Un problema cada vez más frecuente | 29 OCT 07

Falta de sueño: el punto de partida de numerosos trastornos

No sólo reduce el rendimiento físico e intelectual, sino que también aumentar la propensión a sufrir afecciones como diabetes, depresión o hipertensión.

NUEVA YORK (The New York Times).– Durante décadas asumí que necesitaba dormir sólo de cinco a seis horas por noche. Casi siempre me despertaba por las mañanas antes de que el despertador sonara. Pero también casi siempre me quedaba dormido en conciertos y en el teatro, en el subte o mientras leía o iba en auto.

El verano pasado, cuando pude controlar mi propio reloj biológico descubrí que prefería de siete a siete horas y media de sueño. También descubrí que cuando dormía a la noche todo lo que mi cuerpo deseaba, mis siestas diurnas casi desaparecían.


Los estudios han demostrado que pocos de nosotros recibimos durante la infancia la necesaria cantidad de sueño que nuestros cerebros y cuerpos necesitan para restaurarse en sus funciones plenas para enfrentar el día. Y muchos de nosotros –niños, adolescentes y adultos de todas las edades– podemos pagar un alto precio por ello.


Como se ha destacado en otros sitios sobre este tema, las funciones cruciales del cerebro que ocurren durante el sueño no pueden ser reproducidas cuando estamos despiertos. Pero no sólo la destreza intelectual puede sufrir, a pesar de que faltan datos definitivos, la falta de sueño crónica ha sido relacionada con serias enfermedades físicas, incluyendo enfermedades del corazón, diabetes y obesidad.


Distintas necesidades


Desde la infancia a la adultez hay cambios marcados en la necesidad de cuánto se debe dormir cada día, en la cantidad de tiempo que se debe emplear en cada etapa y en la facilidad con que uno se queda y permanece dormido, un factor que los científicos llaman eficiencia para dormir.


Los recién nacidos duermen de 16 a 18 horas por día, sin embargo raramente lo hacen en períodos mayores de cuatro horas. Se despiertan para ser alimentados y cambiados, luego vuelven pronto al sueño.

Alrededor de los 3 meses, momento en que el doctor Richard Ferber sugiere que los padres deberían alentar un horario para dormir más razonable, los patrones de sueño de los bebés comienzan a responder a un ritmo cotidiano de día y noche. Los niños de un año de edad habitualmente duermen de 10 a 12 horas por noche y una siesta de 3 a 5 horas por día.


La cantidad de horas de sueño que necesitan los niños disminuye gradualmente con la edad, los pre escolares necesitan de 10 a 12 horas. Pero a los 6 años surge la tendencia a ser madrugador o noctámbulo. Esta última a menudo lleva a problemas durante los días escolares, cuando los niños tienen que despertarse más temprano de lo que su reloj biológico indica.


La falta de sueño parece empezar temprano. Un estudio de 2004 realizado por la National Sleep Foundation, de los Estados Unidos, encontró que, en promedio, los niños de todos los grupos etarios desde la primera infancia hasta el quinto grado no llegaban a tener ni siquiera el mínimo de las horas recomendadas de sueño.


El problema real comienza en la adolescencia. Cuando los niños entran en la pubertad, suceden dos cosas que hacen problemático lograr el sueño suficiente: se necesita dormir más horas que en la pre pubertad, no menos de 9 a 10 horas por noche, y a la vez el reloj biológico marca una hora más tarde para ir a dormir, consecuentemente, un despertar más tardío.


Amy R.Wofson, psicóloga del College of the Holy Cross de Worcester, y Mary A.Carskadon, investigadora del sueño en la Brown School of Medicine de Province, encontraron que pocos adolescentes dormían la cantidad de horas que necesitaban. En promedio, los alumnos del octavo grado duermen menos de ocho horas y más de un cuarto de los alumnos secundarios y universitarios sufren de falta de horas de sueño, según el informe.


En otro estudio del mes de febrero pasado aparecido en la publicación Pediatrics, los investigadores de la Universidad de Columbia estimaron que "15 millones de niños norteamericanos están afectados por un sueño inadecuado". Se basaron en los hallazgos de un estudio nacional de salud de 2003 realizado con 68.418 niños de entre 6 y 17 años. En el mismo, realizado por Arlene Smaldone y colegas, el porcentaje de niños que no llegaban a tener suficiente sueño aumentaba con la edad y crecía marcadamente entre los niños de 12 años y más.


Depresión y trastornos del humor


La falta de sueño ha sido relacionada con las bajas calificaciones, el humor cambiante y la depresión. A pesar de que uno se puede preguntar qué viene antes, Avi Sadeh, de la Universidad de Tel Aviv, estudió los efectos de agregar o sacar una hora de sueño en 77 niños de cuarto y sexto grado. Los que durmieron una hora menos rindieron menos en los tests de tiempo de reacción, de memoria y de interés, que los que durmieron una hora extra.


Dormir en forma insuficiente durante la adolescencia ha sido asociado con el aumento de riesgo de problemas disciplinarios, adormecimiento en clase y concentración pobre, ni que hablar con accidentes de tránsito.

 

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