Escepticemia, por Gonzalo Casino | 23 SEP 08

Dieta nostra

La medicina vista desde Internet y pasada por el saludable filtro del escepticismo.

Gonzalo Casino
gcasino@cardiel.net

Sobre la desmediterranización de los hábitos dietéticos de los españoles. 

Pocas cosas hay tan nefastas y carentes de sentido en nutrición como elogiar las virtudes de un alimento aislado. Decir que las nueces, las sardinas o los plátanos son “buenísimos” o ensalzar las propiedades de cualquier otro producto, como hacen ciertos anuncios y publicaciones, no tiene sentido dietético. Y no es porque no sean alimentos buenos ni ciertas sus propiedades, sino porque nadie se alimenta sólo de un producto. Cualquier alimento es bueno (por eso es un alimento), pero lo que importa es su combinación en la dieta. No hay, por tanto, alimentos buenos y malos, sino dietas buenas y malas, es decir, equilibradas y desequilibradas. Pero, ¿dónde está el equilibrio? ¿qué es una buena dieta? Si cada vez parece más difícil esta pregunta no es porque no se sepa la respuesta, sino porque las posibilidades de elegir y equivocarse son ahora mayores, y el estilo de vida actual induce fácilmente al desequilibrio.
 
Por decirlo pronto, comer bien es tomar una dieta esencialmente variada, manteniendo un peso adecuado. El prestigio de la dieta mediterránea descansa precisamente en su sabia variedad, que aporta todos los nutrientes en unas proporciones adecuadas. La dieta mediterránea no tiene más secretos que el de la calidad de su grasa (más vegetal que animal, y con predominio del aceite de oliva), el de su riqueza en frutas y verduras, y el de su equilibrado perfil calórico (10-12% para las proteínas; 53-58%, para los hidratos de carbono, y 30-35%, para las grasas). Aunque tan buena puede ser la dieta de un chino como la de un mediterráneo, muchos estudios han mostrado que este modelo dietético previene algunas enfermedades. La última confirmación la aporta un metanálisis de 12 estudios prospectivos (en total, más de millón y medio de personas con un seguimiento de 3 a 18 años), publicado por Francesco Sofi en BMJ, que indica que la gente que sigue una dieta mediterránea tiene un 9% menos de probabilidades de morir por una enfermedad cardiovascular, un 6% menos de sufrir un cáncer y un 13% menos de tener Parkinson o Alzheimer.
 
Los países del norte han tomado buena nota de las virtudes de la dieta mediterránea y han realizado en las últimas décadas un importante esfuerzo por mediterranizar su dieta, aligerándola de carnes y grasas animales y enriqueciéndola con frutas, cereales y verduras. En España, lamentablemente, ha ocurrido a la inversa, y la dieta actual anda sobrecargada de grasas y escasa de hidratos de carbono, entre otros males. ¿Cuántos españoles siguen hoy una dieta mediterránea? Quizá sólo una tercera parte o incluso menos, según diferentes estudios. Esta desmediterranización de la dieta afecta sobre todo a los más jóvenes, y por eso en parte los niños españoles ya están entre los más gordos. Sin embargo, comer bien en nuestro país no es difícil. Se trata simplemente de comer lo justo para mantener el peso y tomar una dieta lo más variada posible, rica en frutas y verduras y pobre en grasas animales. Y comer, además, con arreglo al buen gusto de la tradición del Mare Nostrum.

 

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