Estudio de Cesni en chicos de entre 9 y 13 años de buen nivel económico. | 26 ABR 06

Muchas golosinas, poca actividad física.

El 53% ingiere más calorías que las recomendadas; una gran parte, proveniente de dulces.

Los encuestados dijeron que pasan alrededor de cuatro horas diarias frente a la TV o a la computadora El trabajo se realizó en escuelas de Buenos Aires y Rosario

En el caso de los adolescentes, provenir de un hogar acomodado no garantiza una alimentación ni niveles de actividad física saludables.

Lo confirma un estudio de Cesni en chicos de entre 9 y 13 años que concurren a escuelas de Buenos Aires y Rosario, de nivel económico medio y alto: el 53% de los encuestados consumía más calorías e ingería menos calcio y vitamina C que las cantidades sugeridas en tablas internacionales y locales y comía casi tres veces más golosinas (calorías "vacías", porque casi no aportan nutrientes) que lo recomendado.

El escenario se completa con una tendencia manifiesta al sedentarismo: los chicos consultados dijeron que pasan un promedio de cuatro horas diarias frente a las pantallas de la TV y la computadora, y otras ocho o nueve sentados en la escuela o haciendo tareas escolares.

"La alimentación de los chicos es bastante buena en los primeros tres años, pero después se va echando a perder a medida que se vuelven más independientes", afirmó ayer durante la presentación del nuevo estudio el director técnico de Cesni, doctor Alejandro O´Donnell. Y agregó: "Los chicos tienen un papel cada vez más importante en la elección y selección de los alimentos. Hay algunos estudios que aseguran que ellos definen el 30% de lo que se come en una casa".

El trabajo se propuso analizar los hábitos alimentarios y patrones de actividad física de más de 550 chicos. De la muestra total, el 83% tenía un peso normal; un 12%, sobrepeso, y un 4%, obesidad.

"Estos números fueron bastante similares a los que arrojó un informe previo sobre obesidad infantil que realizamos sobre una muestra de 1800 chicos", explicó el licenciado Sergio Britos, director asociado.

Además de comprobar que más de la mitad de los integrantes de la muestra (el 53%) estaba ingiriendo más calorías que las necesarias para mantener un nivel moderado de actividad física, los investigadores descubrieron que el calcio y la vitamina C eran los dos nutrientes más deficitarios (comían pocos lácteos y frutas). Por otro lado, en el grupo de chicos que consumían más calorías, alrededor de un 33% de la muestra ingería más de 3000 calorías diarias.

Desayuno, pero sin leche

Contra lo que podría esperarse, en estos chicos no se observó una alta frecuencia de cuatro hábitos alimentarios poco saludables, como el delivery, la comida rápida, los panchos en la vía pública y las frituras. También se registró poco consumo de hamburguesas comerciales.

La mayoría de los chicos tomaba desayuno y compartía cuanto menos una comida con el resto de la familia (dos hábitos considerados saludables). Pero a pesar de que un 64% desayunaba, el 35% no tomaba leche.

Otro dato para tener en cuenta es el que surge de las respuestas sobre actividad física: el grupo reconoció que invertía casi 13 horas diarias en actividades sedentarias, entre las que se cuentan las dedicadas a la escuela, las tareas y alrededor de cuatro diarias, en promedio, frente a la TV o la computadora.

Pero tal vez el capítulo más preocupante sea el dedicado al consumo de alimentos de alto aporte calórico y baja concentración de nutrientes, como las galletitas, las golosinas, las bebidas azucaradas, los alfajores y los productos de repostería. Son los considerados potencialmente obesogénicos.

"Encontramos que casi el 100% de los chicos comía habitualmente estos productos y que éstos ocupaban alrededor del 21% de la energía total diaria consumida -informó Britos-, aunque las guías alimentarias aconsejan que no más del 7 u 8% de la energía diaria esté concentrada en este tipo de comidas."

En el segmento de alto consumo calórico, los especialistas encontraron que la franja ofrecida por alfajores, bebidas azucaradas y repostería aumentaba proporcionalmente más que otros grupos alimentarios.

Y que cuantas más bebidas azucaradas tomaban, menos lácteos, frutas y carnes consumían. También existía una relación inversa entre el consumo de energía y grasas, y la costumbre de tomar desayuno y comer con el resto de la familia (comensalidad).

"El consumo excesivo de alimentos con un alto nivel de energía y bajo contenido nutricional parece desplazar a los de mejor calidad nutricional", comentó Britos.

El estudio de Cesni, informaron los especialistas, se realizó con apoyo de la empresa argentina Quickfood, que está preparando un programa educativo a partir de estos hallazgos, "Actitudes, héroes y villanos para una vida mejor".

