El feudo de los hombres | 06 OCT 08

¿Por qué hay pocas cirujanas mujeres?

La situación en España

LA IGUALDAD EN EL QUIRÓFANO (I)

PATRICIA MATEY

MADRID.- "Soy especialista en cirugía general y aparato digestivo y, qué le voy hacer, soy mujer". Ana Serantes Gómez, del Hospital Valle de los Peroches (Pozoblanco, Córdoba), en la sección cartas al director de la revista 'Cirugía Española'. Seguramente ningún colega varón de la doctora Serantes haya tenido que justificarse alguna vez en estos términos. Seguramente, porque desde siempre ellos han sido mayoría con el bisturí en mano en los quirófanos.

En España hay, aproximadamente, un 70% de hombres cirujanos frente a un 30% de mujeres. En el resto del mundo, los datos no son muy diferentes. En EEUU, por ejemplo, la proporción de mujeres residentes en subespecialidades quirúrgicas es menor al 1% y sólo representan al 2,3% de los cirujanos cardiotorácicos. En 2000, las estadísticas de la Asociación de Mujeres Cirujanas Americanas (AWS, siglas en inglés) fijaron en un 9% el porcentaje de expertos en cirugía general del sexo femenino.

"La cirugía siempre se ha considerado una especialidad de hombres", declara Virginia Rodríguez, una de las apenas siete mujeres que pertenecen a la Asociación de Cirujanos de El Salvador, jefe de la Unidad de Investigación del Hospital Nacional y representante de la División Cochrane (organización sin ánimo de lucro destinada a la revisión de la literatura científica) para su país.

"Durante mi formación, a finales de los 80 y principios de los 90, si no hacía el doble de esfuerzo que el de uno de mis compañeros hombres o no estudiaba para ir mejor que ellos, no me ganaba el respeto como igual", reconoce esta doctora a elmundo.es. No obstante, su trabajo fue gratamente recompensado: "Fui la primera mujer del mundo galardonada con el Premio Invitado Internacional del Colegio Americano de Cirujanos 2002, que se otorga a 10 especialistas jóvenes de todos los países. Sé que no me equivoqué en mi decisión porque en los momentos en los que me siento más plena es cuando estoy operando".

En su segundo año de residencia, "compañeros y profesores trataron de convencerme para que me cambiara a una especialidad más de "mujeres", como anestesista, porque me decían que me iba a morir de hambre ya que ningún paciente iba a confiar en una mujer cirujana. Pero no he tenido nunca este problema. En cambio, sí he sentido el rechazo por parte de algunos colegas, de varios médicos generales o de internistas que no me remitían enfermo alguno", añade.

Afortunadamente, ninguna de las cirujanas españolas consultadas reconoce haber sufrido una presión similar a la vivida por la doctora Rodríguez, pero sí manifiestan haberse tropezado con algunos obstáculos. "Todos los profesionales de la cirugía nos enfrentamos a diario a los cada vez más complejos y acuciantes problemas de esta profesión. Además, en el caso de las cirujanas, las dificultades que debemos afrontar por razón de nuestro sexo son una carga añadida que a menudo nos hace cuestionarnos si el largo y duro camino recorrido ha servido de algo", comenta Elena Ortiz Oshiro, cirujana del Hospital Universitario Clínico San Carlos de Madrid.

En España, menos de un 24% de los cirujanos son mujeres.

Y tal vez dicha carga sea una de las razones por la que pocas mujeres están al frente de trabajos como el realizado por esta especialista y publicado en SECLAEndosurgery [revista de la Sociedad Española de Cirugía Laparoscópica que ella misma dirige]. El estudio, que analizó a 20 hospitales de todo el territorio nacional, establece además que el 76,17% de todos los cirujanos (incluyendo personal fijo, interinos, residentes y personal de contratos parciales) es hombre frente a sólo un 23,83% de mujeres.

La cirujana Oshiro reconoce que ha "peleado mucho. Cada cosa que hago es un reto que superar. Las cosas están cambiando mucho y deprisa. Ahora tenemos una ministra de Igualdad, pero ser mujer en el feudo machista de la cirugía sigue siendo muy complicado. Con un sólo gesto cualquiera de mis compañeros, doctores varones al borde de la jubilación puede hacer tambalear la difícil relación médico paciente. Se aplaude más fácilmente el éxito de un varón que el de una mujer por mucho que ella haya luchado".

Batallas que han dado importantes victorias. "En 2004, nadie podía imaginar que el Hospital Clínico de Madrid llegaría ser el primero de la red pública que incorporaría el robot Da Vinci (sistema que combina brazos robóticos operados por el cirujano y equipados con instrumentos quirúrgicos diminutos y recepción de imágenes tridimensionales en tiempo real). El primer contacto con la empresa que lo fabrica Instuitive Surgical, fue un correo que yo envíe. Hasta entonces sólo existían dos en el territorio nacional (Barcelona y Bilbao), que pertenecían a la clínica privada. El apoyo de mi jefe de servicio y de la dirección del hospital, además de mi perseverancia, me ayudaron a conseguirlo".

Todas las monedas tienen dos caras y Soledad Montón, del servicio de cirugía general en el Hospital Comarcal García Orcoyen de Estella (Navarra) y responsable de la sección de traumatología y cuidados críticos de la Sociedad Española de Cirugía, es la opuesta a la de Elena Ortiz. Desde hace cuatro años es la que 'lleva los pantalones' en el quirófano aunque es la única 'con falda' de los cinco miembros que componen su equipo.

"Ni he sufrido ningún tipo de discriminación, ni he tenido la necesidad de tener que trabajar o estudiar más que mis compañeros por el hecho de ser mujer. Puede que existan colegas cuyas experiencias no hayan sido tan positivas como las mías, pero no es mi caso. Algunas veces se dice que ser mujer es un impedimento porque muchas renuncian a la cirugía para poder tener familia. Yo no tengo hijos. Mi marido es cirujano también, comprende muy bien mis horarios y mi dedicación, pero conozco mujeres cirujanas con cuatro hijos y pueden con todo, las guardias, su trabajo...".

LA IGUALDAD EN EL QUIRÓFANO (II)
Mujeres, madres y cirujanas

MADRID.- Paloma Sanz tiene 36 años y es cirujana en el Hospital de Getafe (Madrid). Su perfil responde claramente al que defiende su colega Soledad Montón, del servicio de cirugía general en el Hospital Comarcal García Orcoyen de Estella (Navarra): se puede ser madre y trabajar a golpe de bisturí. Incluso puede que alguno de sus dos hijos decida algún día seguir sus mismos pasos. Javier, que nació el pasado 14 de abril, ya ha estado muchas veces en quirófano, dentro de la tripa de su madre.

"La verdad es que he seguido operando hasta el último momento, me encontraba bien y mi gestación no ha supuesto ningún impedimento a mi trabajo", confiesa la especialista española. Ahora, está en casa de baja maternal, cuidando de Javier y de su otra hija, de 18 meses. Reconoce que es duro, pero posible. "En mi profesión sabes a qué hora empiezas, pero no a la que terminas. Tal vez ésta sea una de las razones por la que muchas mujeres no se plantean la especialidad quirúrgica", aclara.

 

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