Apuntes sobre la historicidad del pecho femenino. | 17 MAY 05

Historia del pecho II: “De pechos, pechitos y pechugonas”

El Dr. Francisco Maglio reflexiona sobre las diversas significaciones sociales del pecho a través de la historia.
Autor/a: Dr Francisco “Paco” Maglio 

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El pecho mítico:

En la antigüedad era el significado de la inmortalidad a través de la lactancia.
Los faraones amamantaban de la diosa Isis.
Los machistas de la época (ya existían) para no ser menos le pusieron senos al dios Hapi, dios de la fertilidad que producía los desbordes del Nilo imprescindibles para una buena cosecha (el primer “travesti” de la historia).
La inmortalidad a través de la lactancia llegó a nuestros días con la veneración de la Difunta Correa.
Cuenta la mitología griega que Heracles para poder ser inmortal tenía que mamar de los pechos de Hera, pero ésta se oponía por estar celosa de Alcmena, madre de Heracles. Para cumplir con la citada inmortalidad, Hermes (siempre dispuesto) pone a Heracles en el pecho de Hera cuando ésta dormía. Al despertarse lo arroja violentamente, pero era tarde: la leche fluía de su seno y al esparcirse por el espacio dejó en el cielo una estela: la Vía Láctea.
En el santuario de Efeso se puede admirar una reproducción de la diosa Artemisa (antiquísima divinidad asiática de la fecundidad) coronado todo su tórax por cientos de pechos. Algunos machistas detractores dicen que no son pechos sino figuras de testículos de toros como símbolo de fecundidad; si bien puede ser cierto que “el toro solo bien se lame”, si sólo a él se lame, chau fecundidad.


El pecho guerrero:

Por antonomasia, las amazonas (a: sin, mazo: pecho) mutilaban uno de sus senos para tener más destreza con el arco y la flecha.
Mujeres guerreras, adoraban a Ares, dios de la guerra, según ellas de él descendían (me pregunto, para ser coherentes, porqué no eligieron una diosa?). Utilizaban a los hombres que conquistaban en sus guerras (me niego a pensar que la “conquista” era sólo por las armas) como esclavos o como “reproductores” que después mataban.

El pecho suplicante:

Cuenta César en sus Memorias que las mujeres galas de Avaricum imploraban piedad a los soldados romanos descubriendo sus pechos, no como provocación erótica, sino como gesto humillante de súplica, semejante al de las “passis manibus” (manos tendidas y suplicantes).
En la mitología griega, Téctafo, príncipe prisionero de Deríades, es condenado a morirse de hambre. Su hija Eeria lo visita en la cárcel y lo alimenta con su pecho. Ante este gesto Deríades, conmovido, perdonó a Téctafo.
El que no se conmovió fue Galeno, quien explicaba que la naturaleza otorgó pechos a la mujer para compensarla de la frialdad de su corazón. En realidad el bueno de Galeno no era más que un descendiente a-crítico de la teoría de Alcmeón de Crotona (médico pre-hipocrático) sobre la naturaleza seca y caliente del hombre y fría y húmeda de la mujer.

El pecho contradictorio:

Típicamente medieval, la Iglesia (como jerarquía opresora no como “eclesia”: asmablea del pueblo) por un lado lo sacraliza (aparecen las “Madonas lactantes”, cuyo paradigma podría ser el convento alemán de Worms, el Liebfrauenkirche, de cuyos viñedos en la actualidad sale uno de los vinos blancos más exquisitos, el Liebfrauenmilch: leche de la señora amada).
Pero por otro lado, es condenado como invención diabólica para el “desenfreno sexual” (¿de qué freno me hablan?).


El pecho francés:

Con las cortes reales francesas se produce el giro erótico del sexo (¿Con quienes sino con los franceses?):

A mediados del siglo XV Agnes Sorel, pintor de la cámara real, retrata a la amante oficial (la primera) de Carlos II, Rey de Francia, como una dama ofreciendo su pecho desnudo cual fruta tentadora para deleite del espectador.
Madame Pompadur (más que amante, consejera y estadista de Luis XV) llama al vidriero de la Corte y le pide que talle una copa usando como molde uno de sus senos.
¿Para qué? Según ella para que los cortesanos cuando en esa copa bebieran la sensualidad del champagne también “soñaran” la sensualidad de su seno.


El pecho ideológico y político:

En la Revolución Francesa, la República es representada por una mujer que descubre uno de sus pechos “democráticamente” a todos los ciudadanos.
Igualmente en la Primera Guerra Mundial, una mujer francesa como emblema nacional, se yergue desafiante ante un cañón alemán, con sus pechos desnudos y erguidos.
Para no ser menos, en los años treinta una propaganda nazi muestra una mujer amamantando a su niño (ario, por supuesto).
En la Segunda Guerra Mundial, en los regimientos aliados pululaban fotos con las “stars” más exuberantes de esos tiempos, para “levantar” la moral de los soldados (¿Nada más que la moral?).


El pecho mercantil:

Con la Revolución Industrial aparece una nueva opresión (en su sentido más lato) para la mujer: la corsetería como producción en cadena. A partir de allí podríamos decir parafraseand

 

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