Adicciones | 03 NOV 06

El 25% de los adictos que se tratan lo hace por marihuana

Este porcentaje desmiente un mito frecuente y peligroso sobre esta droga: que es inocua y que es menos tóxica que el tabaco. Los expertos afirman que genera dependencia física y psicológica.
Fuente: Clarín 

Georgina Elustondo

Se ha instalado y crecido al amparo de discursos que la aseguran inocua. La marihuana, repiten desde diversos sectores, no genera adicción, es menos tóxica que el tabaco y hasta puede resultar beneficiosa en algunas circunstancias. Tres "mitos" que gozan de una peligrosa aceptación social y que los expertos refutan a rajatabla. "Nada más alejado de la realidad", advierten desde la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar). Y lo respaldan con estadísticas contundentes: uno de cada cuatro pacientes en tratamiento en centros dependientes del organismo está siendo rehabilitado por adicción a la marihuana.

Así lo refleja el último Registro Continuo de Pacientes en Tratamiento del organismo, al que Clarín accedió en forma exclusiva. Según datos recién horneados, en 2005 la marihuana motivó el tratamiento del 25% de los 2.369 pacientes que estaban siendo rehabilitados en 53 centros de todo el país. "Este alto porcentaje desmiente los discursos habituales sobre la marihuana, que insisten en instalarla como una droga que no genera mayores daños sobre la salud. Es mucha la gente que no puede dejarla ni manejarla y que está padeciendo las consecuencias de su consumo", destaca Diego Alvarez, al frente del Observatorio de Drogas de Sedronar.

"Es un mito que la marihuana no tiene toxicidad. Es una droga con sustancias psicoactivas muy potentes, que impactan sobre el sistema nervioso central y el aparato cardiovascular", advierte la toxicóloga Norma Vallejo, subsecretaria de Planificación, Prevención y Asistencia del organismo. La marihuana tiene propiedades psicoestimulantes, psicodepresoras y produce alucinaciones.

"El uso crónico genera pérdida de interés y del deseo, fatiga, alteraciones de humor, disminución de la capacidad de concentración y depresión del sistema inmunológico. Además, afecta la fertilidad y aumenta las probabilidades de sufrir cáncer, enfermedades pulmonares y psicosis", dice Vallejo, y arremete contra otro mito: "Muchos aseguran que el porro es menos dañino que el tabaco, y no es así. Su toxicidad es mayor porque se fuma distinto: se retiene más en las vías respiratorias y, en el proceso de fumado, desprende más monóxido de carbono que un cigarrillo", revela.

Los daños que puede generar la marihuana son múltiples y difieren mucho según la persona: como dicen en la jerga, "a cada uno le pega distinto". Pero hay algo que afecta a todos los consumidores por igual: la adicción. "La marihuana genera dependencia física y, sobre todo, psicológica. Como otras drogas, excita y provoca un aparente estado de bienestar porque actúa sobre el sistema de recompensa del cerebro. El mismo, al ser estimulado, pide más", explica Vallejo.

No sólo es adictiva. La marihuana es, además, la droga ilegal más consumida como droga de inicio. Las estadísticas confirman su condición de puerta de entrada a sustancias más duras: excluyendo a los que arrancaron con el alcohol y el tabaco, el 58% de los pacientes inició su camino hacia la adicción con la marihuana. "Es una puerta peligrosa —subraya la socióloga Graciela Ahumada, investigadora de Sedronar—. Los pasos siguientes en muchos casos son la cocaína, la pasta base y los tranquilizantes".

En el caso de la marihuana la adicción no está asociada necesariamente a la frecuencia de consumo. "Tiene que ver con las particularidades de cada persona", explican. Para evaluar si hay dependencia se observa si el consumidor desarrolló tolerancia (si el organismo se habituó y debe fumar más para lograr el mismo efecto), si su cotidianidad sufrió cambios (rutinas, hábitos, manejo del tiempo) y si hay manifestaciones que indiquen síndrome de abstinencia: "Si no puede dejar de fumar, si se pone irritable, transpira frío o no puede socializarse ni disfrutar cuando no fuma", ejemplifican.

El momento del primer contacto con la marihuana también preocupa: en promedio, los pacientes fumaron un porro por primera vez a los 15 años, una edad de inicio similar a la del alcohol. "El mayor problema es que una droga de fácil acceso y barata y está instalado que no hace nada, que se maneja. Hay gente que hasta discute que sea una droga. Una barbaridad", dispara Ahumada. Y sabe por qué lo dice: un estudio entre universitarios reveló que la marihuana es la droga que menor percepción de riesgo tiene, una opinión que contrasta con la experiencia de los adictos en tratamiento: "El 38% de los que se iniciaron en el consumo con la marihuana dicen que es la droga que le produjo mayor daño", dice Ahumada.

El consumo de marihuana atraviesa todos los sectores sociales y edades de lo más diversas. Datos de la Sedronar advierten que entre el 2001 y el 2005 la cantidad de gente que fuma porros creció un 60%, un incremento apuntalado sobre todo por la incorporación de la mujer.

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