Uveítis anterior | 12 NOV 08

Una causa de dolor ocular agudo

Es una afección frecuente en nuetro medio y un elemento importante de consulta para el médico.
Autor/a: Fernando Castillo cirujano oftalmólogo y Sergio Herrera médico general Facultad de Medicina UNAM Fuente: Revista Dolor Clínica y Terapia Vol. V/ Núm XII/ 2008
INDICE:  1. Desarrollo | 2. Bibliografía
Desarrollo

El dolor ocular agudo es una afección frecuente en nuestro medio y un elemento importante de consulta para el médico. Una de las causas más comunes de dolor ocular es la uveítis, segunda causa de ojo doloroso después del glaucoma agudo. De los tipos de uveítis, la que origina un dolor más intenso, relevante e incapacitante es la uveítis anterior aguda, por lo que saber reconocerla, conocer su etiología, diagnóstico y tratamiento resulta esencial para poder brindar una adecuada atención médica. La incidencia de uveítis es de aproximadamente 15 a 17 casos por 100 000 habitantes al año y generalmente se presenta entre los 20 y los 50 años de vida.

Clasificación

Anatómicamente se divide en uveítis anterior, intermedia, posterior y panuveítis (Figura 1). La uveítis anterior representa el grupo más frecuente de las uveítis en 40 a 60% de los casos y suele ser una enfermedad aguda y autolimitada; afecta al iris y al cuerpo ciliar, por lo que incluye la iritis, ciclitis e iridociclitis. La uveítis intermedia afecta la porción posterior del cuerpo ciliar (pars plana) y da lugar a una pars planitis y a una vitritis; representa 7% de los casos. La uveítis posterior se localiza por detrás de la membrana hialoidea posterior y afecta la coroides, la retina y la porción posterior del cuerpo vítreo; ésta representa 15% de los casos. La panuveítis se refiere a la inflamación global de las tres partes de la úvea y constituye 20% del total de las uveítis.

La forma de instauración del cuadro clínico puede ser súbita o insidiosa. Por su duración, las uveítis se clasifican en agudas cuando los signos inflamatorios oculares están presentes durante menos de tres meses, o bien, pueden ser uveítis crónicas si dichos signos persisten tres o más meses de forma mantenida. Etiológicamente pueden ser exógenas cuando son causadas por lesiones o microorganismos externos o endógenas si se deben a infecciones u otras condiciones provenientes del propio paciente.

Debido a su alta frecuencia y cuadro clínico típicamente doloroso, en esta revisión se tratará únicamente lo concerniente a la uveítis anterior.

Figura 1. División anatómica de la uveítis

Etiología

En cuanto a la etiología, las uveítis pueden estar asociadas a enfermedades sistémicas en 20% de los casos, tener una causa específica en 20% o ser uveítis idiopáticas en 60%. La patogenia de las uveítis anteriores recidivantes se explica por una alteración del sistema inmune, con aparición de autoanticuerpos contra el tejido uveal, lo cual con frecuencia se asocia al HLA-B27 (antígeno leucocitario humano B27). Las formas juveniles se deben a artritis crónica juvenil y abscesos dentarios, entre otras causas. En el adulto, la uveítis puede deberse a espondilitis anquilopoyética (patología que se asocia con más frecuencia), tuberculosis, herpes, pielonefritis, artritis reactiva, enfermedad de Behcet, enfermedad inflamatoria intestinal, sífilis, sarcoidosis, síndrome de Reiter y psoriasis. Otras causas más raras de uveítis son: enfermedad de Whipple, Lyme, lepra, virus del herpes zoster, glomerulonefritis IgA, síndrome de Posner, VIH y síndrome de Vogt-Koyanagi-Harada.

Cuadro clínico

En una uveítis anterior aguda los principales síntomas son el dolor severo y el enrojecimiento ocular, así como fotofobia y disminución variable de la visión. Se puede presentar el llamado síndrome ciliar (dolor, fotofobia, blefaroespasmo e inyección periquerática). La irritación del esfínter del iris determina una pupila en miosis (Foto 1), y el edema iridiano provoca una ralentización de sus reacciones, conocida como bradicoria. El iris puede aparecer tumefacto y con cambios de coloración por dilatación vascular y borramiento de sus criptas. Incluso es posible que los vasos iridianos sangren, que lo precede a la hipema (sangre en cámara anterior).

Al romperse la barrera hematoacuosa surgen exudados en la cámara anterior debido a la inflamación y pueden pasar proteínas, fibrina y células al humor acuoso. De este modo, se identifican varios signos durante la exploración oftalmológica, entre ellos:

a) El fenómeno Tyndall. Mediante una lámpara de hendidura se observan células que flotan en la cámara anterior.

Foto 1. Miosis en uveítis anterior aguda

b) Precipitados queráticos retrocorneales. Normalmente están dispuestos en la zona inferior de la córnea y distribuidos de forma triangular del vértice superior; varían con el tiempo de evolución, de modo que al principio son blanco-amarillentos y redondos, para después hacerse pigmentados y con bordes irregulares (Foto 2).

c) Hipopión. Exudado depositado en la zona inferior de la cámara anterior; se observa un nivel blanquecino (Foto 3).

d) Adherencias o sinequias. Éstas pueden estar entre la periferia del iris y el cristalino (goniosinequias) o entre el iris y el cristalino (seclusión pupilar). Tales adherencias suelen obstruir el drenaje del humor acuoso y provocar un glaucoma secundario.

e) Oclusión pupilar. Está dada por material inflamatorio.

 

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