Tendencias | 29 OCT 06

Los jóvenes piden piercings cada vez más agresivos y riesgosos

En tres años se duplicó la cantidad de perforaciones.

Los más solicitados son los que se colocan en la lengua, labios y nariz. El furor por las perforaciones ya es mayor que el de los tatuajes. Los especialistas advierten sobre las infecciones que pueden provocar.

Los piercing llegaron para quedarse: no sólo aumenta la cantidad de personas perforadas, sino que se desplaza también el sitio de colocación. Los tatuajes extremos, los que sorprenden en lugares visibles como la lengua o en zonas ocultas, como los genitales, empiezan a ganar una buena porción del mercado en el negocio de los anilladores corporales.

Según una recorrida de Clarín por distintos locales, y según la información de la Asociación de Tatuadores y Afines de la República Argentina (ATARA), hay un incremento notable en la cantidad de jóvenes que acuden para agregar metal a su piel. "Calculamos que en tres años se duplicó la cantidad de perforaciones. Hace diez años, cada veinte tatuajes se colocaba un piercing. Hace tres años, por diez tatuajes, tres aros. Y ahora, por cada cuatro tatuajes, seis piercing", dice Carlos Schmidt, presidente de esa asociación civil ATARA, impulsora de la ley que rige la actividad en la Ciudad de Buenos Aires (ver "Para prevenir...").

En los principales locales de piercing de la galería Bond Street de avenida Santa Fe se están haciendo entre 30 y 40 por día. En el local Freedom, Sergio, el dueño del local desde hace 14 años, dice que desde setiembre a marzo se triplica la cantidad de perforaciones que se hacen, superan las 30. Y en los otros meses se hacen un promedio de 10. "Los piercing y los tattoo son una moda que cambia todo el tiempo. Hoy la mayoría se los hace en la nariz y el labio, cuando el año pasado era la ceja", dice.

En American Tattoo, tienen un especialista sólo para hacer piercing. No tatúa, ya que la demanda es mucha. "Todos quieren llamar la atención en verano y pasan a perforarse, la mayoría en el labio", explica el encargado del local.

Isabella es una israelí que está de vacaciones en Buenos Aires con su novio, y pasó a perforarse la lengua. "Estoy media indecisa, porque dicen que es uno de los lugares que más duelen, pero algo me quiero hacer. Mi novio se puso un aro en la nariz y me gustó", dice la joven, para quien a pesar de tener un poco de miedo, "estar a la moda vale la pena".

Así como crece la cantidad de gente perforada, cambia también el lugar de perforación. "Hace 10 años el hecho de tener un aro en el ombligo era muy osado; luego se empezó a pedir nariz, tanto mujeres como hombres, y luego, cejas o labios. Y hace unos años no veías una lengua ni de casualidad. Hoy te subís a un colectivo y es muy común encontrar a adolescentes perforados ", afirma Verónica Schmidt, de Vikingo Tattoo.

En el sitio web de estos "artesanos de la piel" del barrio de Belgrano (http://vikingotattoo.tk) tienen un sector dedicado a "extremos"; es decir, perforaciones en el pecho o los genitales.

Verónica aporta un dato, producto de sus diez años de experiencia: "Los genitales se los hacen generalmente las mujeres de entre 40 y 50 años que están buscando otra onda en sus relaciones sexuales. Hay distintas colocaciones, según la sensación que se busque experimentar. Pero a los jovencitos no se lo recomiendo, ni se los hago. A menores tampoco les coloco en la lengua, aunque vengan acompañados por los padres. Un chico de, digamos, 12 años, no es del todo responsable como para asumir esas perforaciones. No se pueden quemar etapas; no voy a incentivar eso". Verónica tiene un hijo de 12 con un piercing en la oreja, pero no le permitirá otros de estos modelos extremos.

¿Por qué el furor por el piercing? Más allá de las modas, hay un dato económico; cuesta 40 pesos, lo mismo que el tatuaje más básico. Es decir, hoy un piercing es muy accesible desde lo económico. Por poner un ejemplo: un tatuaje tribal que ronda el brazo sale 90 pesos.

Después, hay otro elemento que analizan los tatuadores: a diferencia de un gran tattoo, de esos que cubren todo un brazo o media espalda que son casi imposibles de sacar, un piercing sale fácil. Es cuestión de desenroscar y listo. "Luego la cicatriz cierra", dicen. Pero, ¿es así? La opinión médica los desmiente.

Lilian Fosatti, docente autorizada de Dermatología de la UBA y directora de Medios y Publicaciones de la Sociedad Argentina de Dermatología, sostiene: "No es verdad. Los agujeritos no cierran; no hay más que observar a cualquier mujer a la que se le perforaron los lóbulos cuando era bebé: aunque no use aros, no se cierran. Y en aquellos con predisposición a tener cicatrices queloides (que crecen más allá del lugar donde se hizo la intervención) la cicatriz será muy difícil de corregir".

Más allá de esta observación, la doctora Fosatti señala que el que se quiera hacer una interv

 

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