Salud ambiental | 18 JUN 08

Contaminación por excretas causa también males respiratorios

Las endotoxinas bacterianas, posible causante de rinitis, conjuntivitis o asma.
Autor/a: Leonardo Huerta 

Cada día, cientos de miles de perros y gatos (mascotas y callejeros), así como un número no determinado de personas, defecan en calles, lotes baldíos, patios, parques y jardines de la Ciudad de México.

Por lo general, el fecalismo ha sido asociado con enfermedades gastrointestinales, debido a que las bacterias causantes de éstas entran en el organismo por la vía mano-boca, principalmente. Sin embargo, también puede padecerse un problema respiratorio por inhalación, lo cual no había sido probado antes, aseveró Irma Aurora Rosas Pérez, investigadora del Centro de Ciencias de la Atmósfera y experta en el tema.

Problemas de salud y ambiental

El fecalismo en la Ciudad de México es estudiado en la UNAM desde el punto de vista de la salud y del ambiente.

El agua, el aire y el suelo, apuntó, se intercomunican. Así, cuando se depositan residuos en el suelo, hay que evaluar, asimismo, su impacto en la atmósfera y el agua, y disminuir la contaminación en cualesquiera de estos elementos para proteger la salud no sólo de los seres humanos, sino también de los demás organismos del ecosistema.

Endotoxinas

Cuando se habla de contaminación urbana, la mayoría de la gente cree que sus fuentes principales son los automóviles y las fábricas, y suele pensar en ozono y en partículas suspendidas. No obstante, a la lista se le ha agregado ahora un componente biológico que hace más grave el problema: el fecalismo, tanto de origen animal como humano.

En cuanto a las partículas suspendidas, es precisamente en ellas donde Rosas Pérez y otros investigadores de distintas partes del mundo han documentado que hay bacterias, señaló. Álvaro Osornio Vargas, especialista del programa en partículas contaminantes y endotoxinas.

Los seres vivos, principalmente los mamíferos, utilizan las endotoxinas –moñéculas que forman parte de las bacterias Gram negativas y que les permiten adherirse a la superficied de las células- para detectar una bacteria y echar a andar los mecanismos de defensa de su sistema inmunológico.

Simplemente, explicó Osornio Vargas, con que las células epiteliales de los aparatos respiratorio y digestivo, así como los macrófagos, detecten la presencia de endotoxinas, identifican que una bacteria está ingresando en el organismo, aunque sin reconocer por completo.

Los investigadores descubrieron que, cuando una bacteria se reproduce o muere, libera endotoxinas, las cuales aerosolizan y se adhieren a las partículas suspendidas en el aire.

De esta manera, si respiramos aire con endotoxinas, éstas se convierten en agentes que nos causan una inflamación en la nariz, los bronquios o una parte más profunda del aparato respiratorio, porque nuestro organismo trata de defenderse.

Los investigadores piensan que la presencia de endotoxinas en niveles altos de contaminación ambiental puede disparar en niños rinitis, conjuntivitis o respuesta asmática.

Resistencia bacteriana

A pesar que con el fecalismo animales y seres humanos aportan muchas bacterias al ambiente, éstas representan un número mínimo se les compara con las que ya existen en él, señaló Carlos F. Amábile Cuevas, experto en resistencia bacteriana. Ahora bien, las bacterias que arrojamos al ambiente son las que más fácilmente pueden causarnos enfermedades, pues las que ya están afuera, si las tragamos, lo más probable es que mueran al llegar a nuestro estómago.

Debe de tenerse en cuenta que, en la actualidad, diversas bacterias que traemos con nosotros son, en mayor i menor medida, resistentes a uno o varios antibióticos.

Buena parte de los trabajos de investigación de los últimos años han consistido en medir que tanto estas bacterias, que alguna vez nos pertenecieron, pero ya están fuera de nosotros, son portadoras de genes de resistencia bacteriana.

Si por cualquier vía estas bacterias regresan a nosotros como patógenos, podrían causarnos una infección muy difícil de tratar, advirtió Amábile Cuevas.

Los investigadores del programa trabajan con Escherichia coli, una bacteria considerada un indicador de contaminación fecal por excelencia.

Al ingerir, ésta podría ocasionarnos una infección, o entrar en contacto con los millones de bacterias de nuestro intestino e intercambiar con ellas información genética, de tal modo que la resistencia de esa bacteria externa, que quizá no nos cause una infección, puede transmitirse a otra de nuestro intestino, que tal vez si nos esté causando problemas.

 

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