Rigurosamente incierto | 04 FEB 07

Elogio de la risa

La capacidad de reír, propia de la especie humana.

Eminentes neurólogos británicos, norteamericanos y argentinos acaban de ratificar la validez científica de que la risa es saludable, de que las personas risueñas y de buena onda son menos propensas a las enfermedades, o bien se curan más rápido que las personas avinagradas, con los nervios siempre de punta y, por consiguiente, proclives a la rabieta. La risa, o siquiera la sonrisa, es socialmente balsámica por el simple hecho –dicen los doctores– de que resulta fácilmente transmisible: la percepción de una carcajada ajena activa ciertas células cerebrales que inducen a acompañar esa exteriorización de jolgorio. A tal certeza conduce una nota de Tesy De Biase, publicada en este diario el 30 de diciembre y titulada Científicos explican por qué la risa es contagiosa.

Sin embargo, la risa tiene mala prensa. Sin ir muy lejos, el periodismo se nutre preferentemente de noticias que infunden pavor o congoja; en todo el mundo, los políticos se exhiben como individuos de pocas pulgas, ceñudos y hasta tétricos; las expresiones de arte mayor refieren asuntos habitualmente trágicos; Hollywood jamás ofrendó un Oscar a un film cómico; toda mujer digna y juiciosa debe acreditar diploma de seria, ya que la fama de chica alegre deriva en eufemística sospecha de que es promiscua, quizá meretriz.

La risa tiene tres afluentes: puede movilizarla la in

 

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