"El mensaje final -concluyó Britos- es balancear las elecciones a la hora de comer y mantener un estilo de vida activo. Son las dos claves que permiten organizar una alimentación y tener un estilo de vida saludable."

Por Nora Bär
De la Redacción de LA NACION


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En Calrín:
Los chicos de clase media comen mal y un tercio no toma desayuno

Según un estudio entre preadolescentes de entre 9 y 13 años, a todos les sobran calorías y les falta actividad física.

No es fácil para los chicos. Son más atractivas las publicidades que los incitan a consumir snacks, comida chatarra y tomar gaseosas o jugos azucarados que las guías con consejos para que se alimenten bien.

Tal vez ésa sea una de las razones para explicar por qué, según un estudio presentado ayer y realizado en los últimos meses sobre 553 preadolescentes de 9 a 13 años de clases media y alta de Buenos Aires y Rosario, el 53 por ciento consume a diario más calorías de las que necesita. Y dentro de ese porcentaje, además, el 33 por ciento llega a las 3.000 calorías por día, el doble del límite de lo conveniente.

Otro dato preocupante: uno de cada tres no desayuna, y dentro del grupo que sí lo hace, el 25 por ciento no toma la leche, un alimento esencial en esas edades.

"El estudio demuestra que a mayor consumo de bebidas azucaradas (gaseosas y jugos), galletitas dulces y golosinas, se presenta una menor ingesta de lácteos, vegetales, frutas y carnes", comentó Alejandro O'Donnell, director del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (CESNI), entidad que llevó adelante más de 500 encuestas a preadolescentes, 53 % de ellos mujeres.

Divulgada hace semanas, a principios de marzo, una encuesta nacional realizada por el Ministerio de Salud y Medio Ambiente entre octubre de 2004 y julio de 2005 a menores de seis años fue reveladora porque puso en números los porcentajes de sobrepeso y obesidad: 9,2 por ciento sobre 3.159 casos.

En cuanto a la desnutrición, se divulgó que el 1,2 por ciento de los chicos tiene bajo peso en relación con su altura y que el 4,1 por ciento sufre desnutrición crónica: revelaron que tienen baja altura para su edad.

Poco se sabía, en cambio, sobre los preadolescentes, integrantes de la franja etaria de 9 a 13 años, clave en muchos aspectos. "A esas edades se fijan hábitos alimentarios que van a acompañarnos durante toda la vida", remarcó Sergio Britos, nutricionista y director asociado de CESNI.

Es una etapa clave, también, porque en ella las chicas pueden empezar a preocuparse por su figura y hasta en algunos casos presentar las primeras señales de trastornos de la alimentación, como la bulimia o la anorexia (Ver recuadro "Un período...").

En otros datos del estudio se pudo ver que la actividad física, que debería ir de la mano de la alimentación sana, ocupa una hora diaria en la vida de los encuestados, lo cual no está mal pero podría estar mejor.

"Para estos chicos se recomiendan 30 minutos de actividad moderada a intensa, que se pueden cumplir no sólo realizando un deporte formal, como el tenis o el fútbol, que sería lo ideal, sino estando más activo durante el día. Tienen que caminar más, subir escaleras, pasear por la plaza, jugar al aire libre a la pelota o a la mancha", enumera Paula Pueyrredón, nutricionista del CESNI y responsable de la investigación.

"Es posible que los chicos lleguen a esos 30 minutos de actividad física diaria sin aburrirse. Por ejemplo, pueden caminar durante 10 minutos, saltar a la soga 5 minutos, caminar otros 10 y, los varones, jugar un poco a la pelota", agrega Pueyrredón.

Sobre qué hacer con los snacks (lo que se come fuera de las comidas), también es posible que los preadolescentes aprendan a distinguir las opciones más saludables. "El 30 por ciento de lo que se come en una casa lo deciden los chicos. En las tres décadas de vida que tiene nuestra institución observamos diferentes etapas de este país, la hiperinflación, la época de saqueos, y vimos cómo el sobrepeso y la obesidad y las enfermedades cardiovasculares empezaron a ganar terreno. El nuevo fenómeno es que los chicos deciden cada vez más, por sí solos, lo que comen. Y, por supuesto, no tienen los hábitos saludables incorporados para elegir convenientemente. Por lo menos en una de las comidas diarias, deberían estar acompañados", dijo O'Donnell en la presentación del estudio. Un llamado de atención para padres.

En medio de tantas novedades aparecieron otras cuestiones positivas, al menos en términos comparativos. Dentro de las carnes que consumen estos chicos, sólo el 2 por ciento corresponde a hamburguesas; en Estados Unidos ese porcentaje llega a 40.

Lugar común: la comida
Silvina Heguy sheguy@clari

 

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