Por Adrián Paenza | 13 FEB 08

La cocaína y la ciencia

Preguntas y cálculos.

Algunas preguntas:

¿Cuánta cocaína se consume por día en la Argentina?

¿Cómo varía por ciudad?

¿Qué diferencia hay en el consumo, entre los días laborables y fines de semana?

¿Cómo incide el poder adquisitivo?

¿Cuánto dinero involucrado hay?

¿Cómo varía con el tiempo?

Podría seguir, pero prefiero parar acá, aunque le pido que sea generoso por un par de párrafos hasta que pueda mostrar cómo la ciencia y una idea revolucionaria pudieron y pueden cooperar.

No fue casual que hubiera elegido la cocaína. De hecho, me voy a apoyar en un estudio que se conoció en el año 2005 en Italia, siguió en Suiza en el 2006 y se extendió a una parte de España (Barcelona y Catalunya) en el 2007.

Era un camino inexplorado hasta acá y tan ingenioso como riesgoso para poder contestar las preguntas que figuran más arriba..., pero valió la pena.

En realidad, cualquier gobierno necesitaría poder contestar esas preguntas, si le interesa tener un relevamiento de lo que está pasando en la sociedad y de esa forma poder cuidar la salud de los ciudadanos y establecer políticas preventivas en consecuencia.

Un grupo de investigadores italianos, liderados por Ettore Zuccato, del Instituto de Farmacología de Milán, utilizó un procedimiento inédito: decidieron medir los niveles de una sustancia llamada benzoilecognina (a la que voy a llamar BE a lo largo de este artículo) que es eliminada a través de la orina solamente por aquellas personas que son consumidoras de cocaína.

Lo extraordinario es que midieron los niveles de BE en dos lugares muy particulares:

a) En las aguas del río Po (el más caudaloso e importante de Italia).

b) En cuatro piletones hacia donde confluyen las aguas residuales (cloacales) domésticas de más de cinco millones de italianos que viven cerca de Milán.

Lo que encontraron los impactó: en cuatro mediciones distintas, las aguas superficiales del río Po llevaban el equivalente de ¡4 kilos de cocaína diaria! Esto les permitió extrapolar los datos y concluir que se consumían en esa zona ¡40.000 dosis diarias! o, lo que es lo mismo, siete dosis por cada 1000 personas por día.

Afinando el estudio y considerando que la droga tiene un impacto mayor entre los jóvenes de edades que van entre los 15 y los 34 años, los resultados son más asombrosos: 27 dosis por día por cada 1000 personas de ese grupo.

Los datos oficiales del año 2001 decían que en ese grupo el consumo era de aproximadamente 15.000 dosis ¡por mes! Ellos afirman que el consumo linda con las 40.000 dosis por día.

Como todo estudio serio, necesita de confirmaciones por otras vías, o verificaciones por otros grupos para darle validez. Entonces, luego de medir las aguas del río Po, se abocaron al estudio de lo que sucedía en los piletones..., y ya sin tanta sorpresa descubrieron que todo cerraba, todo era consistente.

Más aún: para corroborar que la metodología (y los lugares) que eligieron para medir eran los adecuados, tomaron un grupo de drogas que los médicos prescriben habitualmente.

 

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