Nuevas Posibilidades | 24 ENE 07

Tratamiento para los pacientes ancianos que presentan crisis de angustia

El escitalopram presenta un buen perfil de eficacia y seguridad y un comienzo de acción más rápido en comparación con el citalopram.
INDICE: 

Introducción y objetivos

De acuerdo con lo informado en la cuarta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV), las crisis de angustia se caracterizan por la presencia de miedo y pérdida del autocontrol acompañados o seguidos por un síndrome vegetativo.

La administración de benzodiazepinas es útil para controlar los síntomas agudos; en cambio, la prevención de nuevos episodios puede lograrse mediante la administración de dosis elevadas de clomipramina, imipramina y alprazolam, entre otros. Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) serían efectivos para mejorar los síntomas agudos de pánico, disminuir la ansiedad anticipatoria y mejorar la calidad de vida.
Estas drogas son agentes de primera elección para el tratamiento del trastorno de pánico en los ancianos y presentan beneficios para el tratamiento de los pacientes agudos. Debido a sus consecuencias clínicas y terapéuticas, el trastorno de pánico en la ancianidad debe considerarse una enfermedad independiente.

El citalopram es el ISRS más selectivo y, al ser administrado en dosis terapéuticas, no inhibe ningún componente del sistema enzimático citocromo P450. En consecuencia, es un agente de primera elección para el tratamiento de los pacientes ancianos que, con frecuencia, reciben otros medicamentos. El escitalopram, el S-enantiómero del RS-citalopram, presenta una selectividad elevada por los receptores serotoninérgicos; por lo tanto, tiene bajas probabilidades de ocasionar xerostomía, sedación o efectos adversos cardiovasculares y de interactuar con otras drogas. Su perfil de tolerabilidad es adecuado y es útil para tratar a los pacientes con depresión mayor y trastorno de pánico. En comparación con el citalopram, tendría un comienzo de acción más rápido y un mejor perfil de eficacia.

El objetivo de este estudio consistió en comparar la respuesta ante la administración de diferentes dosis de escitalopram y citalopram a pacientes ancianos con crisis de angustia recurrentes. Se evaluó la acción de los agentes mencionados sobre la frecuencia de estas crisis, ansiedad, depresión y disturbios sociales y la seguridad y tolerabilidad del tratamiento.

Pacientes y métodos

El presente fue un estudio abierto en el que participaron 40 pacientes ambulatorios mayores de 65 años con diagnóstico de crisis de angustia recurrentes de acuerdo con los criterios incluidos en el DSM-IV. Los participantes debían haber presentado al menos una crisis de angustia espontánea por semana durante las últimas 2 semanas. Se excluyó a los pacientes con trastorno psicótico, bipolar o ciclotímico, trastorno obsesivo compulsivo, depresión mayor o alcoholismo. Se indicó la interrupción de cualquier terapia previa para las crisis de angustia 2 semanas antes del inicio del estudio y no se permitió el tratamiento psicoterapéutico durante la realización del ensayo.

La mitad de los pacientes fueron tratados con 10 mg diarios de citalopram, mientras que el resto recibió 20 mg diarios de escitalopram. Ambos grupos fueron tratados durante 8 semanas. La frecuencia de crisis de angustia se evaluó diariamente. Para determinar la presencia de ansiedad o depresión se aplicó la escala de Hamilton correspondiente en forma semanal y para valorar la presencia de disturbios sociales se utilizó la Cooper Disability Scale (CDS). Durante el seguimiento se evaluaron los siguientes ítem: 1) variación de la frecuencia semanal de crisis de angustia; 2) variación del puntaje de la escala de Hamilton para la ansiedad y depresión; 3) variación del puntaje de la CDS. Estas determinaciones se llevaron a cabo inicialmente y a las 2, 4, 6 y 8 semanas de estudio. Los pacientes fueron sometidos a evaluaciones electrocardiográficas y análisis de sangre de rutina entre los que se incluyeron evaluaciones de la función renal y hepática y perfil lipídico. También se evaluó la presión arterial, el peso y los efectos adversos del tratamiento.

Resultados

No se hallaron diferencias estadísticamente significativas entre ambos grupos en cuanto a las características clínicas de los pacientes. Luego de las 8 semanas de tratamiento,

 

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