza a divisarse la primera luz del día, se recibe un nuevo aviso. Dos hombres con heridas de bala en las piernas se encuentran frente a la escuela de Muawia, en la zona norte del campo de Yabalia. El conductor sabe que soldados israelíes se encuentran en la zona. Se pone el chaleco antibalas. Apaga el teléfono móvil, enciende la sirena a todo volumen y con todas las luces encendidas se acerca despacio. Dos disparos de M-16 son suficientes para que regrese sin poder acercarse a recoger a los heridos. Son miembros de la familia Athar, del caserío de Attatta. La escuela ha sufrido el impacto directo de un misil en su fachada norte.

 

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